41. Traiciones

118 9 5
                                    

Aravis


—¿No me vas a decir? —pregunté, poniéndole una pomada por la herida que tenía a un lado de la mandíbula. Los golpes de Eronnis habían dejado marcas, había dicho cosas importantes, cosas que mi mente se negaba a olvidar, pero Tahiel no estaba dispuesto a confiarme sus secretos y yo no podía presionarlo.

No cuando era una hipócrita por tener secretos que tampoco les iba a contar.

—Avi...

Suspiré, retirando mis manos de su rostro, a pesar de los golpes él parecía estar bien, como si creyera que se los mereciera. Sabía que nada podía terminar bien entre nosotros, pero sus labios sobre los míos era el infierno más a gusto que había probado y una parte de mí quería seguir ardiendo junto a él, aunque no supiera por cuanto tiempo.

—Esta bien —acepté, dejé las cosas en su mesa de noche y regresé a su frente, donde se encontraba sentado en su cama. Tahiel no había querido ir a enfermería, y Drac había desaparecido con Eronnis luego del incidente, por lo que no había podido pedir que lo curaran.

Estaba inquieta. No sabía como reaccionar a todo lo que estaba pasando. ¿Me atraía Tahiel? Por supuesto, incluso podría estarlo queriendo, ¿pero realmente se puede querer a alguien cuando le mientes? ¿Cuándo estas sacando información de su reino para destronarlo? Me sentía como la peor villana de todas.

Entonces me retracté de lo que había hecho, nunca debí corresponderle ese beso, había sido un error, todo lo que concierne a Tahiel y yo en una misma oración, sería un error.

—¿Pasa algo? —preguntó. Sus ojos evaluadores recorrieron todo mi rostro.

Negué rápidamente, y di un paso atrás, y luego otro.

—Yo me retiro —susurré —. Iré a descansar.

Tahiel entrecerró los ojos y sus cejas se hundieron.

—¿Por qué siento que te estás alejando?

—Creo que es lo mejor —reviré.

Tahiel se levantó, el enojo adueñándose de todo su cuerpo. Di un paso más atrás, sus manos se habían convertido en dos puños.

—¿Lo mejor para quién maldita sea?

—¡Besarnos fue un error! ¿Bien? —grité —. ¡Yo nunca podría sentir algo por alguien como tú!

Se rio sin nada de gracia.

—¿No podrías enamorarte de un monstruo, ¿verdad? —dijo en voz baja, avanzando cada vez más hasta mi —. ¿No podrías enamorarte de un asesino, de alguien tan despiadado y egoísta como yo? —Cuando terminó de hablar, todos sus pasos me habían arrinconado contra la pared, tenía todo su cuerpo presionado al mío, en una jaula, en una maldita jaula que me tenía temblando y con un pulso constante entre las piernas, su cuerpo desprendía ese tipo de calor del que no querías escapar —. Creo que olvidaste algo, Avi, eres igual o incluso peor que yo. Y yo si decidí enamorarme de un monstruo, los angelitos no me van.

—No soy igual que tu —susurré, levantando la cabeza para encontrarme con sus ojos.

Tahiel sonrió de medio lado.

—Es cierto, eres peor —aclaró, sobre mis labios, sus manos dejaron de estar a mi lado y una de ellas fue a mi cuello sin hacer presión —. Matas al igual que yo, pero crees que no eres asesina porque tus acciones son "buenas" es muy hipócrita ¿sabes? Catalogar los pecados.

La misma mano que me sostenía el cuello, terminó ahuecando mi mandíbula con dos de sus dedos, y se acomodó aún más a mí, con una de sus piernas entre las mías.

Sangre  |  Círculo 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora