19. Beso

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Angelie

La botella se me cayó al piso y el plástico rebotó varias veces, no sé por qué mierda, creando un escándalo que me hizo reaccionar con fuerza y correr a la puerta no sin antes poner la botella nuevamente en el piso. Cuando estaba a punto de recogerla Annoris salió de la oficina con Solly detrás de ella.

La prima de Axeel iba vestida de forma hermosa, como la recordaba; en tacones negros, vestido liso y un moño en lo alto de la cabeza. Era rubia y alta, se le veía ejercitada. Me miraba confundida, aunque luego sonrió conciliadora.

—¡Angelie! ¿Como estás? —saludó.

Me quedé en mi lugar algo estática. Mi cerebro estaba procesando la información recibida. Estas personas delante de mí nos habían sacado a mi y a Axeel de la base donde habían estado todos los Mostenires, así que Solly siempre supo quien era, incluso quien era su primo, si es que en verdad eran primos, o sea que los Williams también lo sabían. ¿Para quienes estaban trabajando estas personas y por qué? ¿Y por qué nosotros?

—Estoy bien —respondí, sin saber que más añadir.

Annoris caminó hacía mi, y al llegar me acomodó el cabello detrás de las orejas.

—Quiero presentarte a alguien —dijo —. Mi hermano.

Así que mi madre adoptiva no estaba tan sola como pensábamos. Un hombre alto y cuidado, para su edad, salió por la puerta, con lentes de montura y un traje negro con algunas arrugas. Me miraba serio pero había cierto brillo en su mirada. Como si aquel encuentro de alguna forma le causara alguna emoción.

—Él es Arnold Paltrow —presentó —. Sigue trabajando para el Círculo y sabes que salí de allí ¿verdad? Por eso no teníamos contacto.

Miré al hombre largos segundos antes de asentir con la cabeza.

Y por alguna extraña razón Arnold me abrazó, sin decir nada me estrechó entre sus brazos, y me soltó como si no hubiese pasado nada. Se removió el cabello, el cual portaba algunas canas y se paró al lado de Annoris. Realmente se parecían bastante.

—Un placer conocerla, señorita.

Y estaba una vez más sorprendida, porque el abrazo de Arnold se había sentido familiar. Y una extraña voz tan parecida a la suya comenzaba a reproducirse una y otra vez en mi cerebro.

Puedes hacerlo mejor, concéntrate en el rayo y apunta directo al objetivo. Sin vida, Avi, déjalo sin vida.

Comencé a respirar más rápido, la nariz me sangró con fuerza en ese instante y el dolor de cabeza que tanto conocía, me demolió haciéndome caer de rodillas. Grité sin aguantarlo, me sujeté la cabeza con ambas manos y sin darme cuenta la realidad dejó de tener sentido para mi.

Tu puedes, Avi. El rayo es tuyo y te pertenece, tú puedes.

Tic tac

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Sangre  |  Círculo 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora