¿Percabeth es real?

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Capítulo 20: ¿Percabeth es real?

Luego de la rabieta de Percy...

Jason se queda mirando como su amigo pelinegro se va vuelto una furia lejos de donde está él. Entrecierra los ojos y piensa en qué les habrá pasado a esos dos. Percy jamás les ha contado qué fue lo que rompió su amistad con Annabeth. Los dos eran inseparables, tanto que todo el mundo bromeaba que terminarían casándose. Lo que sea que les haya sucedido debió de ser muy grave para que ahora ellos no se hablen para nada y para que Percy estalle en ira de esa manera.

Jason entra en la cafetería y le hace señas a Piper para que salga. Ella deja de hablar con sus amigas y va rápidamente a donde está Jason.

—¿Sabes qué pasa entre Annabeth y Percy? —cuestiona el rubio una vez su novia estuvo frente a él.

—¿Ah? —Pregunta ella con confusión—. No, nada. ¿Para qué me preguntas?

—Simple curiosidad —responde Jason. Se quedan en silencio hasta que él vuelve a insistir—. ¿Sabes algo?

—¡¿Cuál es tu problema?! —Le grita la castaña—. ¡¿A caso solo sales conmigo para saber sobre Annabeth?! ¡Porque si es así vete a salir con ella!

Piper se va enojada de regreso a la cafetería. Jason suspira, realmente todos se están enojando con él, y todo por culpa de la listilla.

En alguna mesa del comedor...

Piper se sienta de nuevo en su sitio entre gruñidos y resoplidos. Annabeth intercambia una mirada con Hazel. ¿Y ahora qué tenía?

—Pipes, ¿estás bien? —pregunta Hazel.

—Sí —gruñe—. Es solo que Jason... —otro gruñido—... ese superman rubio me busca solo por interés —Piper le da un golpe a la mesa.

—¿Y qué le interesa? —quiere saber Annabeth.

—Pues... —Piper se calla. Piensa en que si les dice a sus amigas se va a formar un alboroto. Después podría salir Jason en las noticias diciendo que "misteriosamente" ha desaparecido—. Nada. Olvídenlo.

Sus amigas la miran sin mucha convicción pero lo dejan pasar cambian de tema de inmediato.

En la clase de química...

Una vez más a Annabeth le toca sentarse sola porque Hazel no pudo sentarse con ella por culpa de que el monstruoso profesor cuyo nombre no recuerda ni se molesta en recordar decidió elegir los compañeros. Junto a Annabeth queda el único puesto vacío, y el único que faltaba a clases era Percy, lo cual significaba que quedarían juntos. De nuevo. Justo como últimamente parece ser siempre.

«Ojalá no venga el sesos de alga...» suplica Annabeth mientras anota lo que el profesor escribe en la pizarra. Pero como si su suerte no pudiese ser peor, Percy entra quince minutos tarde.

—¿Y ahora por qué llega tarde, señor Jackson? —pregunta el profesor.

—Lo importante es que ya estoy aquí —responde Percy. Mira el salón desde la puerta, ve que el único asiento libre es junto a Annabeth y hace una mueca—. Aunque si quiere me voy.

Annabeth se siente ofendida. Perseus Jackson prefería no entrar a clases que sentarse junto a ella. Que cruel.

—No. Ya que está aquí siéntese junto a la señorita Chase —indica el profesor de química.

Percy entra casi obligado y se sienta junto a ella con cara de «Esto no podría ser peor».

«El sentimiento es mutuo», piensa la chica al ver la cara de fastidio de Percy.

El profesor de nombre aun desconocido por la mayoría de los estudiantes les manda a hacer mezclas con químicos peligrosos.

—Por suerte aquí no está Leo —murmura Percy cuando Annabeth comienza a mezclar dos químicos en un recipiente mientras él mide otras sustancias.

Annabeth no puede evitar sonreír ante el comentario del pelinegro, la verdad es que Leo siempre terminaba haciendo desastres en química a la hora de mezclar químicos explosivos. A Leo siempre le ha ido de maravillas en clase de Carpintería, no de Química.

Annabeth termina de mezclar cuatro de las seis sustancias en el orden correcto, porque, según el profesor, si las mezclabas mal todo podía explotar. Las dos que seguían eran de un color rojo. Del mismo color rojo. Percy se ha ido al otro lado del salón a hacer quien sabe que. Así que Annabeth decide correr a su suerte y toma la de la izquierda.

Coloca la cantidad de gotas que le habían indicado. Apenas termina de colocar las cinco gotas cuando siente unos fuertes brazos que la empujan hacia la puerta. Todos salen y es cuando escuchan la explosión.

—¡Annabeth así no era! —Le dice Percy quién aun la tiene en sus brazos—. Era de derecha a izquierda. ¿Acaso no me oíste?

Annabeth se lo queda mirando, la verdad no había escuchado que el sesos de algas le fuera dicho algo.

—No tenía idea —dice ella, atónita por lo que acaba de pasar. Ella jamás se equivoca en ninguna clase. Si sigue así, Rachel le ganará en las posiciones de clase y será la primera. ¿Qué le está pasando últimamente a Annabeth que hace todo mal?

—Obvio que no, si no, no fuera explotado todo —dice Hazel.

—Que bueno que tu novio estaba para salvarte —añade otro estudiante cuyo nombre no conoce.

Annabeth y Percy se sonrojan y él se separa de ella. Hazel se acerca a la rubia con una sonrisa.

—Percabeth —le susurra y Annabeth le da un golpe en el hombro en señal de protesta, aunque su cara cambia de estar sonrosada a rojo fresa.

—No vuelvas a decir eso —es lo único que dice Annabeth. Hazel se la queda mirando, y luego mira a Percy, se da cuenta, un poco tarde, de que ninguno de los dos habían negado el echo de que los habían llamado novios.

¡Como te odio, Percy! ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora