A Un Solo Paso

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Último día, a menos de veinticuatro horas del gran día. Cronus aún no se lo podía creer; habían llegado tan lejos, habiendo estado al borde de la eliminación tantas veces. Pero lograron superar cada uno de los retos que se les cruzaban por el camino, y solo quedaba el último empujón.

El mediocentro estaba convencido de que perderían en la final; sentía que el nivel de Bélgica estaba muy por encima del suyo. Intentaba decirse que no sería así, pero siempre volvía a recordar el partido contra Chile, que apenas empataron a dos. Luego pensaba en la goleada que esos mismos chilenos recibieron del Saxofón del Mundo. Sin embargo, no pensaba rendirse. Como lo habían hecho tantas veces antes, lucharían hasta el final.

Cronus estaba mucho más calmado tanto física como mentalmente. Había dejado de tener pesadillas desde el partido contra los Guerreros de Delfos. Haberse enfrentado a Pietro y su selección y haber conseguido el perdón del él y de Byron, lo había ayudado a liberarse de sus malos sueños.

Cuando salieron al campo para el último entrenamiento del torneo, Travis les dijo algo que los dejó pasmados:

—Hoy no habrá entrenamiento. Todo lo que hemos aprendido y estudiado hasta ahora debe ser suficiente para afrontar la final. Entrenar ahora solo serviría para cansaros, estresaros y confundiros. —Hizo una pausa, dejando que sus palabras se asentaran en la mente de los jugadores—. No voy a impedir que nadie juegue por su cuenta, al igual que no voy a obligar a nadie a quedarse —continuó, con un tono más suave—. Salid por ahí, despejaos, respirad. Pero sobre todo, preparaos para convivir con la derrota.

—Vaya ánimos, entrenador —bromeó Vladimir para relajar la tensión.

—Sé que no son las mejores palabras del mundo, pero perder es natural. No siempre se gana, y la derrota no es mala aunque nos cueste creerlo. Nos hace aprender, mejorar e incluso disfrutar. Alguien que siempre gana está condenado al aburrimiento eterno. ¡Jugar para ser felices, no para ganar nada!

—¡Sí! —gritaron todos al unísono.

El campo comenzó a vaciarse poco a poco. Victor planeaba irse con su hermano, pero un grupo de voces lo llamó. Eran Arion, Bay, Njord, Sol y Pinkus Mountbatten. Al principio los ignoró y fue su hermano quien lo convenció para que se acercara.

—Chicos, lo mejor para todos es que dominemos la supertécnica de una vez —dijo Pinkus.

—No quiero —advirtió Victor—. Tenemos día libre y lo voy a aprovechar con mi hermano, no dominando una estúpida supertécnica.

—¡¿Te das cuenta de lo que podría significar tener la "Furia de los Elementos" bajo nuestro control?!

—¡Me da igual! Travis ha dicho que no obligaría a nadie a entrenar, y yo no quiero.

—Pero, Victor... —intentó Arion—. ¿Cuántas oportunidades más tendremos para conseguir una supertécnica tan poderosa?

Victor exhaló con rabia y agotamiento, y finalmente aceptó entrenar.

Se colocaron en posición y comenzaron a invocar los elementos: Njord lanzó su grito y tres ondulaciones azules envolvieron la pelota en una burbuja de agua; luego, Arion transformó esas ondulaciones en un pequeño tornado; al llegar el turno de Sol, las rachas de aire se convirtieron en columnas de fuego, envolviendo la pelota en llamas. Finalmente, Bay hizo aparecer unas rocas que chocaron con la pelota, completando la técnica.

El balón, envuelto en todos esos elementos, se tornó de un color violeta intenso. Victor lo golpeó con todas sus fuerzas hacia un objetivo marcado. Pinkus, que estaba cerca, vio el balón venir hacia él y, por reflejo, se echó hacia atrás. Los cuatro chicos gritaron, pero para su alivio, la pelota perdió todo su poder a pocos centímetros de Pinkus, y el impacto fue mucho menos peligroso de lo que había parecido.

Inazuma Eleven Go: ¡Mundial, allá vamos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora