20. Atrapada

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Angelie

Faltaban menos de dos semanas para terminar las clases, no sabía cómo el tiempo había pasado tan rápido. Ya era finales de Junio, en unos meses iba a graduarme de Esmeralda, e iba a convertirme en un ente importante allí fuera, un egresado de política y más de Esmeralda, era oro para la gente del parlamento de control. El tema controversial y el que nunca había hablado con nadie, era que ir a la universidad no era un sueño para mi. Nunca me había detenido a pensarlo. No me veía estudiando más para ser parte del grupo que odiaba y me encantaría destruir.

Y Annoris nunca me había preguntado. Conseguiría algún trabajo, e intentaría seguir viviendo, hasta que Tahiel encontrara su momento perfecto para matarme. Evocarlo me detuvo la vida por leves segundos, habían pasado pocas horas desde nuestro último encuentro, aún podía sentirme encerrada entre su orbes. Suspiré, mi vida se había convertido en un huracán.

Abrí la puerta del locker para sacar un libro, y entrar otros, en el intercambio me cayó una nota a los pies. Terminé de hacer el cambio y cerré la puerta, me agaché y recogí el papel doblado que había caído encima de mis zapatos. Tomé la nota en la mano donde tenía el libro, e intenté planchar mi camisa blanca con una sola mano, tenía algunas arrugas que si Annoris veía, le harían regañarme. Ella también estaba muy obsesionada con la limpieza.

Caminé para salir de la sala y desdoblé la hoja, deteniéndome.

¿Nos vemos a la salida de clases en el comedor #3? Debemos hablar —Axeel.

Aquella nota me tomó por sorpresa, ¿Axel queriendo hablarme? La confusión pasó a ser emoción, tal vez mi amigo había recapacitado, después de todo, al menos podíamos mantener un contacto discreto. Realmente sentía que quería a Axeel, era la clase de persona que te hacía sentir bien, y protegida; y yo necesitaba eso en mi vida. Sentía que lo necesitaba a él. Caminé más apresurada, queriendo irme de allí cuanto antes y encontrarme con mi amigo. Faltaba un cuarto para las cuatro, podría irme con Annoris a casa y luego decirle que iba al comedor. ¿Ella no podía negarme ir allí o si? No importaba, buscaría la forma. Creo que las personas necesitan una segunda oportunidad, después de todo, ¿cuántas oportunidades no nos hemos dado a nosotros mismos?

Salí del edificio y me encaminé a la entrada, por suerte mi madre no me había hecho esperar, ella ya estaba allí, mirando a todos lados como un guardián. Se le veía muchísimo mejor desde que Arnold la había inyectado, este se había ido en la noche y no había regresado más. La saludé con un beso en la mejilla y ambas subimos al auto en silencio.

—¿Qué tal los finales? —preguntó cuando nos introducimos en la carretera.

Ese día vestía pantalones de vestir y camisa, la bata reposaba en el asiento de atrás, y llevaba el estetoscopio en el cuello. Pocas veces le había visto aretes, y en el cuello simplemente usaba la cadena que la distinguía en la sociedad.

—Todo en A, Erin dice que estoy en la lista de los mejores.

El silencio se extendió por largos minutos, hasta que el suspiro de Annoris lo interrumpió.

—Felicidades cariño, sabes que estoy muy orgullosa de ti —murmuró, dobló en la avenida cuando llegamos al centro y tomó el camino de ir a casa —. Es solo que me preocupa, como todo, esa graduación va a ser dirigida por los gobernadores, y estar en esa lista te hace un blanco fácil.

—Lo sé —acepté dejándome caer resignada en el asiento por completo —, Erin dice que puedo postularme a la lista de Concejal. Pero no me interesa, la verdad luego de terminar esto nada me interesa —terminé en un murmullo.

Annoris estacionó el auto, y salí al tiempo que ella salió. Escuché la alarma siendo activada y entré detrás de ella a la casa. Comenzó a despojarse de los tacones, y me miró mientras hacía la acción.

Sangre  |  Círculo 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora