Capítulo 25

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Los Mugiwara y Torao se adentraron en el bosque, pero, a diferencia de lo que esperaba un enérgico pelinegro, la aventura no había comenzado. El bosque era normal y corriente; lo único que se habían encontrado eran animales silvestres en su cotidianidad hasta que se percataban de la presencia de humanos y huían.

— ¡Me aburro! —gritó el capitán por enésima vez durante esa media hora.

— ¡Deja de quejarte ya! —le regañó el francotirador cansado de escucharle.

— Es un logro que aún estemos todos juntos y Migiwara-ya no se haya perd...

— Oi, ¿y Zoro?

La pregunta de Usopp hizo que todos se girasen a mirar en todas las direcciones, comprobando que, en efecto, Roronoa ya no se encontraba entre ellos.

— Hace un segundo estaba aquí...— susurró Robin confusa.

— ¡Yo es que lo sabía! —exclamó enfadada la navegante, después suspiró posando sus manos en sus caderas— Y eso que llevaba todo el camino vigilándole...

— ¡Ese marimo! ¡Iré a buscarle!

— Iré yo. —anunció Law — No quiero que os separéis como en Dressrosa, manteneos juntos e investigad. Con mi habilidad podré moverme rápido. Me uniré cuando lo encuentre.

— No vayas solo, Torao.

Las palabras del cíborg le hicieron negar.

— Es mejor que os quedéis todos juntos vigilando que Mugiwara-ya no se vaya en cuanto os despistéis.

— Pero... ¿Crees que tú solo podrás traer a Zoro? — cuestionó Brook asombrado, pues el hecho de que encontrase al peliverde no implicaba que fuese capaz de no perderlo a la vuelta.

— Tiene razón, —afirmó Chopper—la única forma de que no se desoriente es que estemos en peligro o llames mucho su atención por algo... Y ni así te aseguro que no se pierda.

Esas palabras hicieron reír a la bailarina, que hasta el momento no se había pronunciado.

— Es un caso perdido, literalmente.

Al alzar su voz, todos se giraron a observarla como si hubiesen encontrado el One Piece. El ojigrís se acercó para cogerla en brazos con cuidado de no rozar la Doblefilo, katana que ahora _____ portaba a todos lados en su espalda sostenida por un cinturón cruzado en su torso, accesorio que Usopp se encargó de crear.

— ¡¿Qué haces, idiota?! —se quejó la chica pataleando para que la bajase.

— Necesito algo que llame mucho la atención de Zoro-ya, ¿no? Pues me la llevo. —dijo girándose a mirar a Luffy para avisarle, quien se rio escandalosamente, acompañado del resto.

La enana abrió la boca del asombro e intentó quejarse. No quería separarse del grupo, sentía que, si se marchaba con él, tendría que ver cosas que no le agradarían.

— ¡Pero que yo no quie...!

— ¡Yo iba a proponer lo mismo! — exclamó Nami riéndose e ignorando las quejas de la joven.

— ¡Tened cuidado y traedme comida! —se despidió el pelinegro moviendo energéticamente su mano derecha.

Su capitán había dado el visto bueno así que tendría que ir sí o sí, por lo que intentó ignorar su mal presentimiento dejándose llevar por Law.

— Cuida de _____-swan, Torao.

— Pues claro.

— Si en dos horas no volvéis, nos comunicamos por Dem Dem Mushi—avisó Nami. Luffy asintió de acuerdo y el cirujano desapareció junto a su amiga entre sus brazos.

Lo que nos une (Zoro x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora