Angelie
El mundo dejó de hacer lo que estaba haciendo para centrarse en la simple orden que cargada de autoridad, había soltado Tahiel de entre sus labios. Su voz envió una corriente que pasó por mi columna vertebral dejándome la boca seca. En el aturdimiento, con mi cara aplastada en el asfalto, visualicé su figura relajada detrás de los Protectores, pero aún así, con ese aire de suficiencia que nada podía quitarle.
No era normal la intervención de un gobernador en un castigo infringido por desobediencia, y más a una ley que provenía de ellos mismos; por esa razón el murmullo era tan elevado y la gente miraba la situación estáticos. La gente, en medio de su miedo, comenzaba a rodear la plaza acercándose más, para ver lo que pasaría como desenlace de aquella fatídica escena.
Un nuevo latigazo dio a parar en mi espalda, robándome ese grito asesino que brotó desde lo más hondo del pecho, pues aparte de la espalda el látigo había terminado en mi mejilla derecha, dejando una herida que cosía horriblemente y un montón de sangre que comenzó a entrarme por entre lo labios.
El agente se veía cegado por el odio y muy violento; no fue hasta que Tahiel le agarró el brazo, que reaccionó y soltó el látigo. A Axeel lo habían dejado en paz, el otro agente seguro había corrido. Tahiel tenía el puño derecho apretado, y el enojo comenzó a ser evidente cuando está emoción se apoderó de sus facciones, y su mano comenzó a transformarse en metal. Su postura no cambió, era como si a pesar de ello, su cuerpo fuese capaz de seguir bajo una paz inexplicable.
—Al parecer alguien no captó mi orden —enfatizó Tahiel, su voz llegó en un tono muy bajo culpa de las ráfagas de dolor que me recorría el cuerpo.
¿Por qué si antes me amenazó ahora me salvaba de su misma ley?
Axeel con su poca fuerza me ayudó a incorporar, me sostuvo en medio de su dolor con uno de sus brazos, y me sentó en el muro de la fuente, él tenía un aspecto deplorable, pero aún con sus pocas fuerzas intentaba mantenerse fuerte y de pie. El agente se giró a encarar a Tahiel, amenazantemente. El gobernador alzó una ceja a ver su postura.
—Capté su orden gobernador, estoy castigando a quienes no cumplen con la ley.
—Lamento que no haya cumplido otras órdenes, mi palabra es la ley más grande y esa debe cumplirse. —dictaminó encogiéndose de hombros.
El hombre bajó la cabeza en silencio. Y el murmullo creció en toda la plaza.
—¿Tiene algo para decir, Agente?
Este negó de manera rápida.
—Eso pensé —sonrió fingidamente —. Tiene diez segundos para desaparecer de mi vista.
El agente salió de manera apresurada, queriendo marcharse antes de dejar rastros. Pero cuando estuvo a algunos metros un tentáculo de metal que salió del brazo de Tahiel lo alcanzó, partiéndole el cuerpo en pedazos; dejando una escena sangrientamente capaz de traumar hasta el más fuerte. Mi inocencia había muerto hacía muchísimo tiempo, desde muy jóvenes los asesinatos públicos a mano de los dueños del mundo, eran muy normales. La sangre pasaba a ser simplemente un líquido más, y uno crecía tratando de que nunca fuese su turno.
Tahiel comenzó a acercarse obligándome a levantar la mirada, para observarlo en medio del dolor. Vestía nuevamente un traje negro, que no llevaba tan arreglado como debería y aún así se veía lo bastante elegante como para representar que era de la realeza. La corona de oro, que le rodeaba la frente y le tenia parte del cabello blanco sujeto, lo hacía un ser tan admirable, era alguien que a la vista agradaba demasiado, y creaba tanto temor como excitación. La presencia del gobernador a pocos pasos de nosotros, tensó a mi amigo quien se encontraba en mi lado derecho.

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Sangre | Círculo 1
Bilim Kurgu[Saga: El Círculo: Libro I ] El nuevo mundo no es ni las cenizas de lo que una vez fue, el egoísmo y las ansias de poder de los seres humanos hicieron que este se sumiera en una guerra tormentosa que lo único que trajo consigo fue muerte. Un mu...