Al parecer, cuando Álex dice que «va a hacer algo rápido de cenar», una bandeja de tacos capaz de alimentar a varias familias durante la posguerra entra dentro del abanico de posibilidades.
De todas las cosas que esperaba encontrar al salir de su habitación, un arsenal de comida mexicana no era una de ellas.
Después de terminar su última clase, sigue el aroma a lima y ternera que proviene de la cocina hasta encontrar a Álex frente a la encimera, con su delantal y parte de su sudadera cubierto de un color rojo intenso, a medio camino entre un cuadro de Pollock y un tributo a la Matanza de Texas.
—No sé si esto viene en tus libros de recetas, pero para hacer unos tacos no es necesario matar al cerdo con tus propias manos. Los venden ya muertos en el supermercado —ironiza Lucas, rodeando el mueble y acercándose a la zona donde están la sartén con la comida y los platos.
—Es salsa picante, gracioso —le contesta Álex, mirando con preocupación las manchas de su sudadera de Nike, como si no tuviese claro que en algún momento fueran a desaparecer—. No he calculado bien la fuerza con la que la estaba echando.
Mira con asombro el despliegue que hay en la cocina: la sartén con la ternera, la cebolla y el chile; el exprimidor manual con la cáscara de la lima; un bol con guacamole y pico de gallo...
—En tu defensa, diré que no sé cómo has conseguido hacer todo esto en media hora, mientras que yo tenía que poner todos mis esfuerzos para coger tres líneas de apuntes. Empiezo a pensar que sí serías un buen aliado en un apocalipsis zombi.
Álex sonríe y remueve la mezcla del relleno. Hay gente que tiene manos de pintor, como si los pinceles con los que trazan no fueran más que una extensión de sus dedos; otros tienen manos de pianista, y cuando tocan las teclas parece que éstas se diseñaron a su medida.
Álex tiene manos de cocinero. Más allá de las salpicaduras esparcidas irregularmente por lo que lleva puesto, sus movimientos en la cocina son metódicos y certeros, lo cual da la sensación de que ha pasado años de su vida colocando carne sobre tortillas de trigo.
—Fue mi madre quien me enseñó la forma más rápida de hacer tacos —dice—. Lo aprendió de un cocinero que tenía un food truck cuando fue a Cancún por trabajo. Solía llegar al hotel tardísimo por la noche, cuando apenas había ya restaurantes abiertos, pero el viejo Moncho siempre cerraba su camión una hora tarde para esperarla. Así que todos los días cenaba tacos allí, y antes de irse pidió la receta.
—¿Tu madre cocina mucho? —pregunta Lucas. Hasta ahora, apenas ha oído hablar de ella. Sabe que el piso en el que están es propiedad de sus padres, pero ahí acaba su conocimiento sobre el tema.
—Cocinaba mucho, ahora menos. Quiero pensar que la Thermomix tiene parte de la culpa.
No sabe qué emoción escondida tras la broma arrastran esas palabras. Hay veces que le resulta complicado entrar dentro de la cabeza de Álex; dependiendo del momento, puede dar de la misma forma con su versión hermética y suspicaz que con su carácter abierto y transparente.
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14 días
Romance«De la tragedia a la comedia romántica sólo hay un paso». Lucas intenta mantenerse alejado de todo lo relacionado con el amor. Escribe historias con finales catastróficos para sus parejas y así se convence de que enamorarse no merece la pena. Basta...