CAPÍTULO 34. LA COSECHA

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Los guardias vampiros se llevaban a todos los niños y jovencitos de entre siete y veinte años para emplearlos para la recolección asidua de sangre humana, lo cual acontecía en primavera y en invierno, es decir, dos veces al año. La cosecha era tan nefasta que apenas quedaba gente joven en el pueblo debido a la avaricia de la Nobleza, y por ello sus familiares eran acuciados a engendrar más hijos, tratando de reproducirse más rápido de lo que sucedían las recolecciones, de forma que eran vistos como si fueran conejos más que personas. No les quedaban más opciones que entregarse a la fe y las oraciones, a merced siempre de los volátiles y caprichosos Nobles.

L y Vladislaus detectaron a los chicos, a Tom con sus hermanos pequeños, que se agarraban a él despavoridos, a Rebecca cogiendo a María de la mano, a Esteban y Hannah abrazándose a David, presos del espanto más absoluto, a Jacob junto a su hermana, respirando con dificultad, pues carecía de inhalador ya que se le había quebrado.

— ¡Poneos todos en fila! —mandó el primer guardia.

El segundo se reía de los niños, rodeándolos con su caballo cyborg, que era más metálico que viviente, puesto que no piafaba ni se movía apenas.

—Están demasiado escuálidos —resopló el segundo vampiro—. Malditos sean, no les gustarán al Conde ni a los invitados.

—Por lo menos tenemos que traerles algunos —dijo el otro, y se acercó a donde estaba Joseph, el hermano menor de David, que era un chiquillo tímido y apocado—. Mírame a los ojos, rata. Nosotros somos lo único que verás. Me llevo a este.

— ¡No! ¡¡No os lo llevéis!! —gritaron David y los demás, pero el caballo se encabritó enfadado y ellos retrocedieron—. ¡¡Piedad, es mi hermano!! ¡¡Llevadme a mí!!

—Tú eres una rata fofa —le escupió el otro guardia, haciendo una mueca-. Y el inútil a tu lado está enfermo —añadió señalando a Jake—, así que su sangre está contaminada. Los otros renacuajos son esqueléticos, no nos servirán de nada.

—Ésta me parece que está en buena forma —dijo su compañero, observando malicioso a María—. Nos llevaremos a estos dos de momento.

Tiró de María, y ella se soltó del agarre de Becky.

— ¡¡NO!! —chillaron sus amigos, angustiados, y los niños empezaron a llorar usando toda la potencia de sus pulmones.

—Este ratón tan ruidoso se va a callar —dijo un tercer guardia, apareciendo de golpe en escena, y sus homónimos se volvieron a él, contentos de que hubiera aparecido. El vampiro le rozó la mejilla con la uña a Esteban, provocándole un corte superficial, y el niño se encogió sobre sí mismo, quedándose mudo del terror que sentía—. Dejemos a los demás, los restantes no tienen valor. Te intercambio a esta ardilla huesuda por la cría.

— ¿Cómo? ¿Piensas hacerle algo perverso? —el guardia no se rio ante la pasividad que mostrara su colega en el oficio. De acuerdo, te la cambio por el niño. Pero no te cebes en ella. Sabes bien que a nuestro señor le desagradan en extremo las presas usadas.

María fue sostenida por el tercer guardia, que poseía una descomunal fuerza, y la muchedumbre se disgregó, confundida y apaleada. No les quedaban esperanzas con las que resistirse a ese doloroso golpe. Ellos no podían hacer nada para cambiar el mundo tal cual era.

—Zac, no seas tan osado como para hacerlo —lo avisó L, pero él se adelantó igualmente, aunque más que presumir de su valentía, quería realizar un movimiento desesperado.

— ¡Cogedme a mí en lugar de a...! —se calló de golpe, y sus amigos de toda la vida lo observaron con el ceño fruncido, enrojecidos los bordes de sus ojos de tantas lágrimas que habían derramado.

Cazadora de Vampiros LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora