Se plantea reemplazar eso de «descifrar a Álex» por «descifrar qué método de tortura está mejor visto en la actualidad» cuando su primer día confinado con Álex empieza a las 3:59 de la madrugada.
Le despierta un ruido metálico y distante, aunque lo suficientemente alto para sacarle de su sueño —por algún motivo, estaba soñando que escalaba La Sagrada Familia— y da un par de vueltas por el colchón, molesto por la interrupción. No hay luz fuera de la ventana, así que no sabe por qué Álex parece estar tocando una sinfonía con los cacharros de la cocina, como si fuera High School Musical 2.
Sólo se digna a abrir un ojo, suficiente para ver la hora en el móvil. Se iría a dormir otra vez, de no ser por las más de cien notificaciones que se amontonan en su pantalla de bloqueo. Ni siquiera puede fijar la vista en las primeras porque aparecen más. Y más. Es miércoles, y el mundo lo sabe.
@dianabennet 30 min – Twitter
No puedo esperar al próximo capítulo de #PorCasualidad.@lapapeleradenuria 2 min – Twitter
Menos de un día para un nuevo #PorCasualidad y ya no me quedan uñas por morder. ¿Alguien tiene unas de sobra?@elromancesiestamuerto 1 min – Twitter
¿Por qué TODOS estamos levantados a las cuatro de la mañana? ¿#PorCasualidad no estaremos esperando lo mismo?El insomnio como seña de identidad de la generación Z.
Es ligeramente abrumador. Cuando empezó el proyecto de Por Casualidad, la intención de Lucas no era llegar a tanta gente. Le gustaba escribir en su tiempo libre como una forma de compartimentar sus pensamientos, un método de paz y orden mental al más puro estilo de Marie Kondo.
Y dónde mejor para hacerlo que en una cuenta de Twitter cien por cien anónima, bajo un pseudónimo que ni el mejor agente del CNI podría averiguar. Sin seguidores, sin atención. Sólo Lucas y su mente en ese perfil discreto.
La cosa es que la discreción a veces no dura mucho.
Quizá lo había enfocado mal desde el principio. O, al menos, debería haberse anticipado a lo que iba a ocurrir. Porque esos hilos de Twitter, donde subía una historia a la semana, no tardaron más que unas semanas en hacerse famosos.
En el fondo, es un concepto innovador: relatos de desamor, fragmentados en párrafos de los 280 caracteres permitidos, que empiezan bien (como tantas veces pasaba en la vida) pero acaban torciéndose inevitablemente. Son la antítesis de las historias románticas. Y él es el Grinch del amor.
Citas desastrosas (irónico, ¿no?), imbéciles disfrazados de tipos encantadores, y parejas que simplemente no tenían la suerte de su parte. Cada siete días, una nueva historia independiente, puntual como un reloj. En cierta manera, el proyecto es como un gran «que te jodan» a los Nicholas Sparks del mundo que creen en los finales felices. La peor pesadilla de las canciones de Taylor Swift.
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14 días
Romance«De la tragedia a la comedia romántica sólo hay un paso». Lucas intenta mantenerse alejado de todo lo relacionado con el amor. Escribe historias con finales catastróficos para sus parejas y así se convence de que enamorarse no merece la pena. Basta...