Su vida estaba llena de música, pero la aparición de unos piratas que le salvan de la muerte, con un capitán que se autoproclama el futuro Rey de los Piratas, añaden el toque de aventura que, sin saberlo, tanto necesita.
Historia basada en los pers...
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Los días habían pasado demasiado deprisa y por fin faltaba un solo día para que se librase la batalla en Onigashima. Era todo o nada, y los Mugiwaras lo sabían, así que estaban dispuestos a dar el cien por cien de cada uno. Todos estaban emocionados por la inminente guerra, pero algunos también estaban preocupados. La enana pudo notar que su novio se encontraba entre los preocupados, cosa que la tenía sorprendida, pues Roronoa siempre se mostraba emocionado ante una pelea. No es que estuviese distante con ella, al revés, notaba que la abrazaba con más ansiedad, dormía menos sólo para poder estar con ella a pesar de sus duros entrenamientos y estaba más reticente, ante todo.
— Oye, Nami, ¿has visto a Zoro?
— Tu estúpido novio creo que está en el nido vigilando.
— ¿Vigilando qué?
— Eso mismo le he preguntado yo, me ha llamado bruja y me ha dicho que lo deje en paz. Sube a ver si le levantas el ánimo. Está insoportable.
La enana frunció el ceño preocupada y escaló para encontrarse al peliverde mirando al vacío, sin más.
— Roronoa...—lo llamó sentándose junto a él, pero seguía sumido en sus pensamientos. Con una mano giró su rostro y automáticamente la besó al darse cuenta de que no le había saludado siquiera. Ella sonrió ante esto— ¿Qué te preocupa?
