23. Monstruo

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Angelie

Tenía un dolor en el pecho que no me dejaba respirar, era molesto; sentía que algo se me clavaba constantemente ahí, y no me permitía pensar con tranquilidad. Poseía un nudo atorado en la garganta y las manos me temblaban, dueñas de sí mismas. El miedo se había materializado delante de mí, hasta comencé a creer que podía palparlo y que este me acariciaba la cabeza de vez en cuando. La sensación de peligro no se iba, sabía que todo estaba muy mal, que habían miles de cosas que no entendía, que mi madre estaba herida o posiblemente muerta, y yo no sabía nada por temor. Y que estaba encerrada en una sala con mucha iluminación desde que había llegado aquel lugar extraño y no había podido dormir nada hasta entonces.

Y habían pasado muchas horas, mis huesos entumecidos me lo confirmaban. Y ya era de día, a pesar de las gruesas cortinas que tenían las ventanas, se podía divisar. Alguien me había dejado allí en medio de la conmoción, en el viaje en un estupor del que no pude salir.

Ellos se habían llevado a Tammy por mi culpa, tenía miedo por la niña, no sabía que trato iba a recibir de los gobernadores y Annoris también había salido perjudicada. Todo se había ido al traste, y yo seguía sobre la nube de confusión más grande de la historia. Quisieron protegerme con mentiras y empeoraron todo. Necesitaba un baño con urgencia, mover las piernas, dejar de tener los brazos cruzados y mi cabeza apoyada de estos.

Ser alguien normal y salir ahí fuera, donde sea que estuviera y buscar mis propias respuestas. Ya estaba cansada de tanto silencio, de tanta desinformación, de tanta gente con aires de protectores; como si de lo que fuera a enterarme no sería capaz de sobrellevarlo.

La puerta se abrió por primera vez luego de horas, me incorporé como resorte, miré al frente a las dos personas que habían irrumpido en la sala. Solly Williams estaba ahí, junto a un hombre de cabello rojizo, mayor, con barba en toda su cara. No me transmitía nada, no sabía quién era. Estaba en forma a pesar de la edad, pero tenía arrugas al lado de los ojos y en la frente.

—¿Podemos hablar? —preguntó Solly. Se había presentado como prima de Axeel, pero en ese momento todos eran unos malditos extraños para mi.

—No creo tener otra opción —murmuré, y volví a poner mi cabeza sobre mis brazos, realmente agotada. El dolor del pecho no desaparecía.

Escuché un suspiro, y luego a los dos invitados tomar asiento en la mesa, delante de mí.

—Annoris está estable, la bala no estaba en ningún lugar de peligro; solo perdió mucha sangre. Aún no despierta —informó en voz baja. Aquello trajo una avalancha de alivio a mi cuerpo, se me escapó una lágrima del ojo izquierdo sin poder evitarlo, que rodó hasta la mesa, mas no salieron palabras de mi boca, me quede con aquella sensación de saber que no todo estaba perdido —. Queremos explicarte todo, decir dónde estás. ¿Te sientes lista ahora o esperamos?

Levanté la cara con violencia, atrapando la mirada de las dos personas de forma consecutiva. Sentía los ojos y cara hinchada, seguro tenía un aspecto deplorable. Ya no aguantaba más secretos.

—Ya no aguanto más secretos —gruñí molesta —. ¿De quién fue la idea de ocultarme cosas? Pues, me jodió la vida. Annoris casi muere y se lleva los secretos a la tumba...

—Lo hizo porque yo se lo pedí —Me interrumpió el hombre —. Soy el responsable de todo, ella solo quería protegerte, no la culpes.

Dirigí mis ojos a su persona.

—Parezco muñeca de porcelana, pero no lo soy. No puedes ir por la vida decidiendo por todos —dije muy exaltada.

Sus ojos se cristalizaron.

Sangre  |  Círculo 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora