-¿Por qué no quieres darle tu teléfono, Dodo?
Una pregunta simple con una respuesta simple, casi estúpida. Dodo se preguntaba cómo su hermano mellizo no se habría dado cuenta de cuál era la razón, cómo le preguntaba algo como eso como si no fuese lo más obvio del mundo.
A decir verdad, después de que se hubiera subido a la camioneta de Chang Kyun poco rato antes, no había pasado gran cosa. Le había preguntado al muchacho qué edad tenía (17, dos más que ella), le había preguntado dónde vivía y le había mirado fijamente y sonriendo todo el camino para ponerle nervioso, pero también para fijarse bien en él, en la persona que había recibido un puñetazo por actuar de forma imprudente para ayudar a Min Hyuk.
Ese tal Chang Kyun parecía un pequeño gatito, con sus ojos felinos, su nariz grande y sus labios finos. Tenía las mejillas cubiertas de marcas de acné y era casi diez centímetros más bajo que ella. Estaba posiblemente lejos de ser, físicamente, el chico perfecto (o al menos el chico al que la mayoría de chicas buscaban), pero a ella le había gustado. Era mono, parecía un buen chico y había mostrado interés en ella.
Le intrigaba.
¿Por qué no le había dado su teléfono entonces? Torció los labios y cerró el armario para girarse a mirar a su hermano. Él estaba tumbado en la cama de ella con las piernas colgando por un lateral y los brazos abiertos. La seguía mirando, esperando por su respuesta, dirigiéndole una expresión que Dodo podía leer perfectamente, un "no te voy a dejar ir sin que me digas la verdad" que parecía escrito en esos ojos. Y ella no podía mentirle a su mellizo. Habían estado acurrucados durante nueve meses en el útero de su madre, protegidos de los peligros del mundo exterior y teniéndose solo el uno al otro. No podía mentirle, a él no.
-¿Para qué? –contestó, encogiéndose de hombros-, se va a ir cuando descubra cómo soy de verdad.
Lo dijo tan seria y tan indiferente, que Min Hyuk no supo qué responderle. Con ese tono, él no estaba seguro de si a Dodo Chang Kyun no le importaba en absoluto, o si, por el contrario, le importaba demasiado.
Se tratara de lo que se tratara, Min Hyuk entendía lo que quería decir Dodo. La gente no se quedaba mucho tiempo cuando se trataba de ella.
Dodo era una chica incendiaria e imprevisible que siempre terminaba explotando por cualquier cosa. Tenía catorce años y un montón de problemas de conducta que llevaba arrastrando desde que tenía nueve o diez años.
Los dos se habían criado en una familia de padres fríos y ausentes que, cuando estaban, solo les hacían sentir inseguros e insignificantes. Prácticamente los había criado en solitario su hermano que era catorce años mayor que ellos, pero eso no les había salvado de crecer con demasiados pequeños traumas que parecían difíciles de sanar.
Era cierto que al menos los mellizos se tenían el uno al otro y que su hermano Ho Seok les había dado al menos un adulto de referencia en quien apoyarse cuando las cosas iban mal, pero ¿cómo crecer como personas sanas cuando las personas que deberían cuidar y velar por ellos solo mostraban indiferencia hacia ellos? Min Hyuk lo había dado absolutamente todo para complacer no solo a sus padres, sino a todo el mundo que le rodeaba. Había crecido sintiendo que no merecía que le quisieran y hacía cualquier cosa, absolutamente cualquier cosa, para evitar ser abandonado, lo cual terminaba provocando muchas situaciones iguales a las de aquella noche en que se encontró con Chang Kyun. Aquella vez, le había robado dinero a sus padres para complacer a unos chicos mayores comprando alcohol para ellos, y había terminado bebiendo demasiado tras sucumbir a la presión de grupo. Sin embargo, en algún punto esos chicos le habían dejado tirado y, al final de la noche, Dodo se había dado cuenta de que él se había escapado de casa y había empezado a llamarle sin parar. Al principio para que se lo cogiera y hablar con él, luego ya lo hizo en un intento desesperado de saber si se estaba acercando a donde él estaba.
ESTÁS LEYENDO
Not all Girls are from Venus » Dodo x I.M. MONSTA X
RomanceDodo era como una bala perdida, como la rosa con más espinas. Quizá podría romper el corazón a cualquiera con un parpadeo y las costillas de un puntapié pero, para Chang Kyun, ese ángel de la destrucción era lo más bello que hubiera visto jamás. Él...