Aviso de contenido. Este capítulo contiene referencias al abuso sexual.—
Lucas no está acostumbrado a ver a Alicia así.
Desde la noche en la que la conoció de fiesta, ha preservado la misma imagen que todo el mundo tiene de ella: radiante, libre, inquebrantable.
Y es que, aunque él la conozca de una manera que va mucho más allá de lo superficial, la apariencia que Alicia proyecta desde el primer momento es un fiel reflejo de su espíritu. Tiene problemas como el resto de las personas, sí, pero si hay alguien que siempre sabe solucionarlos es ella. Cuando la vida le lanza algo a la cara, ella devuelve el golpe con fuerza.
Por eso tiene miedo al verla así.
Tan vulnerable. Porque eso significa que alguien ha podido penetrar su coraza y darle donde más duele.
—Cuando estés lista para hablar, estoy aquí —le dice.
La ve secarse las lágrimas al otro lado de la pantalla.
Lucas se ha metido en su habitación. Aunque no sabe por dónde va el asunto, no hace falta ser un genio para comprender que el salón de un loft a la vista de todos no es el lugar más propicio para hablar con Alicia. Sobre todo cuando las lágrimas y los sollozos interrumpen su voz quebrada cada pocos segundos.
—Vale, ya está —afirma Alicia, todavía con los ojos vidriosos.
—Alicia, estamos en época de sequía, no pasa nada si quieres llorar hasta crear un embalse nuevo. El ayuntamiento te lo va a agradecer —bromea, y después añade—: Ahora en serio, no tengo ninguna prisa, ¿seguro que ya está?
Ella niega con la cabeza y rompe de nuevo a llorar.
La observa durante un minuto, sin saber bien qué hacer ante la desmoronada imagen de Alicia. Empieza a pensar que, cuanto más entera e imperturbable es una persona, más rota se queda cuando quiebra.
—¿A quién tengo que pegar? —pregunta Lucas.
—A mi madre, para variar.
«Para variar». Dice mucho de una madre que su hija esté constantemente al borde de las lágrimas por su culpa, sobre todo si no es por un rifirrafe normal. Al fin y al cabo, todas las familias tienen problemas y se da por hecho que la convivencia es difícil. No es el caso.
Por eso, aunque Lucas no tenga mucha experiencia en lo que se refiere a vínculos maternales, puede afirmar con total seguridad que la marquesa es una mujer repulsiva. Ya se espera cualquier cosa de ella.
—Es que ¿por qué hace esto? —pregunta Alicia con la voz débil—. Sabe que no podemos estar juntas y aun así decide venir a pasar unas vacaciones al piso para criticar todo. Que si la cocina es una pocilga, que si el cuadro que nos regaló está torcido... Su propósito en esta vida es amargarme la existencia.
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14 días
Romance«De la tragedia a la comedia romántica sólo hay un paso». Lucas intenta mantenerse alejado de todo lo relacionado con el amor. Escribe historias con finales catastróficos para sus parejas y así se convence de que enamorarse no merece la pena. Basta...