CAPÍTULO 36. LOS HUMANOS VS LOS VAMPIROS

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Mientras Vladislaus se encargaba de entretener a los humanos contándoles chistes y correrías pasadas en sus aventuras, L entrenaba reforzando sus habilidades de caza, su puntería y su destreza junto a Zac. Había convenido con Eleanor que su compañera ayudaría a los campesinos a sembrar los tomates, las calabazas y las otras verduras y frutas, en tanto ella se ocuparía de marchar a la Valla a recolectar armamento para los aldeanos y que de este modo se prepararan todo lo posible para la cruenta guerra que estaba por venir, en la que sacrificarían sus futuros y sus vidas.

Zac comía manzanas mientras ella repasaba los planos.

—Ya te has comido cinco.

Él se encogió de hombros.

—No me he enterado. De todas formas, tenía hambre. Oye, nena —susurró, y al levantarse, la miró— tengo ganas de una cosa contigo.

Ella enarcó una ceja.

—Ah, ya lo sé. Si pareces mi sombra. Me sigues a todos lados.

—Como un perro faldero —se rio Manos.

Zac no hizo caso y se volvió a recoger la basura. Al regresar junto a L, le dijo en ese momento:

—Luce, tu hermano me ha suplantado para contar chistes él. Me ha arrebatado todo el protagonismo.

—No te sientas celoso de él —L lo besó—. Después de todo, tiene que cumplir con su papel, como hago yo, y Eleanor asimismo. Tus celos son innecesarios y además te hieren. Yo te amo. Por cómo eres. Preferiría ser como tú. Para entenderte. Zac, contigo siempre hago una excepción. Eres una compleja red de excepciones que alguien teje sin descanso para ponerme a prueba. Y elegí amarte. Ámate más a ti mismo. ¿Sabes? , nadie me había hecho enfadar nunca y había salido ileso, nadie me había hecho sentir mal tras tomar una decisión, incluso dudo de mí misma a veces. Y no puedo olvidarme de ti. Cuando te desesperas, yo también lo hago. —Se abrazó a él, justo como recordaba que hizo Tina—. Vladislaus está en deuda conmigo porque yo salvé a su madre de una muerte certera cuando no era más que una muchacha, al igual que tú. Y no hagas ninguna teoría tuya, no quiero oír conjeturas descabelladas ahora. —Zac la besó en los labios—. Y sí, te amo, Zac. Y podemos hacer lo que quieras juntos.

—Perfecto.

Él se emocionó, y ya pareció menos cansado y decaído.

—Si quedarme a tu lado alivia tu alma atormentada por las dudas, no te inquietes, porque aquí estoy, y estaré cuando me necesites. Aunque tienes que saber cuidarte a ti mismo.

L empezó a desnudarse. Zac la paró.

—No, nena, no voy a obligarte a nada que no quieras hacer. Sé que deseas consolarme, pero no uses tu cuerpo. Yo no quiero controlarte, no soy ese tipo de persona. No deseo convertirme en un hombre que te hace daño o te humilla, no lo hagas por favor. Tú eres mi hogar, y donde tú vayas, yo iré contigo, hasta el fin de los tiempos, y ni siquiera la muerte podrá nunca separarme de ti.

Juntaron sus manos, y se sentaron en el suelo, ella acurrucada por él.


—Está bien. Me ha parecido interesante lo que has dicho.


—Es cierto lo que digo porque lo estoy sintiendo en mi pecho. Tales aristas de cristal, como tus ojos, son capaces de helar y perforar el corazón de un hombre que se ha entregado a ti en cuerpo y alma. Luce, yo te amo y te amaré siempre, con toda la intensidad que pueda reunir. Solo me importa procurarte felicidad y diversión a intervalos. No seré una carga, te lo prometo. Y aunque sea sólo un ser humano, pongo todos mis esfuerzos en estar a la altura de tus expectativas. Porque... Mi único poder es encontrarte.

Zac se puso a orinar detrás de unos matorrales y se sentó en la hierba.

— ¿Recuerdas cuando nos conocimos, Luce?

Cazadora de Vampiros LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora