Había muchas cosas de Hyun Woo que Ho Seo adoraba. Adoraba su paciencia, su entereza. Adoraba que a Hyun Woo le gustara poner la cabeza en su pecho para escuchar los latidos de su corazón, o que se preocupara por él, que le regalara flores siempre que podía. Adoraba lo trabajador que era, lo atento que era, lo dulce que era. Adoraba muchas cosas de Hyun Woo, pero también le molestaban otras. Nadie era perfecto, siquiera su precioso marido.
Una de esas cosas que molestaban a Ho Seok era lo cuadriculado que podía llegar a ser Hyun Woo con algunas cosas, especialmente con el dinero. En general lo entendía, pero a principios de mes, o tal vez más bien a finales, no le gustaba.
Sucedía un fenómeno muy curioso cuando los dos recibían en sus cuentas bancarias su sueldo cada mes y Hyun Woo empezaba a repartir el dinero. El salario íntegro de Hyun Woo, que cobraba menos que Ho Seok, iba a una cuenta de ahorros, y luego, del de Ho Seok, Hyun Woo quitaba aproximadamente la mitad para impuestos, tres mil para el alquiler, unos quinientos a pagar agua, luz, internet, mensualidades del gimnasio de ambos y bonos de transporte público, y el resto era para comida y para cualquier capricho que Ho Seok quisiera.
A Ho Seok no le gustaba ver cómo, cuando Hyun Woo terminaba y le daba la vuelta a su portátil para enseñarle con cuánto dinero contaba ese mes, él veía que su sueldo habían sencillamente volado. El último mes habían quedado algo más de mil doscientos dólares, y Ho Seok había llorado solo de pensar que unos 800 de eso iban a irse en comida.
Esas lágrimas de cocodrilo (porque Ho Seok podría ser dramático, pero no tanto) le habían llevado, en cualquier caso, a la situación en la que estaba ahora. Porque su marido no iba a cambiar, y la única solución alternativa era cobrar más dinero.
Así había ido a hablar con su jefe para pedirle un aumento de sueldo. Y había funcionado, pero a cambio de esos casi ocho dólares más por hora, le habían endosado algo que nadie quería hacer.
Lo cual estaba lejos de ser un problema, porque a Ho Seok siquiera le parecía tan tedioso como todo el mundo se empeñaba en pintarlo, pero le había llevado a una situación un tanto nueva.
Desde la sala de descanso, podía ver perfectamente en el mostrados a seis recién graduados, hablando tranquilamente. Aquel iba a ser un día extraño.
Respiró hondo, y se dirigió hacia allí.
-Voy a asumir que sois los nuevos residentes de enfermería -les dijo en inglés, y a ellos les faltó tiempo para mirarle con toda la atención del mundo y contestarle que así era.
Tras eso, la conversación se volvió un tanto incómoda. Ho Seok no estaba acostumbrado a ser tutor de nadie, le colocaba una responsabilidad que le asustaba un poco, y no por él, sino por esos chicos. Quería ser un buen maestro, y toda la expectación que veía en los ojos de esos recién graduados era... aterradora.
Les explicó que dos enfermeras y él se iban a encargar de ellos, dos por cabeza, y ellos le dijeron que ya lo sabían. Cuando Ho Seok les preguntó si alguno de ellos prefería a las otras dos enfermeras, la respuesta negativa de todos sí que le tomó por sorpresa. Su jefe le había dicho que los enfermeros jóvenes le adoraban, esa era la razón por la que le había pedido que se encargara de los residentes, pero Ho Seok pensaba que exageraba.
En cualquier caso, dado que tenía que elegir a dos, les pidió que se presentaran para conocerles un poco. Y se llevó una sorpresa con dos. El único chico del grupo del hizo mucha gracia, le recordaba muchísimo a otra de las enfermeras, y así se lo hizo saber a la enfermera en cuestión cuando las dos aparecieron. Tal y como ya había previsto, el interino y la enfermera encajaron, así que de él no tuvo que preocuparse más.
La otra persona que le sorprendió era esa chica de pelo morado que casi parecía preferir no llamar mucho la atención. Lucy Lee, se llamaba (más tarde Ho Seok descubriría que su nombre de nacimiento era Ga Hyeon), una chica coreana que se había mudado hacía seis años a estados unidos y que había nacido y se había criado en la misma provincia que Ho Seok. Que se hubieran encontrado al otro lado del pacífico de esa manera en el mismo hospital tras haber estudiado la misma carrera era demasiada casualidad como para ignorarlo. A ella la eligió sin dudarlo.
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Not all Girls are from Venus » Dodo x I.M. MONSTA X
RomanceDodo era como una bala perdida, como la rosa con más espinas. Quizá podría romper el corazón a cualquiera con un parpadeo y las costillas de un puntapié pero, para Chang Kyun, ese ángel de la destrucción era lo más bello que hubiera visto jamás. Él...