17 | Aunque esté muy bueno.

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Cuando sale de su habitación, aún con mal cuerpo por la llamada con Alicia —probablemente tenga que pasar un tiempo hasta que deje de tenerlo—, trata de recuperar la compostura para que Álex no perciba su cambio de humor

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Cuando sale de su habitación, aún con mal cuerpo por la llamada con Alicia —probablemente tenga que pasar un tiempo hasta que deje de tenerlo—, trata de recuperar la compostura para que Álex no perciba su cambio de humor.

O, al menos, pretende intentarlo; es difícil actuar como antes después de saber la encerrona que han organizado los marqueses a su mejor amiga.

En seguida ve que no tenía que haberse preocupado: Álex está gritando en la otra punta de la casa. Para que Lucas pueda oírle desde el pasillo, la conversación debe de ser intensa, porque esas paredes amortiguan todos los sonidos sin problema. Se acerca hacia su voz y descubre que está en la terraza.

Y la puerta está cerrada.

Definitivamente está gritando a todo pulmón.

—Pero ¿cómo que no vais a venir? —clama. Nunca le ha visto de esta manera, como fuera sí—. Oh, no, perdona, por supuesto que lo entiendo. La que no parece entenderlo eres tú. ¿Cómo puedes ser tan egoísta?

Lucas se hace a un lado de forma que, si Álex mira hacia atrás, él quede oculto por la encimera. Se siente mal escuchando a escondidas. Pero es la segunda vez en pocos días que le encuentra discutiendo por teléfono. Teniendo en cuenta lo poco que usa su generación las llamadas, asume que es la misma persona.

—Sí, egoísta, mamá. Egoísta. ¿Necesitas que te lo deletree? —continúa bramando. Durante las pausas le observa caminar de un lado a otro entre las plantas, y teme que en cualquier momento una de ellas se lleve una patada—. Claro que harás lo que veas conveniente. ¿No es eso lo que siempre haces, lo que te sale de los mismísimos huevos? —Otra pausa—. Ya sé que no tienes testículos, mamá, pero me alegro de que, de todo lo que hemos hablado, te centres en la expresión.

Se aparta de la puerta y vuelve a su habitación, sintiéndose culpable por cotillear en los asuntos personales de Álex. No obstante, empieza a pensar en lo que ha oído. «Conque su madre», piensa. Menuda racha llevan hoy todos sus conocidos con sus familias. Aunque, ¿no es eso el mundo, una gran red de familias disfuncionales? Siempre ha pensado que tiene una suerte increíble con su padre, pero —si se para a pensarlo— probablemente sólo es la forma del universo de equilibrar lo pésima que fue su madre.

Al cabo de un rato, Álex aparece frente a su cuarto. Manos en el marco de la puerta, sonrisa, mirada curiosa y cara angelical. No hay rastro de irritación en él. Cualquiera diría que se ha pasado los últimos diez minutos gritando.

—¿Ya has terminado de hablar por teléfono? —le pregunta a Lucas avanzando unos pasos—. Parecía intensa la conversación.

—Lo mismo digo, ha venido la policía mientras chillabas en la terraza —bromea—. Les he dicho que no tenían que preocuparse.

Álex se rasca la nuca, nervioso.

—Me has oído.

—Yo y medio Madrid. Pero bueno, no creo que hayas desentonado mucho. Si algo se nos da bien a los españoles es hablar a voces. ¿Todo bien?

14 díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora