CAPÍTULO 43. POR TI ME ARRIESGARÍA A TODO

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—Entraremos por este lado —L clavó la uña curva en el punto que estaba señalado con una cruz en el mapa—. Debemos hacer historia, y marcar la diferencia. Habrá un antes y un después. El primordial objetivo del proyecto que estamos liderando es, objetivamente, liberar a los seres humanos y proclamar sus derechos como seres vivos. Lo demás viene solo y sin demasiado esfuerzo. Ahora vayamos a lo que nos ocupa. El laboratorio consta de ocho plantas. A primera vista, es mucho que controlar, pues es poseedor de 1.500 cámaras dispuestas en los pasillos, en cada recoveco. Tenemos que infiltrarnos y apagar las cámaras, cuantas más paremos en su funcionamiento mejor —sacando de su bolsa negra unos botes de spray, L los puso en la mesa—. Sé que esta misión parecerá divertida a los más traviesos, pero es importante que no os distraigáis y la hagáis adecuadamente. Isaac, Thomas, David, Jacob, Susan, María, Rebecca, Hannah, Esteban, Charlie, Lucas y Robert. Vosotros debéis pintar las cámaras, y lograr inutilizarlas. Por supuesto, gracias a su tecnología la Nobleza las restaurará rápido, pero esa maniobra nos dará tiempo de sobra para meternos en su edificio privado y matarlos desde dentro. Ésta es una operación muy relevante. Nada de enseñar vuestras supuestas dotes artísticas —se los lanzó y ellos los atraparon al vuelo, quedándose extrañados.

—Así que... ¿les pondremos negros sus artefactos de espionaje? —preguntó Zac, ladeando la cabeza en dirección a L.

—Tal acción se llama sabotear su sistema —sonrió Vladislaus, respondiéndole en lugar de L—. Será lo más emocionante y memorable que hagáis en esta misión.

—Bien. Los equipos están dispuestos —dijo L—. El equipo A, compuesto por Jefferson, Piper, Vladislaus y Eleanor, además de otros siete guerreros expertos, se dirigirá a las tres primeras plantas. Vuestra misión será desactivar los monitores y todo el control de la sala de mando, de forma que las cámaras no puedan ser reactivadas.

—Mientras les damos caña a esos hijos de perra —asintió Jefferson, y se pasó una mano por su cráneo desprovisto de pelo—. Sí, me parece fenomenal.

—Nos los cargaremos a todos, L. No lo dudes ni por un segundo —dijo Manos, y ella cruzó las piernas sobre su asiento.

—Los equipos B y C, compuestos por los aldeanos más mayores y los jóvenes que acabo de mencionar, se dirigirán a destruir las cámaras espía y luego se unirán al grupo A. Estad atentos, poned los cinco sentidos en llevar bien a cabo vuestras tareas. Y por favor, no os separéis de las escuadras, tenedlo presente.

Zac se acercó a ella, y besándola le dijo:

—Sabes que lo haré, nena. Por ti me arriesgaría a todo.

—Lo sé, Zac.

L se levantó, abrazándolo, y los murmullos de sus compañeros fueron remitiendo poco a poco hasta apagarse por completo. La dhampir se volvió a sus oyentes, poniéndose profesional de nuevo.

—Hoy voy a explicaros la ley de los tres estados del hombre. El proceso de evolución de la humanidad.

Ella explicó a continuación:

 —Ésta es la ley de las tres edades. La ley que habla de la evolución intelectual de la humanidad. Los hombres han estado de manera inevitable obligados a pasar por la siguiente evolución. Primero, hubo una era en la que se adoraba a los dioses, o sea, un Estado teológico; segundo, fue erigido un Estado metafísico, abstracto u ontológico, en que la gente renegaba de servir a las deidades y se centraba en la ciencia; y finalmente hubo una tercera edad, en la que se construyó un estado cuyo objeto de adoración sería la ciencia, esto es, un Estado de ciencia positiva o de positividad racional. En la primera Edad, el hombre siente la necesidad ineludible de averiguar sin éxito algunos aspectos que son radicalmente inaccesibles al entendimiento humano, es decir, el ser humano muestra su preferencia por estudiar cuestiones que son verdaderamente insolubles, y para ello utiliza agentes sobrenaturales para intentar explicarlas (de manera que es conocida como la infancia intelectual de la humanidad). La segunda Edad tiene en común con el primer Estado que intenta averiguar la íntima naturaleza de los seres, el origen y destino de todas las cosas así como el modo esencial de producirse los fenómenos. La segunda Edad es considerada un puente entre la primera y la tercera. La etapa de emancipación intelectual se produce en la tercera Edad, porque el hombre ya abandona el empeño de estudiar cuestiones inaccesibles y se centra en la observación. En esta última Edad, toda ley, todo enunciado, que no se corresponda ni directa ni indirectamente con un hecho observado no puede ofrecer ningún sentido real, inteligible; es decir, no tiene valor científico alguno, porque para que uno lo tenga, se tiene que corresponder con la observación de los hechos (proceder experimental estricto). Esto es circular, lo que significa que al fallar la edad científica, regresamos al principio, a la primera Edad.

Finalizada su aclaración, todos los beligerantes fueron a dormirse, tratando de conciliar el sueño, y con la finalidad de reponer fuerzas para el día siguiente, en que se introducirían en las causticas batallas contra las criaturas ahijadas por la noche.

Cazadora de Vampiros LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora