CAPÍTULO 53. NOSOTROS SOMOS LOS HUÉSPEDES TRANSITORIOS

5 0 0
                                    

Año 3.803 D.C

Era un día muy especial en las vidas de L y de Zac, su esposo. Todos sabían en Oscura Chicago que L se disponía a dar a luz a los niños que hubiera engendrado junto con el muchacho. En cuanto al futuro padre de los niños, se encontraba, como era de esperar, muy angustiado y nervioso.

—Nunca he vivido esto antes —le dijo Zac a sus padres mientras se movía de un lado para otro en su cabaña—. ¿Creéis que lo haré como se debe?

—Creemos que serás un padre estupendo —dijo Evelyn, y lo abrazó con todo su cariño.

—Ya que eres un marido estupendo, no nos cabe ninguna duda de que lo harás de maravilla —dijo Adam—. Estamos tan exaltados y nerviosos como tú, hijo.

Cuando L notó que dos nuevas criaturas se desarrollaban conjuntamente en su interior, tanto ella como Manos se preocuparon al principio, y L se quejó de que no pudiera ser útil conforme el embarazo avanzaba, y los dolores aumentaban; pero gracias al amor infinito de Zac y toda la ayuda que le prestaban sus amigos no decayó y los bebés continuaron desarrollándose. Hasta que llegó el momento en que decidieron nacer, entrar en el mundo del exterior de la placenta de su madre y vislumbrar todo en su extensa magnitud y terror. En la cabaña de Rebecca, las mujeres se habían agrupado y lavaban a L con mantas húmedas, tratando de deshacerse de la sangre que se acumulaba cuando ella había roto aguas, hacía dos horas y media. L estaba inquieta, porque el parto era un asunto complicado para una dhampir, un ser sobrenatural como ella, y por lo tanto escuchaba los consejos que le daba Evelyn, su suegra, que se había desplazado hasta el lugar y la estaba atendiendo según las directrices que marcara Eleanor, a la que asistían María y Becky. Susan apareció corriendo, cargada de más toallas, y se puso en cuclillas y le secó el sudor de la frente a L.

—Todo estará bien —le dijo a la Cazadora, y ella asintió y se meneó por las contracciones, alfilerazos de dolor que se desparramaban por todo su cuerpo—. Lo haces genial.

—Más toallas, necesitamos que L no pierda mucha sangre o se agotará —dijo Eleanor, y miró a su amiga, mientras se tocaba su propia tripa—. Por los dioses, yo no sabía que esto podía doler tanto. Pero seguro que es maravilloso.

—Nada está exento de sufrimiento en este mundo —comentó su interlocutora, en tanto apretaba los dientes y acuciaba a los niños a que salieran y uno de ellos por fin lo hizo, y fue recogido por Evelyn.

—Ahora te vas a recuperar —le aseguró Becky, y observó al bebé, que era acunado dulcemente por su abuela.

—Felicidades, L. Es un varón sano y fuerte —le dijo María sonriendo alegremente.

—Qué buenas sois, chicas —dijo Manos—. Supongo que ya nos queda esperar a que venga el otro.

—Ya viene —dijo Eleanor mirando con ojo clínico a L—. Y será la niña en este caso.

La pequeña no tardó más en salir que su hermano, tan sólo un minuto más, y todas respiraron aliviadas al comprobar que lloraba con fuerza después de haberle dado un golpecito en el trasero.

—Tienes niño y niña —sonrió Susan—. Al igual que yo, L. Qué afortunada eres.

—Dejadme cogerlos —pidió L, y como tenía todo el derecho a pedirlo ya que era la que los había dado a luz, ellas se los tendieron en los brazos a la vez.

Estaban envueltos en mantas y tenían caritas sonrosadas, mas pálidas como la suya, y L sonrió de alborozo. Zac pudo pasar a la tienda.

—Se encuentran ahí —le dijo Eleanor.

Vladislaus acompañó a Zac.

—Tengo que conocer a mis sobrinos —manifestó con alegría.

—Claro que sí, hombre —dijo el joven, y besó a su esposa y a los bebés en la cabeza—. Son tan bellos, Luce, que me quedo sin halagos que decirles.

El niño era de cabello y ojos oscuros como su madre, pero la niña había heredado el pelo claro de Zac y sus ojos grises, y lo miraba atentamente.

— ¿Puedo cogerla? —le preguntó él, y ella estuvo de acuerdo.

—Con mucho cuidado —lo avisó María—. Son muy frágiles.

Tom, David y Jacob, seguidos de Adam, entraron para conocerlos. Los niños eran ya toda una celebridad. El pueblo entero esperaba poder verlos y celebrar su nacimiento. Era un acontecimiento insólito en Oscura Chicago.

—Se llaman Marius y Lilian —dijo L.

—Ya lo habíamos decidido —explicó Zac, y les enseñó los bebés a sus amigos.

—Pero qué tenemos aquí... Si son la cosita más linda que he visto.

Adam le mostró su nieto Marius a su hija y a los demás, y todos pusieron caras de estar encantados. Vladislaus se tronchaba de la risa.

—Estos pequeños van a ser tan guapos que todos se quedarán hechizados, hermana —le dijo a L—. Llevamos en la genética esta belleza inigualable, eso está claro.

—Me los comería de lo bonitos que son —dijo Jacob—. Y son tan suaves que parecen peluches. Ay, qué graciosos.

—Me agrada que todos los recibáis con orgullo —dijo L—. Son sangre de mi sangre, y los amo tanto que daría mi vida por ellos.

Zac y ella se volvieron a besar.

—Ya están preparados para todo —dijo David, señalando sus uñas, temeroso—. Vienen con garra.

Y ellos se echaron a reír. Era el momento de sentir la excelsa felicidad y disfrutar del regalo que te concedía el presente.

Unos días más tarde, tras acostar a los niños y que Zac durmiera del agotamiento, L no podía conciliar el sueño. Algo resonaba en su mente, muy insistente. Era la voz de su progenitor, el terrible Ancestro Sagrado. Él no paraba de decirle con su voz tenebrosa y de timbre grave: "Nosotros somos los huéspedes transitorios, L." Ella se levantó perlada de sudor, bufando como un gato acorralado. Comprobó que Marius y Lilian dormían en su cuna y Zac estaba tranquilo. Se sentó en el borde de la cama y suspiró. Creía que había sido un mal sueño, pero no era así. Él la estaba persiguiendo. La acechaba con ganas de atacarla.

—Acabemos con esto —le dijo a Manos.

—Sí, démosle por saco a ese hijo de perra —dijo el simbionte, y en medio de la noche L se despertó y se preparó totalmente, decidida a terminar de librar la guerra que empezó hacía mucho tiempo.

Esta vez sería la definitiva. Nadie ponía un dedo sobre su familia y si se atrevía a ello, lo pagaría muy caro. Puesto que su amada familia era intocable. 

Cazadora de Vampiros LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora