Agarró su katana y se dispuso a buscar a una persona con la que se había jurado a sí mismo que no hablaría sobre ese tema, pero ya estaba cansado de verle hacer el imbécil. Lo encontró donde supuso que estaría: entrenando. Estaba justo a la entrada del bosque donde ellos lo localizaron antes.
— ¿No piensas hacer nada al respecto?
Zoro continuaba haciendo flexiones sin parar, había perdido la cuenta de cuantas llevaba. Ni siquiera había tocado sus katanas, simplemente quería desahogarse de alguna forma y el ejercitarse físicamente era lo único que se le ocurría.
— La enana quedó en no hacer nada por ahora, ¿no? —preguntó disimulando.
— Respecto a _____, Roronoa-ya.
El peliverde tragó saliva, no esperaba que Law fuese tan directo. Paró en seco por un momento, pero después continuó con el ejercicio.
Torao se prometió a sí mismo que no hablaría de ello con el espadachín pues era algo entre su amiga y él, pero en ese momento no pudo reprimir las ganas de dejarle claro lo imbécil que estaba siendo con ella.
— No tengo nada que hacer al respecto.
— ¿En serio? — cuestionó molesto cruzándose de brazos ante la respuesta seca que recibió— ¿Vas a dejar que se aleje de ti?
— Si es lo que ella ve mejor, ¿por qué no?
— Eres un completo gilipollas. Ha tomado esa decisión por ti, no por ella. ¿Vas a perderla así?
Esas palabras hicieron daño a Zoro, pero no se permitiría exteriorizarlo. No podía dejar ver que realmente no quería perderla.
— Saldríamos ganando si ella se aleja de mí. — explicó impasible, ni siquiera se podía notar en su voz el esfuerzo de estar entrenando— Yo dejaría de tener un problema, y tú podrías quererla tanto como dices a todas horas.
— ¿Qué _____ para ti es un problema? — repitió incrédulo el cirujano y apretó uno de sus puños enfadado— Roronoa-ya, sé que todo esto que haces es para evitar tus sentimientos, y que no es eso lo que sientes.
El esfuerzo del peliverde fue el único sonido que reinó, pues Law no obtuvo contestación, por lo que decidió continuar diciéndole todo lo que pensaba.
— Ni se te ocurra decir lo que has dicho delante de ella, si no quieres romper su corazón en pedazos. — amenazó más molesto ante su silencio— También te digo, sí, la quiero, y sería muy estúpido intentar no ver lo buena que es, lo luchadora que es y lo preciosa que es como haces tú, negándote todos los días que la quieres. No te voy a negar que haya podido sentirme atraído al principio, pero al conocerla... No puedo evitar verla tan solo como una hermana. ¡Le saco seis años, imbécil!
El espadachín continuó con su ejercicio sin intención alguna de responder, aunque interiormente se encontraba sorprendido por ver a Trafalgar tan exaltado e incluso tan sincero. Este último además de enfadado con su aliado, estaba furioso consigo mismo: ¿qué narices hacía él dándole explicaciones al imbécil de Roronoa? Si sentía celos era su problema, pero no quería que eso afectara a su amiga.
— Además, creo que no has escuchado la conversación completa, imbécil. — escupió las palabras cada vez más cabreado— Por cierto, no se deben escuchar conversaciones ajenas.
Roronoa no sabía qué decirle ya que estaba en lo cierto: no estuvo bien escuchar aquella conversación, pero no pudo evitarlo, le pudo su curiosidad, reafirmada debido a su incapacidad por comunicarle sus sentimientos a la chica.
El pelinegro suspiró un poco más tranquilo, pero no había terminado de hablar:
— Espero que de verdad estés haciendo lo correcto, y no te arrepientas cuando deje de estar enamorada de ti o se enamore de otro, porque eso pasará. _____-ya no te esperará para siempre, porque no se lo merece. Quizá cuando quiera marcharse de la tripulación porque no soporta más la situación contigo será cuando te des cuenta de que te estás comportando como un imbécil.
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Lo que nos une (Zoro x Reader)
RomanceSu vida estaba llena de música, pero la aparición de unos piratas que le salvan de la muerte, con un capitán que se autoproclama el futuro Rey de los Piratas, añaden el toque de aventura que, sin saberlo, tanto necesita. Historia basada en los pers...