Palizas imaginarias.

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Capítulo 26: Palizas imaginarias.

Annabeth mira detrás de ella y ve a Rachel con una sonrisita triunfante en su presumido rostro. Annabeth se acerca a ella lentamente mirándola a los ojos expresando su profundo odio, la agarra de su cabellera roja y la golpea lo más fuerte que puede contra la pared.

La rubia cierra la puerta del baño para que nadie pueda ver lo que está ocurriendo allí dentro, se gira y ve que Rachel se está poniendo de pie, así que Annabeth va hacia ella y le da un puñetazo en la nariz, y ve correr la sangre por la cara de la otra chica. Y Annabeth empieza a reírse malvadamente.

—¡Te mereces eso, pelirroja! ¡Wuajajaja! —exclama la rubia... Bueno, eso es lo que le habría gustado que pasara cuando vio a Rachel en el reflejo del espejo.

Lo que en realidad hizo fue seguir quitándose la pintura del cabello lo mejor que pudo. Rachel la mira con una sonrisa victoriosa, sabiendo que Annabeth está furiosa por su pequeña broma.

Piper y Hazel le lanzan miradas amenazantes a Rachel, pero la pelirroja las ignora y se mira en el espejo mientras comienza a retocarse el maquillaje.

—Que bien te queda el amarillo, Annabeth, estas muy guapa así —dice Rachel mientras se retoca el labial, y Annabeth, que se había mantenido muy tranquila, quitándose la pintura de los brazos, levanta el codo y golpea a Rachel en la mejilla, o eso habría estado genial de haber ocurrido realmente.

Annabeth se sigue quitando la pintura lo mejor que puede, Rachel termina de echarse el rimel y de insultar a Annabeth y se va con una sonrisa triunfante. La rubia, por otro lado, decide que ya no puede quitarse más de esa pintura y se cambia la camisa a la que le dio Percy.

Hazel y Piper le dicen que se van a ver si las dejan entrar a clases, Annabeth no les responde.

Annabeth sale lo más rápido que puede a los pasillos, sin importarle siquiera que no ha entrado a clases. Los pasillos están solitarios, así que le resulta más fácil irse sin ser vista.

—¡Annabeth, espera! —escucha que la llaman. Ella reconoce la voz, así que sigue caminando—. ¡Annabeth! —Insiste la voz, Annabeth lo ignora y sigue caminando hasta que esa persona pone una mano sobre su hombro—. Annabeth, te juro que no tuve nada que ver con lo que te hizo Rachel. No tienes que molestarte conmigo —dice Percy.

Annabeth lo mira enojada, ahora no tiene tiempo de lidiar con el pelinegro.

—Percy, no estoy molesta por eso —aclara ella.

—¿Entonces por qué? —pregunta él mirándola a los ojos.

—¿Quieres que te diga la verdad, sesos de alga? ¿Que te diga lo que en realidad opino de todo?

—Sí, listilla, quiero saberlo —dice él.

—Pues, Percy, la verdad es que...

¡Como te odio, Percy! ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora