Bromas pesadas.

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Capítulo 25: Bromas pesadas.

El lunes, en el Colegio Harrinson...

Annabeth llega con minutos de sobra al colegio. Se dirige hacia su casillero para buscar sus libros, pero en cuanto abre la puerta un balde de pintura amarilla le cae encima a Annabeth.

Una risa estridente le llama la atención, cuando se gira, ve que es Rachel la que ríe con ganas mientras la señala. Como es de esperarse, está con Reyna y Drew, y ellas también ríen.

Annabeth les lanza miradas fulminantes y camina a la dirección para informarle al director Bloom. En su trayecto le lanza miradas de enojo a todo el mundo, está tan furiosa con esas arpías que quiere asesinar al primero que vea, y como si los dioses estuviesen de su parte, el primero que se le atravesó fue Percy.

—¡Annabeth! ¿Qué te ha pasado? —pregunta el pelinegro mirando el amarillo aspecto de la rubia.

—¡No te quiero volver a ver! ¡Aléjate de mí y no te me acerques ni a un metro de distancia! —dice ella a voz en grito. Percy alza las manos hacia Annabeth, como tratando de controlar a una bestia furiosa.

—Tranquila... ah, cariño, ¿sí? —Dice lentamente Percy—. Dime qué te ha pasado.

—¡Pues resulta que tu amiguita pelirroja me ha lanzado un balde de pintura porque está celosa! —grita ella apretando los puños.

—¿Amiguita pelirroja? —pregunta Percy extrañado—. ¿Hablas de Rachel? —él baja la voz a apenas un susurro—. No te alteres, listilla. El plan está funcionando.

¡Pero está funcionando en contra mía! —exclama ella en un susurro enojado.

—¿Quieres que te empreste otra camiseta? —pregunta él con una sonrisita. Annabeth, en cambio, enrojece de furia.

—¡NO! —Le grita—. ¡No quiero nada de ti! ¡Fue por culpa de una camiseta que estamos como estamos...! —Annabeth baja la voz y mira sobre el hombro de Percy. No se había dado cuenta que estaba gritando como una maníaca en medio de un pasillo lleno de de estudiantes muy asombrados.

—¿Qué? —les dice Percy a los estudiantes que los miran—. ¿Nunca han visto a una pareja pelear?

—Si nos siguen mirando, habrá funeral, y no hablo del mío —dice Annabeth lo suficientemente alto para que todos oigan. Percy agarra del brazo a la chica y la lleva hacia su casillero—. He dicho que no quiero que me des una camiseta —replica ella. Percy saca una camisa color azul oscuro.

—Tómala y no te quejes —le dice él dejando la prenda en las manos de Annabeth.

—Tardaré un buen rato en quitarme la pintura del cabello —suspira Annabeth mirando la pintura casi seca.

—Es mejor que empieces pronto —dice Percy. Ella hace una mueca al pensar en toda esa cantidad de pintura y se dirige al baño de chicas.

El timbre que anuncia el inicio de la primera clase suena cuando Annabeth entra al baño, pero la rubia no tiene tiempo de asistir a clases, primero debe quitarse la pintura. Dentro del baño de chicas están Piper y Hazel, sus amigas se giran a verla cuando entra.

—¡Annie! —Dice Piper—. Te ves... interesante.

La rubia se gira al espejo y ve que en realidad luce horrible. La pintura le cubre los brazos, su camisa esta toda amarilla al igual que su cara, y su cabello esta tieso por la pintura seca.

—¿Qué te pasó? —pregunta Hazel. Annabeth suspira y les relata la historia.

—...Y entonces Percy me prestó esta camiseta —termina de contar ella.

—Percy y tú son una adorable pareja —dice Piper con un suspiro.

Annabeth abre la boca para soltar sus habituales exclamaciones de asco y desagrado, pero a último segundo cambia de frase.

—Sí... claro... esto, gracias, creo —balbucea la rubia mojándose el cabello para sacar la pintura con más facilidad.

La chica de ojos grises deja de escuchar los halagos hacia ella y Percy por parte de Piper, y continua quitándose la pintura amarilla de encima. Annabeth se sumerge en sus pensamientos y piensa en lo mal que está yendo el plan de poner celosa a Rachel para ella. Al principio la idea de ser novia falsa de Percy le pareció grandiosa por dos razones: porque su corazón al fin empieza a admitir que tiene sentimientos hacia el pelinegro y porque quería darle su merecido a Rachel.

Pero sus sentimientos y su venganza no valen nada si la que va a salir perdiendo es ella.

Y de la nada comienza a pensar en Rachel. Annabeth está tan llena de ira que siente el impulso de matar a la pelirroja cuando la vea.

Annabeth vuelve a mirar su reflejo en el espejo para ver si ya se le ha quitado la pintura de la cara, pero su vista se desvía a algo más a la derecha de su rostro. Y es cuando se sorprende al observar a la última cosa que quería ver ese día.

¡Como te odio, Percy! ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora