Confundilandia.

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Capítulo 19: Confundilandia.

Al día siguiente en el Colegio Harrinson...

Annabeth entra a la clase de Matemática con el exigente profesor Edward. Aun recuerda ese día en el que llegó tan tarde que no pudo entrar a esa clase... ese día en que Percy fue amable con ella por una apuesta. «Gracias a ti, soy cincuenta ziales más rico». Las palabras del pelinegro llegan a su mente. Sacude la cabeza y se sienta en su habitual puesto de adelante. Si se pone a pensar en todas sus vivencias con Percy se va a enojar y mucho.

Piper entra y se sienta a su lado con una inusual sonrisa de alegría. ¿Y ahora qué le habrá pasado a su amiga para que esté tan feliz? ¿Otra vez su madre le había dejado elegir la ropa ella al ir de compras? ¿O tenía que ver con la misma sonrisa tonta en la cara Jason?

El rubio se sienta al final, no sin antes darle una dulce sonrisa a Piper. ¿Que habrá pasado entre ellos?

El profesor Edward se sienta en su escritorio entre gruñidos y murmullos de fastidio. Annabeth pudo escuchar como murmuraba. «Tontos estudiantes, tonto director, tonto colegio...», es decir que está de buen humor.

Como es habitual en Percy llegar tarde, y como el profesor nunca deja llegar tarde a nadie, Annabeth no vio a Perseus en toda la clase de matemática. Pero aun así, su mente estaba en otro planeta llamado Confundilandia.

MonedaLanzada le había dicho hace un tiempo que es Percy Jackson. Ayer, TodosMeAman le había dicho lo mismo, negando que MonedaLanzada fuera el verdadero Perseus. Alguien le estaba mintiendo, pero no sabía quien podría ser.

La teoría de que Percy tuviese dos cuentas le llegó a la mente, pero, además de ser solo una teoría, era imposible que Jackson tenga dos cuentas en la Web del colegio, porque está estrictamente diseñada para que solo sea una cuenta por estudiante.

Entonces ¿quién de los dos es el mentiroso? ¿TodosMeAman o MonedaLanzada? ¿O los dos mienten y Percy es otra persona? Efectivamente se iba a quedar unos días de más en Confundilandia.

—Señorita Chase —la llama el profesor Edward. Annabeth se da cuenta ruborizada que toda la clase la está mirando—. ¿En qué piensa tanto como para no prestarme atención?

—Eh... —Es la frase más inteligente que dice la rubia. Algunos sueltan risitas y afortunadamente suena el timbre de salida.

—Annie, ¿En qué piensas? —le pregunta Piper mientras salen.

—Exámenes —dice rápidamente la rubia.

—Mientes —la acusa la castaña.

—¡Hola, Piper! ¡Hola, Annie! —las saluda Hazel al alcanzarlas con su habitual sonrisa.

—Hola —responden las otras dos. Se van al comedor y piden sus comidas. Se sientan en su mesa de siempre.

—Piper, algo tienes —comenta Hazel.

—¿De qué hablas? —pregunta la acusada.

—Tienes una sonrisa de tonta que no se te ha borrado en todo el día —responde Annabeth.

—¡No es verdad! —replica Piper aunque se había ruborizado. Pero luego accede a contarles sobre su cita con Jason, sus amigas escuchaban atentamente.

—¡Que dulce! —dice Hazel.

—Ya era hora —dice Annabeth.

—¿A qué te refieres? —pregunta la chica de las trencitas.

—Él lleva enamorado de ti desde hace años, ya era hora de que te declarara —le dice Annabeth.

—¿De verdad? —pregunta Piper con una sonrisa de oreja a oreja.

—De verdad —afirma la rubia. Piper suelta un pequeño chillido de emoción y las demás se ríen.

Lo que no sabían, era que Jason y Percy habían escuchado a la perfección su charla.

En la placita del Colegio...

—¡¿Por qué no me dijiste que tú y Piper ya salen?! —pregunta un Percy muy enojado—. ¡Me intenté hacer amigo de la listilla para nada! ¿A qué jugabas?

—Solo quería que las cosas entre ustedes se arreglaran —dice Jason en voz baja para no alterar más a su amigo.

—¡¿Qué no comprendes que Annabeth y yo nunca vamos a ser amigos?! —le grita el pelinegro.

—Pensé que aun había esperanzas —murmura el rubio.

—¡DEJA DE PENSAR TONTERÍAS! ¡Annabeth y yo nunca jamás de los jamases seremos amigos! ¡Ella no me soporta y yo no la soporto! ¡ENTIENDELO YA!

—Deja de gritar... —dice Jason.

—¡NO! ¡Tú me hiciste enojar ahora déjame gritar libremente! —le responde a gritos su amigo.

—Annabeth y tú aún pueden ser amigos. No pido que sean los mejores amigos del mundo y que se regalen flores mutuamente. Solo pido que los dos no peleen tanto, como en los viejos tiempos...

—¡Comprende de una buena vez que la listilla y yo seremos enemigos para siempre! —grita Percy pateando una piedra con furia—. ¡No intentes arreglar lo imposible! ¡Acéptalo! ¡No importa que aunque la rubia y yo nos hayamos besado...! —la voz de Percy se apaga, había hablado de más.

—¡¿Qué?! —ahora el que gritó fue Jason.

—Olvídalo, Grace —dice Percy con voz ronca. Luego mira a su amigo con seriedad—. No importa lo que pase. Todo siempre va a hacer que nos distanciemos más y más. Jamás volveremos a ser amigos. Espero que lo hayas entendido —termina por decir el pelinegro y se va.

¡Como te odio, Percy! ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora