Capítulo 33

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Tardó en conseguir a buen precio las medicinas, pero finalmente consiguió un 50% de descuento. Sabía que, si gastaba algo más, la navegante descargaría su furia contra él. Suspiró notablemente cansado. ¿En qué momento comenzó a hacerle recados a los Mugiwara?

"En fin, es por la Medicina." Se decía a sí mismo constantemente cada vez que se descubría a sí mismo haciéndole la compra al adorable renito que estuvo toda la mañana jugando en la nieve con sus otros nakamas. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios al recordar a su amiga jugando de forma infantil con su capitán.

Se dirigió a la plaza donde los vio por última vez y vio a su enana sentada junto al peliverde en mitad del lugar. Torao se acercó a ellos visiblemente confuso, aunque tan serio como de costumbre. La curiosidad había llamado a la puerta: ¿no le había pedido que se alejase de ella? ¿Por qué estaban abrazados?

"No pueden estar separados ni cinco minutos." Pensó divertido al observarlos.

— Mi padre está dentro. —explicó ella señalando el lugar ante la mirada interrogante que portaba el chico del sombrero moteado al fijarse en que Roronoa tenía un brazo sobre los hombros de la joven y que ésta estaba con su cabeza recostada sobre el hueco entre su hombro y su cuello.

Torao asintió suavemente sin procesar muy bien las palabras de la chica. Esta vez, Zoro le observó confuso. ¿Él ya sabía quién era su padre? ¿O él siempre mantenía la calma?

—Entonces voy a...— se dio la vuelta para entrar al bar, pero se giró de repente— ¡Un momento! ¡¿Qué Aokiji está ahí dentro?! —preguntó alterado al darse cuenta de la situación.

— ¿Cómo sabes que mi padre es él?

— Dijiste que era marine, que renunció y estaba vagando con una bicicleta. Eso solo podía ser una persona.

La joven asintió aún seria.

—¡Tengo que entrar, no puedo dejar a Mugiwara-ya liándola como siempre!

Zoro esbozó una pequeña sonrisa: lo único que sacaba de quicio al cirujano era su capitán.

— Torao, creo que ella te necesita más que Luffy. —le avisó levantándose y entrando al bar, dejándolos solos. Le hubiese gustado estar más tiempo junto a ella, pero eso implicaba romper aún más el pacto que hicieron, y quería respetar las decisiones de la chica. Igualmente, sabía que el médico podría consolarla mejor.

Mientras aquello ocurría, la tensión dentro del bar era palpable, pero ni los Mugiwaras, ni el dueño, ni Kuzan, ni siquiera los clientes, fueron capaces de mencionar una sola palabra hasta que la pelinaranja alzó su voz con valentía.

—¿Por qué estás aquí? —Observó que el exalmirante apenas tenía intención de atacar. Todos se acercaron a la mesa del hombre rodeándole.

— Os buscaba.

Aquella declaración tensó aún más al grupo, excepto al capitán, quien sonrió confiado.

— ¿Para qué?

— ¡Luffy! ¡Podrías asustarte un poco! —le reprochó Usopp al ver que su capitán estaba tan tranquilo como siempre.

— Quería ver con mis propios ojos que mi hija se había unido a los piratas que declararon la guerra al Gobierno Mundial.

La arqueóloga se unió a su capitán y también esbozó una sonrisa antes de responder.

— Pues así es.

—No sé si estoy al nivel de un Almirante, pero sí sé que estoy dispuesto a dar la vida por ella. —dijo Zoro en tono firme y con una sonrisa amenazadora decorando su rostro al entrar al establecimiento. Su mano se encontraba ya en una de sus katanas, en guardia.

Lo que nos une (Zoro x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora