Capítulo 4

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— Teressa... — la llamó ____ dando un par de golpes en la puerta de su habitación.

— ¿Qué quieres, enana?

Abrió la puerta de su habitación dándole paso y pudo observar que iba con Maggie.

— ¡No soy una enana!—replicó acordándose del estúpido espadachín del día anterior.

Maggie rompió a reír.

—Disculpa, ______, pero no puedes negar lo evidente.

La nombrada comenzó a enfadarse mientras soltaba improperios por su boca haciendo reír a su -casi- hermana y a la vez haciendo enfadar a su -casi- madre.

— Al grano, _____.

Por los ojos de la enana al abrirle la puerta, sabía de sobra que le iba a pedir algo. ¿Cómo no saberlo? Era su hija y la conocía como si la hubiese parido de verdad. Traía a Maggie para que le diese apoyo, era lo que hacían cuando querían conseguir algo.

— Nami mencionó que tenían problemas de dinero y....

— La respuesta es sí. Puedes dárselo.

La chica iluminó su mirada emocionada, abrazando fuertemente a la anciana que tenía enfrente, quien se sorprendió al instante, pero acabó devolviéndole el abrazo. Ella sabía de sobra que aquello iba a ocurrir de una forma u otra, pero le sorprendió que _____ le pidiese permiso, era demasiado leal.

Mientras se mantenía esa conversación, los Mugiwara se enfrentaban al problema que les carcomía desde el día anterior.

— Con esto no tenemos suministros ni para dos días...— susurró Nami cansada.

Robin, Sanji y Nami observaban toda la comida que tenían, estaba claro que con eso no podrían sobrevivir, ni hasta llegar a Zou ni hasta llegar a otra isla más próxima en busca de comida o algo que pudiese darles dinero. El resto de personas que habitaban el Sunny se encontraban sentados en la mesa de la cocina teniendo una charla animada sobre el gran espectáculo que vieron ayer, todo era musical, el escenario estaba hecho para _____ y eso era el principal motivo por el que ese tema no había dejado de salir a flote en aquella habitación, todos quedaron embobados viendo a la chica cantar, bailar e incluso hacer acrobacias en el aire. Era muy talentosa.

Nami se maldijo a sí misma por confiar en Luffy y permitirle comprar todo tipo de chorradas en Dressrosa, había comprado un montón de tonterías para jugar y chucherías, gastándose el dinero que ella creía que tenía bien guardado. Aún le duele la mano del golpe que le dio cuando descubrió que había entrado con Usopp en el cuarto que compartía con Robin en busca de dinero para un maldito caballo de madera, el cual ahora se encontraba en la sala del acuario como un recuerdo amargo para Nami, un recuerdo constante de que debía ser más cuidadosa con su dinero, ya que al ver el capricho de su capitán, acabó cediendo pensando que no había gastado más dinero antes, enorme error por parte de la navegante.

— Podríamos ir al teatro a ver si nos ofrecen cena gratuita de nuevo tras el espectáculo...— sugirió Robin, a lo que Luffy contestó saltando de alegría.

—¡Sííí! ¡Seguro que _____ nos ofrece comida!

—¡Y podré disfrutar de nuevo de la preciosa _____-swaaaan!

— Estúpido cocinero pervertido...

—¡¿Qué dijiste, marimo?!

—¡Parad! — gritó cansado Usopp.

— Comed hasta que no podáis más, quizá es la última vez que podemos disfrutar de comida...

—¡Robin, tú tampoco empieces! — exclamó Usopp dramáticamente casi llorando.

Lo que nos une (Zoro x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora