Capítulo 11

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¡Hola! Para este capítulo, quiero que en un determinado momento (os daréis cuenta de a qué momento me refiero) os pongáis una canción que escuchéis siempre que estáis enfadadas, de mala leche como se diría en mi casa, creo que sería apropiado para una escena del capítulo.

¡Gracias por leerme y espero que disfrutéis de este nuevo capítulo!

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El peliverde se pasó el resto de la noche pensando en qué podría haber ocurrido si no hubiese parado aquel beso. Aquello no dejaba de rondarle la mente. Dio gracias a sí mismo cuando se percató de que, si no fuera porque le pidió a Franky una habitación para él solo, quizá alguien podría haber visto lo que ocurría entre _____ y él. Fue una buena elección querer huir de las patadas nocturnas de Luffy, los alaridos de Usopp y del pervertido de Sanji, que una noche lo despertó porque en sueños lo había confundido con una mujer. Un escalofrío recorrió su cuerpo al recordar aquella escena, fue el peor despertar de su vida con diferencia. Aún recuerda el mal cuerpo que se le quedó al ver al cocinero poniéndole morritos a escasos centímetros de su rostro. Menos mal que pudo marcharse de esa habitación de locos gracias al permiso de Luffy. Ya se había acostumbrado a pasar la noche solo y tranquilo, aunque a veces Chopper aparecía por las noches preguntándole si podía dormir con él porque Luffy o Usopp no le dejaban en paz o sufría pesadillas. La compañía del reno no le molestaba para nada, y, además, no podía decirle que no a ese adorable doctor, pero jamás admitiría en voz alta que sentía debilidad por el reno de nariz azul a causa de la ternura que le provocaba.

La mañana fue tranquila, teniendo en cuenta que cuando salió de su habitación era la hora de almorzar. Se había dedicado a hacer todo tipo de ejercicios físicos en su habitación sin compañía: abdominales, flexiones, sentadillas, etc. Decidió no salir ni para coger sus pesas. Todo lo que implicase no ir a relacionarse con el resto era bienvenido, y sus compañeros decidieron acatar su decisión de no aparecer de momento. El único que se había molestado en llamarle era Sanji. Es cierto que no se llevaban bien, pero se respetaban y sabían en qué momento debían llamar la atención del otro. El ceja rizada siempre sabía en qué momento intervenir para que el espadachín reaccionase a lo que ocurría a su alrededor cuando se estaba comportando como un idiota.

— La comida está sobre la mesa. —  avisó con tono firme.

— ¿Y? — cuestionó en un tono serio y ronco el marimo mientras hacía flexiones con una sola mano.

El cocinero suspiró cruzándose de brazos. Cuando su nakama se hacía el tipo duro, más de lo normal, le sacaba de quicio. Por suerte, él le conocía lo suficiente como para saber qué palabras le harían despertar de la profunda idiotez en la que a veces el mismo se sumergía.

— Si no apareces en el almuerzo, cederé tu sitio a Law o a Nami para que se sienten junto a _____. Es el único momento medianamente sano que podéis compartir, no me seas imbécil y sal a almorzar con nosotros.

Zoro no respondió, pero se levantó del suelo sin dirigirle una sola mirada, lo que era prácticamente un "llevas toda la razón" para el rubio, así que sonriente se marchó de la habitación de su "enemigo" para dirigirse a su laboratorio culinario seguido del joven de cabello verde.

— Perdonad que el marimo llegue tarde, se había perdido y no encontraba el camino de regreso a la cocina. — se disculpó el chico de ceja rizada, haciendo que el joven con una cicatriz en su ojo se encarase enfadado.

— ¡No me he perdido!

El capitán de aquel barco tan peculiar rompió a reír fuertemente, mientras que la bailarina, que habitualmente se sentaba entre esos dos enemigos, suspiró pesadamente.

Lo que nos une (Zoro x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora