46B FINAL ALTERNATIVO EN QUE SUCEDE LA MUERTE DE ZAC

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L fue junto a Zac, le sacó la guadaña con mucho cuidado, moviéndose suavemente, y le dijo con la voz sacudida por la templanza:

—Todo estará bien, ya lo verás. Te vas a recuperar. No lo dudo. Tú eres increíble.

Él la miró a los ojos y ella agarró su mano pringosa, y la apretó con fuerza contra sí. Las lágrimas brillaban en la cuenca de sus ojos, y pugnaban por evadirse.

—Luce, no me dejes aquí solo. No te marches nunca.

—Jamás lo haré. Siempre estaré a tu lado. Tu dolor se irá pronto, Zac.

Él asintió y susurró, con la voz quebrada por la tristeza, y ronca por la tos áspera de su garganta:

—No me mientas. Soy consciente de que me estoy muriendo. Quiero que sea rápido, y que tú me sostengas, amor mío.

L le dirigió una cálida sonrisa, y lo besó en la boca, que estaba llena de sangre. Zac escupió y su físico sufrió un espasmo y tiritando, hubo de quedarse quieto, mientras la vida lo abandonaba, de un tirón y sin decir adiós, su alma se fue de su carne prieta, y partió hacia el más allá, o la nada, o la inmensidad de la oscuridad negra y terrible.

Al comprobar que no respiraba, y su corazón se había parado, L contrajo los músculos del rostro y le depositó un tierno beso en la mejilla helada. Acto seguido, le cerró los ojos. No volvería a despertarse.

—Ha muerto —anunció levantándose, tan estoica como acostumbrara a ser.

Su timbre monótono contrastaba vivamente con la guerra de vívida rabia que se fraguaba en su interior atormentado. Pero se mordió los labios y hubo de superar el sufrimiento, sobreponerse a la desdicha. Se tragó las lágrimas y las ganas de gritar, conteniéndose, clavándose las uñas en la palma de las manos, hasta que se pusieron en carne viva y sangrante, y el líquido oscuro cayó ensuciando el suelo. Pero a L no le dolió nada de esto. Tan sólo el presenciar aterrada y demudada cómo Zac se moría, y ella no había podido hacer nada para salvarlo, para impedir que diera su último aliento en medio de la oscuridad y se entregara a la muerte codiciosa que buscaba tenerlo para ella. Había cortado lazos con los humanos, por y para siempre, mediante un dolor tan agudo que martilleaba en su cabeza como nada lo hubiera logrado. Ella había perdido el control. Y el hombre que había amado ya no era nadie, y se desharía entre la niebla de los muertos. La vida en toda su plenitud había dejado de importarle. Ya se había convertido, de nuevo, en la legendaria e imperturbable mujer sombría que fue una vez, en otra época y en otros tiempos.

Se dio media vuelta, dejando a los demás abatidos y destrozados, y preguntándose porqué se marchaba. No necesitaban ninguna explicación, ni ella una excusa para desaparecer.

— ¿Adónde vas, hermana? —preguntó Vladislaus, volviéndose sorprendido hacia ella, como si le pidiera explicaciones.

—Me marcho. He cumplido mi tarea —contestó ella sin siquiera volverse, y los dejó inmersos en el desconcierto.

Una vez que Zac se hubo ido, lo supe. No tenía nada más que ver con ese lugar.

Pero nunca habría imaginado que su pérdida se sentiría tan profunda y tan horrible.

Me siento rara, y lo añoro. Añoro su compañía y sus risas. Él me daba la calidez que nunca habría creído que querría.

El mundo se vuelve tan frío y tan vacío como era antes.

Y estoy llena de dolor, pero me niego a expresarlo.

Mi silencio es la señal de que todo se ha acabado al fin.

No tengo porqué permanecer aquí con ellos.

Sin Zac, nada es lo mismo, y ahora lo sé.

Y me cuesta aceptar la dura verdad.

Él se ha ido, y jamás regresará.

Zac está muerto, pero su recuerdo aún me hace sonreír débilmente.

Me alejo de todos, de Oscura Chicago, del mundo de los hombres. Esa tierra gris que lo vio nacer.

Ahora Zac sólo vive en mis recuerdos.

Cierro los ojos y él sigue ileso.

Continúo avanzando a lomos de Medianoche, mientras me adentro más en la oscuridad de mi propio corazón.

Zac murió en el castillo del Conde Lee Doye, con una lanza clavada en el estómago.

Cuando lo pienso, quiero llorar.

Aunque no debería hacerlo.

Esta soledad me pesa, pues cuando estábamos los dos juntos nunca me sentía así. Es un amargo sentimiento que se agarra a mi cuerpo, y a mi confuso intelecto.

Pero debo ser más fuerte, por el amor que le profesé. Por el amor que él sintió por mí.

Su vida sirvió para acercarme a los demás, pero su muerte me recuerda que no puedo ser otra cosa. Ante su tumba, cubierta de lirios blancos, le digo que siempre lo recordaré, por mucho que me duela que ya no esté vivo. Manos dice que nos vayamos de aquí, y le hago caso, como es natural.

La lluvia cae, fina y gélida, como siempre ha hecho.

Muchas cosas han pasado. Muchas cosas han cambiado.

Al encontrarlo, ya no me sentía una criatura solitaria.

Él era mi destino, y ahora es los pasos de mi camino, que se alza frente al horizonte incendiado, como el rojo de la sangre que manaba de su cuerpo sudoroso, tiñendo sus órganos de fulgurante carmesí.

Él era el sueño de mi vida, sin embargo, no pudo quedarse, y venir conmigo.

Ya no vuelo, porque él no está a mi lado, y no espero nada de nadie.

A pesar de todo lo malo, tomaré su sufrimiento y se lo quitaré. A pesar de todo lo bueno, Zac sólo era humano, y al igual que ellos, tenía un final incierto.

Más allá de las lágrimas, me consuela saber que me esforcé en hacer feliz al único hombre que hube amado alguna vez.

Regreso al presente.

Y cazo vampiros en la noche eterna, a través de los milenios, rápida como una centella.

La caza ha comenzado.

Y yo sé quién soy.

Soy la Cazadora de vampiros L.

Deja que pase de la ficción a la leyenda.

Cazadora de Vampiros LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora