Capítulo 34

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— ¿Para qué me citas en tu barco? — preguntó el hombre de pelo azabache subiendo tranquilamente a la cubierta, sorprendiendo al resto de tripulantes— ¿Eres idiota?

— He visto un fantasma, Kuzan.

La declaración en un tono tan severo por parte del peliblanco le hizo comprender que su amigo había perdido la razón. Ya lo sopesó como opción cuando le pidió que fuese a verle a su propio barco. Él era un exmarine, así que, como vicealmirante, su antiguo compañero podía meterse en un lío, pero el hecho de que dijese que había visto un fantasma confirmó que se encontraba en una situación crítica.

— ¿Qué? —preguntó confuso y miró a Tashigi, quien se encogió de hombros sin entender tampoco lo que quería decir— ¿Me has llamado porque ahora te dan miedo los fantasmas? — se encogió de hombros y sonrió levemente— Deja el Nuevo Mundo, Smoker, te está afectando demasiado.

— No, imbécil. Te he llamado porque alguien me ha dado un golpe en la cabeza y juraría que era el fantasma de tu mujer.

Y cuánta razón llevaba, era el vivo retrato de su madre, pero más bajita. Aquello le hizo sonreír automáticamente. ¿A quién habría salido su hija para ser tan pequeña? Era tan bonita como su madre, e igual de inteligente. Había madurado, su pequeña había crecido y había conocido el mundo sin que él pudiese ayudarle en nada. Aun así, podía notar esa niñez en su rostro que le transportaba a una época en la que los tres eran felices. Quizá tendría que haber dejado la Marina en su momento y dedicarse en cuerpo y alma a su familia, como hizo el amor de su vida en cuanto se quedó embarazada: dejó su tripulación, buscó una isla segura y juró proteger a su hija, cosa que hizo hasta el final.

Había salido de aquel bar, no sin antes pagar lo que el nieto glotón de Garp robó, y se dirigía al puerto con intención de marcharse de aquella isla. La temperatura había bajado considerablemente, por lo que supuso que en breve comenzaría a nevar de nuevo, e incluso parecía que habría una enorme tormenta en la isla. Lo mejor sería irse cuanto antes, más él, que ni siquiera tenía un barco.

A lo lejos notó la presencia de su niña sacándole así de su mundo interno y observó cómo dos barcos de Big Mom se acercaba a través del basto océano que se dejaba ver en aquel puerto.








Todo se había descontrolado de repente. Instantes antes estaban bebiendo y comiendo en celebración por reecontrarse con Barto, quien les ayudó muchísimo en Dressrosa. Sin embargo, una llamada de Sanji cambió todo. Un barco de Big Mom les había sorprendido rodeando el Sunny, y aunque habían conseguido zarpar mientras luchaban contra ellos, sería difícil llegar al puerto donde estaba el resto, pues también se dirigían hacia ellos otros dos barcos enormes de la Yonkou.

— ¡Sanji! ¡Nami! —gritó firmemente Luffy al ver la situación, sus nakamas estaban en peligro y no pensaba dejarles pelear solos— ¡Marchaos a Zou! ¡Nos veremos allí! ¡Nosotros les patearemos el trasero!

Todos comenzaron a prepararse para luchar ante la declaración del capitán, incluso la tripulación de Barto se unió, preparando los cañones de su barco para defender a sus ídolos.

— ¡Luffy-senpai! ¡Nosotros os llevaremos sanos y salvos hasta Zou!

— ¡Oh, gracias! —gritó el monito terminándose la comida rápidamente mientras esperaba a que los barcos de su enemiga estuviesen más cerca.

— ¡¡Deja de comer ya!! —gritaron enfadados Usopp, Zoro y _____.

— Los problemas con los Yonkous deberíais tenerlos de uno en uno. —aconsejó de forma divertida quien poco antes mantuvo una seria conversación con ellos. Había subido a bordo del Going Luffy-senpai de un salto para observar aún más cerca la situación.

Lo que nos une (Zoro x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora