Capítulo 32

2.2K 216 50
                                    




_____ comenzó a gritar, alertando a Zoro. Pudo ver cómo el cirujano la llevaba entre sus brazos, mientras ésta vestía tan solo una simple toalla blanca que le tapaba hasta medio muslo. La estaba sacando del baño a la fuerza y la llevaba en brazos como si fuese un simple saco mientras ella luchaba porque no se le viese nada comprometido.

—¡Déjame, so bestia! ¿Qué mierda haces?

Law no hablaba. Roronoa había llegado a la puerta de la enfermería, donde había entrado Torao con ella aún en brazos y la había dejado sobre la camilla.

—¡Estoy sin vestir! —exclamó enfadada dándole golpes en el pecho, pero el cirujano agarró las manos de la enana por las muñecas para evitar que siguiese golpeándole—¡Eres un pervertido!

—¿Crees que soy idiota? Quítate la toalla.

La bailarina se sonrojó al instante y observó la puerta de la enfermería, el espadachín estaba apoyado en el quicio analizándolo todo con cara de pocos amigos. El único motivo por el que no había arrancado todavía los brazos de Torao, era porque sabía que probablemente hubiese una explicación distinta a la que tenía en su mente, ya que esa no era precisamente muy agradable para él.

—Está herida desde que vinimos, Roronoa-ya. —le dirigió su voz sin mirarle. El nombrado la observó alarmado. Había intentado no mirarla durante el entrenamiento, pero Law estuvo junto a ella toda la mañana, probablemente lo habría notado al verla moverse mientras luchaba.

—Eso no es cierto...

—Quítate la toalla que vea tu vientre y demuéstramelo.

La joven se quedó callada unos segundos, después acabó suspirando. Sabía que a Trafalgar le daba igual que estuviese sin vestir cuando la Medicina se interponía, pero eso no quería decir que fuese a hacer lo que le había indicado, y mucho menos delante de ambos. ¿Era idiota o qué? Sabía que en la operación y todo lo relacionado con ella era probable que la hubiese visto desnuda, pero eso no implicaba que tuviese que verla de nuevo. Podría ser más paciente y esperar a que se vistiese. Lo peor, es que sabía que a él le daría exactamente igual, estaba demasiado concentrado en que la había notado herida. Se tendría que haber negado a entrenar esa mañana junto a él, pero ni siquiera había caído en ello.

—Deja que al menos me ponga algo de ropa, estúpido insolente.

—Llamaré a Chopper, no quiero que huyas más.

Y la dejó sola ante la atenta mirada del espadachín.

— ¿Quién fue?

— Nadie importante.

Roronoa quiso rechistar, pero en menos de cinco segundos el renito apareció en la enfermería. Poco después, ya curada y vestida, el resto de los habitantes del Sunny intentaron entrar a la enfermería, incluso Caesar se encontraba curioso desde la puerta cotilleando. Querían saber qué había ocurrido.

—Se le ha infectado un poco un corte que tenía en el estómago. —resumió el renito, haciendo que todos se sorprendiesen, excepto el capitán—¿Quién fue?

Luffy asintió ante la mirada que le dedicó la bailarina, permitiéndole contar lo sucedido. El peliverde observó ese intercambio de miradas, comprendiendo que su capitán ya habría sido informado. Era algo que definitivamente admiraba de ella, confiaba en el pelinegro y cada decisión que tomaba la hacía teniendo en cuenta a su capitán. En realidad, no era extraño que le hubiese relatado lo ocurrido para disculparse por haber llamado a la Marina sin permiso del monito, como si a éste realmente le importase.

—Fue Lars.

Fue el turno del intercambio de miradas entre el cirujano y el espadachín, para después observar de nuevo a la chica alterados.

Lo que nos une (Zoro x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora