31. Consecuencias

68 11 9
                                    

Aravis 

Ni en mis peores pesadillas esperé ver la imagen que el espejo reflejaba de mí, había tenido miedo por largos minutos el mirarme, pero luego de que las sirvientas terminaron de ayudarme a vestir, y se retiraron, la curiosidad me carcomió. Quise preguntarles, si me parecía a ellos, pero los bozales en sus rostros no le permitían hablar conmigo. Ver a todos los sirvientes privados de hablar al inicio me pareció inhumano, y en parte lo seguía pensando, no era conocedora de que los que servían en Palacio fuesen tratados de esa forma.

Tenía pendiente preguntar sobre ello.

No me reconocí, no quedaba nada de la Angelie que conocí por 7 años, la adolescente que reflejaba el espejo era lo que verdaderamente era, y me daba terror, mucho terror. Los ojos se me inundaron de lágrimas de pronto, diecisiete años de vida eran muy pocos para aprender a afrontar la vida, mucho más para gobernarla a mi antojo.

Un vestido rojo hasta mis pies cubría mi cuerpo, tenía un escote discreto en V, y era de manga largas, con pedrería blanca sobre ellas en forma de decoración, balerinas negras me acompañaban aunque no se veían, me negaba a usar tacones. Mi cabello estaba trenzado en forma de corona en mi cabeza, habían tardado bastante para trenzarlo por su largo, y allí habían posado la corona de oro y rubíes fina, de las tantas que había en un estante de cristal en el closet.

El reflejo me devolvía mi verdadera imagen.

La reina que había sido maldita con un legado que no eligió. Y aunque parecía que la nueva vida me sentaba de maravilla me negaba a aceptarlo, quería correr de ahí cuanto antes.

Ponerme a salvo, donde nadie pudiera encontrarme nunca.

Giré sobre mis pies cuando escuché la puerta siendo abierta, me desagradaba la falta de privacidad, abrí mis labios para soltar una reprimenda cuando la figura de Tahiel entró a mi campo de visión, cerré mis labios observándolo, luego toda mi expresión cambió a una de sorpresa cuando Tammy entró detrás de él, tenía guantes de acero, que seguramente había creado el mismo para privarla de su habilidad. No sabía que material utilizaban, pero parecía lo bastante fuerte como para frenarnos.

—He traído una visita —dijo a modo de apertura —, como ofrenda de paz, para iniciar con buen pie en este lugar.

Ayer luego de vernos en la base científica nos sumimos en un silencio que cortaba, luego cada uno tomó rumbo al palacio sin hablar. Y ahí estaba, entregándome algo, ¿daba acaso Tahiel cosas sin esperar nada a cambio? Me gustó el gesto, más no pude evitar analizarlo, buscando la segunda intención tras su acción.

—Gracias —me limité a decir, bajando mis ojos a la niña a su lado —. ¿Cómo te encuentras, Tammy?

—Bien —se limitó a contestar, a kilómetros podía sentir su incomodidad.

Asentí.

—Acércate —pedí —, déjame abrazarte.

Tammy miró a Tahiel como si le pidiera permiso, vi el temor que le tenía al líder del círculo en sus ojos, y al mismo tiempo el respeto que parecía tener de su persona. Tahiel asintió, y fue cuando ella dio pasos hacia mí, confiada. La estreché contra mi, me bajé a su altura y susurré sobre su oído izquierdo:

—Todo estará bien, no tengas miedo.

Tammy me abrazó con más fuerza, y cuando me enderecé vi como su mirada se transformó, y comenzó a transformar su terror en valentía. Mientras yo estuviera viva, ella no tendría nada que temer.

—Te ves hermosa —elogió la niña en mi dirección y me sonrió abiertamente.

Le sonreí de vuelta.

Sangre  |  Círculo 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora