Prólogo

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Una de las reuniones más importante, de la corte más poderosa del mundo, se estaba llevando a cabo en el lugar más remoto del pequeño país de Andorra. Cada Gobernante de una potencia de sumo poder, estaba allí intentando guardar apariencias y pasar desapercibidos, mientras la Guerra De los Fríos, mataba a miles de personas por minuto allí fuera. El ser humana no había salido de control, y necesitaban una solución.

En comparación con la fachada que tenía el lugar po fuera, por dentro portaba la más alta gama de tecnología futurista. Aquellos presidentes no iban con juegos, ni con rodeos, esperaban impacientes a que el último Presidente apareciera, para completar lo que ellos llamaban El Círculo, la alianza de siete países que tenían ganas de sobrevivir, a lo que se llamaría la Tercera Guerra Mundial.

El líder Británico estaba algo irritado, moví su pantalla táctil con el dedo pulgar de su mano derecha —dicho objeto estaba diseñado para proporcionarle cualquier información que él necesitase —, analizaba todo con mirada perspicaz, esperaba cualquier objeción al plan para matar a unos cuantos de ser necesario. El mundo ya estaba demasiado distorsionado, las constantes luchas, y problemas de toda clase estaban afectando demasiado a la humanidad. Su plan no conocía de la bondad, pero no era como que tuvieran muchas opciones a esa altura el juego. La gente cree que muchas veces las guerras tienen una razon justa, él sabía perfectamente que solo se necesitaba a una persona sedienta de poder, para que miles murieron a sus pasos, por eso el mundo estaba vuelto un caos; y si ellos no se unen para vencer, iban a terminar muertos también. La envidia no reconocía el dinero.

El líder Americano llegó en ese momento, Alicia —su esposa —, iba a su lado, sostenida de su brazo derecho. Los guardias se quedaron a un lado de la entrada, y mientras que la mujer tomaba asiento junto a las otras esposas, en silencio, su marido tomó su lugar en la mesa ovalada, junto a los seis hombres que habían estado esperando por él.

—Entonces, tu plan es hacer de nuestros hijos...

—Dictadores —Terminó uno de ellos con un acento ruso marcado, junto sus manos sobre la mesa y prosiguió—: Para someterlos a tratamientos científicos, únicos y peligrosos, para convertirlos en superhumanos, cada uno necesario para liderar en un gobierno homogéneo. ¿Qué tan seguro es eso?

El Británico rodó los ojos, como si se encontrara fastidiado.

—Tan seguro como que hemos ido a la luna centenares de veces, y planeamos plantar una civilización allá —ironizó con la verdad —. Cada uno será especializado en su habilidad, y liderará una Comarca, en este caso un continente, pero todos regidos por las mismas leyes.

Hatris —quién había llegado de último, torció sus labios en una mueca, y movió su cabello rubio con una mano antes de hablar.

—La dictadura no es lo mejor para el mundo, lo ha dicho la historia a través de los siglos. Aparte convertiríamos a nuestros hijos en personas sin principios y valores. Los humanos no son marionetas para oprimirlos de esa forma, nuevamente Por culpa e gente sin corazón estamos así justo ahora, ¿no sería un poco hipócrita de nuestra parte?

—¿Y tú qué crees Hatris, qué logramos el orden mundial de forma legal? ¿Que de repente todo hará lo que nosotros siete queramos? ¡Estas guerras no acabaran nunca! El mundo no dejará de pelear, perderemos a la raza humana. Controlamos al mundo, lo ponemos en orden; es lo mejor que podemos hacer —dictó con autoridad.

Hatris quiso protestar, buscó los ojos de su mujer con algo de miedo. Sabía que negarse era firmar su muerte, y no solo la de él. Que Alicia quedara embarazada había sido un milagro para ellos, apenas tenía siete meses, y habían sido tan cuidadosos; se supone que ella nunca podría tener hijos. Para que ahora un maldito proyecto se la quitara de las manos, entregar a su hija en manos de la ciencia era despedirse de ella para siempre. De la niña buena, dulce y con un futuro por delante con la que tanto habían soñado, para convertirla en una dictadora. Con un legado maldito en las sangres.

Sangre  |  Círculo 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora