31 | ¿De qué harías tu primera película?

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La fiebre termina de irse después de comer

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La fiebre termina de irse después de comer. Tampoco es que le estuviera afectando de ninguna forma —más allá de tomarse un paracetamol preventivo cada seis horas—, pero está bien comprobar en el termómetro que todo parece regresar a la normalidad. Ahora vuelven a ser dos universitarios que comparten piso y se miran en el salón cada poco minutos con ganas de comerse la boca.

«Y que se comen la boca también», apunta mentalmente. Porque cuando uno lleva toda su vida impidiendo que nadie se acerque más de la cuenta a sus labios, es importante recalcar el momento en el que eso cambia. Y en ese momento aún tiene el recuerdo reciente de cuando Álex le ha besado hace un minuto, antes de volver a tumbarse en su regazo y mirarle desde abajo con los ojos brillantes.

—¿De qué harías tu primera película? —dice.

—Por Dios, Lucas, son las cuatro de la tarde. No me puedes lanzar este tipo de preguntas sin avisar, y menos cuando aún no he terminado de hacer la digestión —contesta Álex—. Si no he decidido qué café quiero, imagínate lo otro.

En realidad, le ha preguntado eso porque es consciente de que le están rugiendo las tripas a pesar de tener el estómago lleno. Espera que Álex no lo note, aunque él mismo lo está escuchando como si la NASA hubiese organizado un despegue en su interior. Y el cohete debe de estar a punto de arrancar.

«¿Ves? Ese el típico fallo de las películas», piensa con fastidio. Vale que Álex ha conseguido convencerle del potencial que tienen para contar historias, pero jamás serán realistas. Si estuvieran en una ahora mismo, el rugido de su abdomen estaría siendo eclipsado por una bonita banda sonora que acompañara la escena aparentemente romántica, quizá de Alicia Keys o algo de R&B antiguo.

—Venga ya —se queja. Si ha sacado el tema de conversación, no ve por qué no ceñirse a él. Además, tiene curiosidad por saber qué tipo de cine le gustaría hacer—. Tienes que haber pensado en tu primera película alguna vez.

—Claro que le he dado vueltas. Mil veces. Pero he cambiado demasiado de opinión como para poder darte una respuesta definitiva. Se me va antojando cada vez que salgo de ver una buena película. ¿Voy al cine a ver una de terror cutre? No paro de pensar esos días en técnicas novedosas para innovar un género que empieza a ser aburrido. ¿Veo una comedia romántica floja y predecible? Pienso que intercalar historias de los personajes rodando en paralelo sería interesante.

—Espera. ¿Me estás diciendo que sacas inspiración de las películas malas?

—Por supuesto. ¿No te pasa lo mismo con los libros?

—Qué va, ni se me había pasado por la cabeza —dice Lucas—. Cuando leo una novela que me parece espectacular, siento la necesidad de escribir algo. Con la esperanza de que algún día tenga yo una idea así de buena, ¿sabes?

—Pero eso es muy mala idea, porque estás poniendo en un pedestal una historia que no puedes igualar —objeta Álex—. En cambio, siempre podrás darle la vuelta a todo lo que odias de algo que has visto y, encima, por el contraste, todo lo que se te ocurra te parecerá bueno. La mejor forma de tener un argumento brillante es hincharte a guiones malos.

14 díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora