33. Juramento

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Aravis

Llegamos a Palacio casi a media noche, Arnold y dos mujeres más nos esperaron en el aeródromo al llegar, junto a los Agentes. Iba medio dormida, por lo que no tardé en seguir a todos, e ir a mi aposento a dormir. No había tiempo ni ganas para charlas, Arnold me miró todo el tiempo que caminé, más no dijo nada.

Al día siguiente, las sirvientas llegaron antes de que el sol saliera, y con todo el sueño del mundo me tuve que levantar a tomar una ducha y cambiarme para otro arduo día, siendo una asesina, una gobernadora.

Dejé que el agua se llevara mis lágrimas, mis miedos, mis frustraciones, dejé que la debilidad corriera, y saliera de mi cuerpo, y volví a construir los muros que podrían mantenerme a salvo. Debía poner mis prioridades en orden, primero debía deshacerme de Kasher, con él fuera del camino la lucha solo sería con el Círculo. No podía pelear nos guerras al mismo tiempo o iban a vencerme.

Me ayudaron a vestirme, con un vestido blanco y suave hasta el suelo, con tacones rojos, la corona acompañó la vestimenta con sus rubíes.

Los Protectores me escoltaron hasta el comedor, en el pasillo me encontré a Jeudras saliendo de su aposento acompañado de sus hombres, por igual, se puso a mi lado, dándome un vistazo completo.

—Buenos días, Avi.

—Jeudras —respondí simplemente.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó, parecía querer encontrar mi mirada, mas no le di el gusto.

Me encogí de hombros.

—Supongo que bien. ¿Tú? —pregunté por simple educación.

No mentía cuando dije que algo se había roto al punto de no tener solución. No con Jeudras.

—Estoy preocupado por ti —susurró —. Sé que no lo hice bien, pero debes perdonarme. No quiero que te sientas sola aquí, no cuando me tienes a mí.

Me paré de golpe, me giré para verlo.

—¿Qué te tengo a ti? —escupí —. No gracias, estoy bien sola.

—¡¿Es que no puedes aceptar que fue un error?!

Seguí caminando con más rapidez.

—¿Le llamas error a besarte a tu prima estando consciente?

Me miró enojado.

—Fue un maldito beso, supéralo.

Estaba a punto de explotar, por lo que respiré con fuerza y lo dejé ir primero, controlándome. No quería armar otro baño de sangre, necesitaba tener un entrenamiento cuanto antes. Nunca me había salido de control de esa forma.

Al llegar al área del comedor las puertas se abrieron y los Protectores se quedaron fuera, solo faltaba yo, hubiese llegado a tiempo de no ser por el estúpido de Jeudras.

—Tres minutos tardes —apuntó Tahiel, con sorna.

—Lo sé —respondí. No iba a disculparme por algo que salía de mis manos, además fueron 3 miseros minutos, ni que se estuviera muriendo de hambre.

El desayuno comenzó a desfilar delante de nosotros, inicié a comer, hambrienta.

—Sol Crowe llegará hoy, será tu asistente, supongo que te habrás dado cuenta que todos tenemos un adjunto—informó Tahiel.

Asentí. Loca por sonreír, lo habían conseguido. Solly Weesex estaría a mi lado.

—Hay un programa especial para elegir a las personas que sirven mano a mano con nosotros, es un sueldo elevado, mas son personas monitoreadas, solo pueden salir los fines de semana, y rinden cuenta al Círculo. Nada puede salir de estás paredes —siguió —. Absolutamente nada.

Sangre  |  Círculo 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora