1 | Podríamos empezar de cero.

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Hay días que uno sabe de antemano que van a ir mal

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Hay días que uno sabe de antemano que van a ir mal.

Lucas está recostado en el cabecero de la cama, preguntándose exactamente qué es lo que puede ocurrir, teniendo en cuenta que son las seis y media de la tarde.

El cielo está despejado, así que es difícil que le caiga un rayo o que se lo lleve un huracán. Las calles están vacías, de forma que no le va a atropellar nadie. Y, ahora que lo piensa, en realidad el mero hecho de estar en un edificio descarta muchas cosas, como el ataque de un perro rabioso o que le robe un carterista.

Lo más probable es que simplemente sea un día de perros. Lleva desde antes de ayer solo en el apartamento, dando vueltas a la desastrosa cita que tuvo con un chaval de Tinder. Una, por cierto, a la que fue por culpa de Alicia, su mejor amiga.

Ahí es cuando descubre qué es lo que va a ir mal. Porque en ese momento, como si el destino estuviera jugándole una broma cruel, recibe un mensaje de WhatsApp de Álex. El chico con el que fue a comer.

Álex.
¿Puedo llamarte?

Suspira al mismo tiempo que maldice su suerte. Se siente tentado de poner algo del estilo de «supongo que sí, a menos que te hayas quedado manco» o «si mi prima de tres años puede, estoy seguro de que tú también». Pero lo cierto es que, si van a tener otra conversación, prefiere acabar con eso cuanto antes.

Lucas.
¿Es importante?

Álex.
Sí. Lo siento.

Al menos, está bastante claro que a ninguno le hace demasiada gracia aquello (concretamente, a Lucas le hace la misma gracia que les haría a los pasajeros del Titanic saber que el barco se estaba hundiendo).

Siempre se ha considerado una persona muy creativa, pero no puede imaginarse una sola razón por la que Álex querría llamarle. Después de semejante primera —y última— cita, la conclusión más obvia es que cualquier tipo de contacto quedaría descartado.

En todo caso, si emplea toda su imaginación, habría podido esperarse una llamada suya el mismo día que comieron juntos, ya fuera porque:

—teoría número uno: Álex había tenido un accidente de tráfico al arrollar un carrito de bebé cuando volvía en su patinete eléctrico y la policía quería hablar con Lucas porque había sido el último en verle con vida (aunque la verdadera investigación debería ser sobre quién coño se presenta en patinete eléctrico en una primera cita).

—teoría numero dos: le habían metido en el calabozo y llamaba a Lucas para que le pagara la fianza (aunque no se le ocurre un delito que Álex podría cometer más allá de ser un pretencioso). Además, ya se había gastado veinte euros en el menú de la comida, así que su situación económica no hubiera estado para ayudarle. Si alguien pedía dinero al otro, ese iba a ser Lucas, como indemnización por esa cita de mierda.

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