Relax

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Todos celebraron el gol como si hubieran ganado el torneo. Los jugadores del banquillo, incluido Jude Sharp, corrieron de un lado a otro. El único que mantuvo un poco la compostura fue Travis y aun así se le vio celebrando el gol con los puños y una sonrisa.

En el campo, los jugadores se abalanzaron sobre Cronus, aprovechando que ya estaban todos agrupados en el área pequeña. Al principio lo abrazaron, pero la euforia creció y comenzaron a mantearlo. Cronus, sin embargo, no exteriorizaba la alegría que sentía por dentro. Estaba feliz, pero se contuvo por respeto hacia Pietro, Byron y el resto del equipo griego.

Después de unos segundos, sus compañeros lo bajaron y corrieron a celebrar con la afición y con Preston, que seguía en el centro del campo festejando solo. «Parece que hubiéramos ganado el torneo... aunque ni siquiera estamos clasificados. Pero bueno, supongo que es momento de celebración», pensó Cronus.

Alguien se acercó a él. Al voltear, vio a Pietro, con los brazos caídos y los puños apretados. Cronus sintió un nudo en la garganta.

—Lo siento —dijo Cronus, sus palabras abarcaban mucho más que el gol de la victoria. Se disculpaba por el gol que le había arrebatado a Zeus, por dejar a Pietro y a Byron sin equipo, y por haber llegado a la final del Camino Imperial un año después. La culpa lo aplastaba.

Pietro lo miró con seriedad, exhaló con fuerza y, para sorpresa de Cronus, esbozó una leve sonrisa.

—Me gustaría odiarte, pero no puedo. Durante el partido, entendí tu perspectiva. Preferiría pensar que has mentido, pero tu cara muestra sinceridad y arrepentimiento, así que no me queda más que creerte.

—Pietro...

—Además, no puedo culparte por jugar fútbol. Los goles y las derrotas son parte del juego, y aunque duelan, tenemos que convivir con ellos. Bien jugado.

—Sí... bien jugado.

Hubo unos diez segundos de silencio incómodo, ya que ninguno de los dos se alejaba ni decía nada. Esto lo rompió Pietro que había vuelto a fruncir el ceño. Ahora hablaba con bastante más euforia, como la de un niño entusiasmado, aunque también tenía rastros de rabia, era un tono curioso.

—Lo que sigo sin entender es cómo has vuelto a superar la "Hora Celestial". He entrenado durante dos años para mejorar mi supertécnica, y lo logré. Nadie había podido frenarme, pero de repente, un defensa de tu equipo lo hace con su propia supertécnica, y tú... ¡tú lo logras sin usar ninguna! Por la cara. No lo entiendo.

—Bueno —dijo una voz a espaldas de los chicos, los dos reconocieron a Byron—, hay veces que un jugador tiene la capacidad natural de superar una supertécnica en concreto. No es común, pero sucede.

—¿Conoces algún otro caso? —preguntó Pietro, esperando una respuesta negativa.

—Sí, y te sorprenderá. Yo también tuve un rival que superó todas mis "Hora Celestial". Fue extraño, porque nadie más podía hacerlo. Pero este chico lo logró repetidamente, no fue suerte. Se llamaba Nepten y jugaba en la Academia Alius. El Caos.

—¿De verdad? —dijo, apenas podía creerlo.

—Sí. Si no me crees, puedes preguntarle a aquel hombre —Señaló a Jude Sharp—. él estuvo allí cuando pasó.

Antes de que Pietro pudiera procesar todo, un chico se acercó algo timido. Se coló en la conversación con ganas de hablar con el seleccionador de Los Guerreros de Delfos, era Bay Laurel.

—Oye Byron, ¿has dejado el Kirkwood?

—¿Por qué lo dices, Laurel? —Byron notó que la respuesta era obvia cuando Bay señaló con la cabeza—. Ah, por lo de ser seleccionador... No te preocupes, este trabajo es solo en lo que dura el torneo. Volveré a Japón para seguir entrenando al equipo. No os abandonaría ahora que podemos jugar fútbol de verdad, sin el Sector-5 de por medio —dijo Byron, guiñando un ojo a Bay, quien se calmó con la respuesta.

Inazuma Eleven Go: ¡Mundial, allá vamos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora