CAPÍTULO 32. PLEGARIAS A UN DIOS INEXISTENTE

8 0 0
                                    

Vladislaus era un hombre alto, delgado, bien constituido, y como todos los dhampires masculinos, poseía una acentuada belleza debido a su piel clara, sus cejas finas y rectas, sus labios carnosos y su nariz no muy prominente. Ese detalle se unía al hecho de que su belleza era inigualable, al igual que la de su hermana L la Cazadora de Vampiros. Su piel era clara como la nieve, y su pelo era negro y rizado y lo llevaba recogido en una coleta la mayor parte del tiempo. Vladislaus era un enérgico Cazador que se había metido de lleno en la misión de salvar a los humanos, de forma que llevaba muchos siglos engañando a la Nobleza y a sus estúpidos sirvientes, que nunca eran lo bastante listos para pillarlo un fraganti. Y si lo descubrían como un dhampir, él se encargaba de matarlos.

—Ve para este lado —le ordenó el guardia a Vladislaus—. Hay que asegurarse de que esos malditos ladrones no entran de nuevo.

— ¿Acaso han vuelto a robar? —preguntó él en tono desinteresado.

—Bueno, la última vez una Cazadora se coló y mató a nuestros tres compañeros. Había un joven humano merodeando por aquí. Al Conde no le agrada que ellos metan las narices en sus asuntos, tú ya me entiendes.

—Sí. —Vladislaus miró al vampiro, y entonces desenvainó su espada refulgente de brillo plateado—. La verdad es que a nadie le gusta que hurguen en sus cosas, es lógico. Qué se le va a hacer. —La sangre del vampiro manchó sus ropas y él sonrió con burla—. Estoy aquí para cazaros, no para aguantaros.

Se fue silbando tranquilamente, mientras seguía deshaciéndose de los vampiros que pululaban por el laboratorio. Al arribar a la quinta planta, se encontró con el silencio y supo, gracias a su oído sobrenatural, común en los dhampires, que había alguien más allí. ¿Lo atacaría, manifestándose como el enemigo? El tipo estaba escondiendo su poder. Vladislaus agarró el arma, preparado para responder con un agudo ataque letal.

L se configuró frente a él, casi levitando de lo rápido que andaba. Su rostro normalmente inexpresivo se varió, y enarcó una ceja observando impávida al joven dhampir. Éste esbozó una sonrisa satisfecha en su delicado rostro, cincelado como el marfil. Sus oscuros ojos chispearon de alegría y de emoción, fervorosa y enérgicamente. Sus dientes alineados a la perfección destellaron con pálidos brillos; eran albos y afilados como los de un vampiro, a pesar de que él no lo fuera. Al menos no enteramente. Y la Nobleza estaba al tanto de su sangre mixta.

—Me encaja que estés por aquí. ¿Haciendo algún recado importante, L?

—Ese tío no será... Hostia... Los giros que da el destino —farfulló Manos, sorprendido.

—Tú eres el hijo de Tina —dijo L, y era una afirmación insoslayable—. El que aún no había nacido en ese entonces. Mi medio hermano.

—Exactamente —aplaudió él la veracidad de sus intensas palabras—. Me llamo Vladislaus. Puedes llamarme Vlad, si gustas.

— ¿Estabas salvando humanos? Te escondes como yo percibí hace un tiempo —dedujo ella, sin quitarle sus ojos serios de encima.

—Eso es, hermana mayor. Te estaba buscando. —L no dio la impresión de alegrarse por eso—. No a fin de matarte, sino con ganas de unirme a tu campaña. He trabajado con otros cazadores de bestias, pero nunca con otro dhampir como yo. ¿Qué dices a mi propuesta? No te parecerá del todo razonable, supongo. Los Cazadores somos bien avenidos y reservados con nuestros intereses.

—No pensaba charlar contigo en estos momentos —repuso L—, pues debo realizar mis tareas. Pero ya que estás en condiciones de establecer un acuerdo, hablemos. Tácitamente podemos decirnos lo que el otro desea saber. Una lo sabe, en el fondo siempre sabe que es preferible no toparse con los rivales. Suelen llevarte la contraria.

—Yo soy tu hermano pequeño —respondió Vladislaus, y la miró como si fuera a suplicarle—. Albricias, incluso tienes a un simbionte. Qué pasada. Nunca había conocido a uno. Me presentaré.

—Ya sé quién eres, muchacho —dijo éste—. Mucho gusto en conocerte, soy Manos. O Mano Izquierda, como lo prefieras.

—Te llamaré por tu nombre corto —se ilusionó Vladislaus—. Me encanta poder hablar con vosotros, sois geniales.

—Muchas gracias —respondió la Cazadora—. Bueno, vayamos al grano. Me gustaría que me contaras un poco cómo ha sido tu vida hasta este momento. Qué batallas has librado y cómo te has sentido al respecto.

—Sólo cuando pierdes algo importante para ti te das cuenta de que la vida no es infalible. Yo perdí a mi madre cuando aún era un niño según mi naturaleza mestiza, y entonces me decidí a vengarme de los vampiros. El odio y el dolor por haber perdido a mi familia me motivaron a convertirme en un Cazador. En algún momento de mi vida, empecé a rescatar a la gente hasta que se volvió una misión más grande y significativa que yo mismo.

—Entiendo. Yo te confirmo que así es como asimismo me he sentido yo. Vacía y perdida en algunas estaciones de mi existencia. Afortunadamente, ambos hemos dejado atrás esa época.

—Siento mucha pena por los hombres —dijo el dhampir—. Creen en ese ser celestial al que llaman Dios. Le rezan plegarias a un dios inexistente, ya que el único que existe es el Ancestro Sagrado. Muchas veces la fe es lo único que los impulsa a sobrevivir, aferrándose con desaliento a la vida, tratando de arrancarle pedazos que no sepan a dolor, sangre y lágrimas.

—Sí, el Antepasado Sagrado no conoce ninguna clase de piedad, como su oscuro desfile de cambiadores de formas y de licántropos desalmados, asesinos que se dedican a asolar el mundo; él rige en la penumbra, gobernando inclemente sobre la Nobleza y sobre los esclavos que ha hecho y que continúa haciendo. —L ladeó la cabeza, parecía estar impresionada, aunque jamás admitiría tal cosa—. Eres exactamente igual en apariencia a nuestro padre, pero no posees su crueldad.

—Doy gracias a mi madre por haberme criado como lo hizo —dijo Vladislaus con nostalgia.

—Recuerdo a Tina. Yo le salvé la vida. Fue una chica muy valerosa y fuerte.

L le sonrió.

—Me alegra escucharlo de ti.

—Sin embargo, no todo son halagos. Todavía eres un niño dhampir que necesita crecer y aprender a protegerse más. Vendrás con nosotros.

Y junto a L, Vladislaus se adentró en las hermosas profundidades del mundo de los seres humanos.

Cazadora de Vampiros LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora