CAPÍTULO 23. DESOLACIÓN Y SUFRIMIENTO OPACO

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El mundo era un lugar oscuro y desolador, lleno de sufrimiento. Así era como L lo había visto en todo su longevo caminar, envuelta en las tinieblas poderosas, siempre a merced de ellas. Cuando la niebla se levantó del cielo, descubriendo al brillante sol que relucía firmemente, L percibió la presencia de un extraño. Le dijo a Manos que no le daba la impresión de que fuera un vampiro..., al menos no del todo.

—No transmite las mismas vibraciones que los Vampiros Nobles —le comunicó, envarada—. Sopeso que tampoco forma parte de la guardia del Conde. Aunque podría estar camuflándose como uno.

— ¿Me estás diciendo que sospechas que se trata de un nuevo Cazador? —la interpeló Manos, no dando crédito a lo que escuchaba de la dhampir—. Ambos sabemos que precisamente los Cazadores escasean en número, y los Nobles los sobrepasan bastante. Me resulta raro que uno de ellos se encuentre por estas inmediaciones.

—No consiste en una coincidencia o en un evento casual que él se halle por esta zona, cercano a las aldeas diseminadas por la Frontera —prosiguió L con sus cábalas, sin cejar en su empeño de descubrir y destapar la verdadera identidad del misterioso Cazador—. Debe de estar buscando algo concreto.

— ¿Y si acaso buscase lo mismo que tú, L? —Manos saltó, sonriendo abiertamente—. A lo mejor hemos encontrado un aliado portentoso que nos prestará su fuerza y su energía.

L se rebulló y lo miró, presa de la inquietud.

—No podemos saberlo con certeza. El optimismo no nos dará la posibilidad más acertada. En rigor, los Cazadores somos seres solitarios, centrados únicamente en erradicar a la Nobleza, entregando nuestras vidas y nuestras espadas en pos de esa misión, y al no buscar intereses propios, nos alejamos constantemente de las ciudades y los problemas de los hombres, desentendiéndonos de ellos; y siguiendo esta línea de lógica, lo más natural para nosotros es quedarnos ocultos en las sombras, agazapados, esperando a que la presa dé un paso en falso; por lo tanto, no deseamos apreciar a los seres humanos puesto que vivimos sólo para ser contratados por ellos, a fin de dar caza a las criaturas tenebrosas, hijas de la noche, de la oscuridad lúgubre, la cual nos conforma a nosotros asimismo. Cuando la noche cae, comienza la caza. Ése es nuestro lema fundamental, grabado a fuego en nuestro cerebro. No necesito tener tapujos con nadie, ya que no supone mi sustento ser amable con los humanos. Como tú bien dices, somos Cazadores, y ello significa que no nos dieron opción de elegir al crearnos. Nos inculcaron lo que debíamos ser, y debemos dejar atrás nuestros sentimientos, desenterrar las emociones que nos volverían vulnerables. No podemos mostrar signos de debilidad absolutamente en ningún momento. —L siguió susurrando en tono frío y antinatural—: Lamentablemente para nosotros, el único camino que se nos ha permitido hollar es el del horror y la penumbra, donde la violencia prolifera por todas partes, al asedio del mal infinito que nos controla y nos tiene bailando en la palma de su mano. Sí, amigo mío, no erraste en tu razonamiento. Yo llevo mi oscuridad conmigo, viaja a todos los lados, cruzando océanos y desiertos, enraizada en el fondo hueco de mi corazón. Por eso me decidí a convertirme en una Cazadora.

—Yo te apoyaré por siempre —la apoyó Manos—. Si necesitas que te consuele, puedes llorar frente a mí; entiendo tu pesadumbre. Te has adaptado, a pesar de que no sea la vida que deseabas en los albores de tu tiempo.

L se resintió, alertada al notar que Zac se dirigía a ella, encaminado a llenarla de besos cálidos y apretujarla entre sus brazos. Él, con sus ojos repletos de amor, le sonreía brillándole las facciones, proclamando que su juramento de amor sería eterno.

—Sólo quienes han perdido algo relevante se transforman en Cazadores, como les sucediera a Mateo, las hermanas Beauchamp y los hermanos Boyer —musitó L, y Zac se quedó parpadeando, ya que no podía escuchar nada de lo que estaban conversando—. Los recuerdos de sufriente dolor se difuminaron a tiempo, ya apenas retorno a la opacidad oscura de mis días pasados. Se disgregan los trozos de mi ser, y yo me pregunto quién soy. Las consecuencias de haberme dispuesto a serlo son devastadoras. Pero no puedo regresar atrás, ya es demasiado tarde. Yo perdí la oportunidad de lamentarme... Cuando el mundo y ella, especialmente ella, me negaron el calor que podrían haberme brindado... Y nunca podré recuperar la juventud, y hacer uso de mi gentileza para lograr que todo se modifique y se vuelva halagüeño.

—Estás conmigo, nena, y yo nunca te abandonaré —Zac la reconfortó en su tierno abrazo y ella, conmovida, lo rodeó, estrechándolo hacia sí—. Por cierto, ¿de qué estabais disertando?

—Hemos sentido una extraña presencia —le contestó Manos—. Ignoramos de quién se tratará en esta ocasión. Al parecer está escondiendo su aura y un gran porcentaje de su poder.

—No pueden ser Tepes ni el Barón Baasz —negó L, moviendo la cabeza.

— ¿Ésos quiénes son? —preguntó Zac, curioso.

—Mis hermanos por parte de padre —respondió L—. Unos tipos malvados que será mejor que no conozcas. Yo personalmente los detesto. Me he enzarzado en peleas con ellos varias veces.

—Dejémoslo así —se resignó Manos, desalentado—. Esperemos que sea más cañero y bueno que los otros guerreros de la noche.

—Mi teoría personal es que es un tipo que se dedica a cuidar a los humanos en vez de matarlos —dijo Zac, teorizando—. Aunque es mi humilde opinión, y puedo hallarme errado. No tengo ni idea de cómo son los Cazadores en realidad, aparte de ti, Luce.

Ella se apercibió de la frecuencia del Cazador, que se hallaba muy lejos y al mismo tiempo cercano a ella, y éste sonrió, satisfecho de haberse aproximado a su objetivo. Él no sería parado en su cometido. Lo hacía por el bien común, además de para limpiar su nombre. Parecía un vampiro, pese a que no fuera sino el hijo rechazado del Rey Vampiro, el malvado Ancestro Sagrado, el vástago inmortal del dios oscuro que adorara la Nobleza. Él era ni más ni menos que el segador oscuro de los Nobles, esforzado en asesinarlos y erradicarlos desde dentro; eliminaría a su letal enemigo de la Tierra, volviéndola de nuevo un vergel de paz y tranquila belleza, en el que brillarían las estrellas sobre la cúpula celeste. El Cazador que no portara un nombre estaba rescatando a las personas, aún sin llegar a descubrirse, encubierto bajo un alias, actuando con falsedad, así no descubrirían los vampiros su complot. Deseaba con todo su corazón toparse por fin con su familiar, la legendaria Cazadora de Vampiros L.

Cazadora de Vampiros LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora