Celos.

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Capítulo 15: Celos.

Annabeth desvía su rumbo de camino a casa hacia el parque Olimpo. Se sienta en un banco pintado de negro y observa a las personas ir y venir. Piensa en la charla con sus amigas. Ellas tienen razón. Perseus Jackson nunca va a cambiar. Siempre ha sido un chico problemático e insufrible. No va a cambiar por un beso y mucho menos por saber la identidad de Annabeth en una página Web. Nunca van a volver a ser los mismos de antes que todo se arruinara entre ellos. Annabeth, sin más remedio, se admite a sí misma que aún hay una parte de ella que alberga esperanzas de que ella y Percy dejarán atrás los malos tragos y volverán a ser los mejores amigos de hace meses atrás. Pero eso no va a pasar. Una vez su amistad se ha visto rota, rota se quedará para siempre.

Se siente torpe y tonta, dos cosas que jamás había sentido. ¿Cómo hace Perseus Jackson para poner todo su mundo al revés?

A lo lejos ve a Thalía y Nico. Los dos están tomados de la mano, riendo risueñamente y hablando entre ellos con cariño, se nota que se aman desde mil kilómetros de distancia.

Annabeth siente un poco de celos. Siempre se ha llevado bien con todos y es una de las más populares de todo el instituto, pero aun así siente que jamás encontrará una persona que pueda mirar a los ojos y sentir que estarán juntos por siempre y para siempre, su alma gemela, esa persona con lo que pueda ver películas de miedo y acurrucarse en sus brazos en las escenas más escalofriantes.

Annabeth está tan concentrada en su triste vida amorosa que no se da cuenta que no está sentada sola.

—¿Y ahora qué tienes, listilla? —le pregunta Percy. Ella lo mira con irritación.

—¿Qué quieres? —le pregunta a modo de respuesta. Percy rueda los ojos. «¿Y ahora que le pasa?», se pregunta el pelinegro.

—Tus amigas me han dicho que estás preocupada por lo del video. Que piensas que no saldrá bien, y muchas otras palabras —dice Percy—. Así que si estás tan preocupada por tu preciosa nota, entonces sólo dime cuando nos reunimos y ahí estaré. Y grabamos el video y eres feliz.

Annabeth lo mira sin creérselo. ¿Va a ayudarla a sacar una buena nota? Luego se recuerda que son enemigos y que lo odia y dice rotundamente:

—No quiero —replica con terquedad, no estando dispuesta a aceptar la compasión de su peor enemigo.

Percy suspira, cuando ella se enoja parece una niña pequeña.

—¿Y por qué? —quiere saber él.

—Porque eres irritable y no quiero pasar tiempo con gente irritable —y así comienza otra típica pelea entre Annabeth y Percy. Hasta que media hora después y con la ayuda de miradas extrañadas de los visitantes del parque, Annabeth acepta reunirse con el sesos de alga.

—Bien, hoy a las tres aquí mismo. Y si te retrasas aunque sea un minuto me iré y me negaré a grabar algo contigo. ¿Entendiste, Jackson? —pregunta la rubia cruzada de brazos.

—Entendido, jefa —dice Percy a modo de burla. Le sonríe a Annabeth y se va del parque. La rubia le lanza una mirada irritada y se va del parque Olimpo.

Ese mismo día, a las tres de la tarde...

Annabeth llega al parque tres minutos antes de lo acordado. Aún no hay señales de Percy, y aunque Annabeth querría que ni se apareciera, una pequeña parte de ella quiere que esté ahí. ¿La razón? No la sabe. Tiene que recordarse a sí misma que debe dejar atrás sus deseos de reparar su amistad con Percy. Hace más de un año que se hicieron enemigos. No es momento de empezar a sentir añoranza. Esa etapa la dejó atrás hace mucho tiempo.

¡Como te odio, Percy! ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora