CAPÍTULO 40. QUISIERA PODER DECÍRTELO ALGÚN DÍA

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Tenebrosa sabía bien para lo que la había destinado su padre, el perverso Conde Lee Doye. Desde que nació, había estado supeditada a él, obedeciéndolo en todo lo que le comandaba. La exhortaba a que se acostumbrara a matar y despreciar a los humanos, y a maltratarlos como los borregos sumisos que eran. Los seres humanos se lamentaban de su desgracia, pero ella no podía afirmar que era feliz tampoco, pues sobrevivía a todo lo que le ponían como obstáculo, escapándose de las garras de su progenitor y volviendo a ser encarcelada por la rígida Nobleza; su propio nombre envolvía la oscuridad que la alentase, desparramándose en su físico muerto, y procurándole una razón de existencia. Pero ella no creía que asesinar a los niños tuviera un motivo más que el de proveerse placer infinito e irracional, y nada la sacaría del mundo de las tinieblas en el que fue subyugada, ahogándose en su negligencia pesarosa y en sus temblores, siendo una raquítica chupadora de sangre que devoraba los corazones y las mentes de las personas, más avariciosa de lo que en su día habíase propuesto ser. No le quedaba otra que andar por el sendero espinoso, esquivando los haces de luz que despedía ese astro refulgente que tanto hubo odiado. Había nacido para ser una asesina, y en el fondo de su ser encadenado al abismo, quemándose por causa de las cadenas de plata, ella intuía que no se merecía la calidez que pudiera arrebatarle a la humanidad, y por lo tanto su padecimiento no minaba.

Miró a Jonathan a los ojos, los suyos eran marrones y tranquilos, como una balsa que se rebalsa en el mar tormentoso y negro. Lo besó en la boca, y se fue desnudando con parsimonia. Su cuerpecillo blanquecino, con venas translúcidas surcándolo, no era demasiado pomposo, ni atractivo por su excesiva palidez y sus huesos de pajarillo, de forma que no conseguía excitar a Jonathan lo suficiente, mas Tenebrosa no era una vampira arrogante porque sí y se valía de su lengua arrojadiza y de sus besos furtivos, con los que lograba lo que se hubiese propuesto, y no cabían excepciones. Quizás sus senos fuesen más pequeños de lo que le gustase a un hombre de treinta años, ya habiendo madurado y habiendo visto mujeres desnudas, pero eso no la preocupaba en demasía. Sólo necesitaba sentir el calor de la vida..., en forma de movimientos gráciles y bien avenidos, como las manos cuarteadas de él acariciando su piel y chupando de sus senos..., antes de que la gracia la abandonara, y deseara volver a tomar sangre, extirpándosela de sus arterias. Alguien debió matarla hace mucho tiempo..., un Cazador de Vampiros debería haberla liquidado con el fin de que no desolara más el mundo... Tenebrosa reflexionaba taciturna sobre esto, encaramada a Jonathan, al que se le empañaban las gafas, y el roce de sus pieles los conducía a hervir por dentro y por fuera, y ella gemía de deleite... Cuando las furiosas embestidas cesaron y él dejó de sentirse en su ínterin, Tenebrosa retornó a ser una vampira sombría y desangelada, vacía y mustia como las flores que se marchitan. Sin él ya no podía ser ella misma, y el precio de la verdad era desorbitante.

—Buen chico —acarició la mejilla de Jonathan, y él acabó de ponerse sus ropas rajadas y se enfocó en ella, enfriado al máximo. Tenebrosa hizo ademán de darle un beso, mas luego se arrepintió. ¿Por qué amarlo, si consistía en una mascota, y nada más que eso? No debía reservarle ningún tipo de beneficio, o si no él la manipularía y se vería obligada a matarlo. Los hombres humanos eran astutos en situaciones de vida o muerte—. Largo de aquí. ¡Vete fuera de mi vista, ya!

—Está bien —convino él, rezongando, y sin volver a articular una sola palabra quiso marcharse por donde hubo aparecido, sin embargo el destino no le concedió tiempo.

Gray Doranc rugió hacia Tenebrosa Doye, al parecer enfadado por lo que había vislumbrado.

—Así que estabas entretenida fornicando con este mísero humano —hirvió de ira, y pendiente de escanear a Jonathan, se rio burlesco de ella—. ¡Zorra de mierda! ¡No sirves para nada! ¡Ni como decoración! ¡Ni tan siquiera eres tan inteligente como para elegir a los monigotes apropiados!

Cazadora de Vampiros LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora