Una declaración, una trampa

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Al llegar a mi mesa me sentí mucho más cómoda, frente a mi estaban dos chicas exactamente iguales de cabellos pelirrojos y ojos azules, a mi derecha una chica de cabello negro y ojos café y a mi izquierda una chica rubia de ojos verdes. Todas parecían conocerse de hace bastante tiempo, no podía recordar sus nombres pero no es la primera vez que las veo, ya se me hacía costumbre poder encontrar recuerdos que no son propios, rastros de que este cuerpo alguna vez no fue mío.

– Me alegra que nos tocara sentarnos juntas, quiero disfrutar de esto mientras no esté la pueblerina. – Manifiesta una de las chicas de cabello pelirrojo.

– Totalmente, no sé qué le ha visto tu hermano, su vestido es tan lindo como inapropiado para el evento. – Continúo la otra. – Pero pobre, no debe tener idea de cómo vestirse.

– No me siento cómoda con cotilleo. – Exprese mientras me serví unos terrones de azúcar en mi té. Las cosas malas que tenía que decir de Bell van mucho más allá de si usa o no un vestido acorde. Por unos momentos fantasee estar con Evolet charlando de los libros de los cuales las dos disfrutamos o de nuestras trivialidades.

– Me sorprende saber que los rumores son ciertos, has cambiado Audrey. – Expresa la chica de cabello negro. – Antes eras el centro de cotilleos, te sabias las novedades mejor que cualquiera de nosotras.

– Lastima, ahora eres tan aburrida como los demás aquí. – Continúo quejándose la rubia.

Ignore sus quejas y continúe tomando mi té, sin ánimos de escuchar las conversaciones de estas chicas, pero pronto llegó Bell a la mesa, tomando haciendo entre una de las pelirrojas y la rubia.

– Lamento la tardanza, me han estado presentando con los invitados. – Comenta ignorando las malas miradas de las chicas. – ¿Me he perdido de algo?

– No, para nada. – Respondí.

Luego de una eterna media hora de puro silencio e incomodidad, la mayoría ya pudo levantarse para ir con sus afines. Vi a mi hermano conversar con August y Harvey, por lo que no podía acercarme a ellos y tampoco quería quedarme más tiempo en la mesa, mi padre no es una opción y los otros grupos de chicas parecen muy a gusto entre ellas para ir a interrumpir.

– Audrey, ¿podrías darme unos minutos de tu tiempo? – Pregunta Bell.

– Lo lamento, me encuentro algo cansada, ¿te molesta si nos quedamos aquí? – Le pregunte lo más amable que pude.

– Veo que no has cambiado, la pobre te lo ha pedido tan amablemente. – Sugirió la chica rubia.

– Audrey solo está cansada o tal vez no tiene ganas de pasar tiempo con una chica de una familia que no es noble, lo cual comprendo. – Se victimiza Bell.

– Eso no es nada amable de tu parte Audrey. – Expresan las dos hermanas a la vez.

– No quería darte esa imagen, ¿A dónde quieres ir Bell? – Interrogue rendida ante su juego.

– No muy lejos porque estas cansada. – Explicó. – Solo para hablar con privacidad.

Me incorpore y caminamos juntas hacia un costado del evento, seguíamos a la vista de todos, pero nadie podía escuchar nuestra conversación. Me tranquilizaba saber que podían vernos, bastantes ojos curiosos están expectantes de nosotras, a la mayoría le interesa saber cómo nos llevamos ambas, puesto la presentaron como posible futura reina, si llega a casarse con mi hermano.

– ¿Qué es lo que quiere decirme? – Pregunte sin cuidar mi tono de voz, con un tacto más brusco.

– Es solo un aviso, porque al parecer de no aclararlo no vas a entenderlo. – Responde de mala gana. – Se bien tu secreto, puedes irte disfrazada de cordero con todos aquí, pero yo no voy a creerte ni olvidar todos tus pecados. Eres la villana y será mejor que comiences a comportarte como tal, no sé si te diste cuenta pero nadie te cree. Evolet seguro te teme, Merredit es solo cortesía, August y Harvey lo más probable es que te aborrezcan en secreto. En cuanto a tu padre ofrece tu mano al primero que ve porque desea deshacerse de ti, tu hermano cree que no eres más que una simple basura. – Comienza a atacarme, logrando sacarme de mis casillas.

No quería responderle por lo que camine para alejarme de ella, pero sujeto mi muñeca con fuerza, perforando mi piel con sus afiladas uñas. – Una cosa más, princesa de la nada, seguramente tu madre se fue porque no toleraba ver tu insufrible ros... –Iba a continuar hablando pero antes de ello mi puño impacto contra su rostro, como si la antigua Audrey tomara control y represaría sobre mí, aunque esto sería engañarme, solo he sido yo quien ha golpeado a Bell.

– ¡No menciones a mi madre! – Logre gritar con enojo, pero al mirar su sonrisa por debajo note que caí en su trampa y todos estaban mirando, atentos a nosotros.

– ¡Solo te dije que eras tan hermosa como ella! – Mintió. – Eres tan cruel conmigo y solo trato de ser amable...

Cansada de todo comencé a correr en dirección opuesta sin pensar en absolutamente nada, tan solo corrí cuanto pude hasta caer de rodillas al suelo, comencé a llorar. He arruinado todo y aunque se sintió bien poder darle un buen golpe a Bell, no valió la pena por todo lo que vendrá después. Seguramente mi padre ahora me casara con Alfred y ella se saldrá con su merecido, si tan solo pudiera controlar mi temperamento nada de esto hubiera sucedido. Si pienso en cuando aún era una estudiante y no estaba atrapada en este juego posiblemente no me hubiera animado a responder, lo cual hubiera sido lo mejor. Continúe secando mis lágrimas, hasta que una voz masculina capto mi atención.

– Audrey, estar en el suelo no es propio de una dama. – Escucho decir a Harvey, quien me extiende su mano para ayudarme a levantar. Sin dudarlo la acepte, quedándome frente a él y sus ojos rojos, los cuales contrastaban con el verde del bosque, ¿tan lejos he corrido?

– Gracias Harvey... – Logre decir, seguramente mi aspecto es un desastre y no me importaba en lo absoluto que viera mi vestido manchado y roto, mis ojos hinchas o mi cabello despeinado.

– Por un tiempo creí que te había perdido, pero sigues siendo tú. – Expresó mientras corrió un mechón rebelde detrás de mí oreja. – Todos son tan falsos, tan aburridos, pero a ti no te importa, te comportas tan fiel a ti misma que desde el instante en que te he conocido no pude evitar adorarle...

– ¿A qué se refiere? Si lo primero que hice al conocerlo fue gritarle. – Comente con cierta duda, sin saber bien que responderle.

– Fue la única persona a quien no le importo mi procedencia, me gritó, sí, pero fue con suma sinceridad. Todos me han adulado solo por los beneficios que puedo traerles, pero a ti eso no te importa. Para mí usted es todo rastro de autenticidad en un mundo de apariencias. – Confesó, por mi parte retrocedí unos pasos, impactada por las palabras de Harvey. – Y la amo, sea déspota, una completa tirana y yo estaré a sus órdenes, ha ganado mi ser, por completo le pertenezco siempre que usted nunca cambie.

Termine por apartarme con brusquedad.

– Se equivoca, Harvey. – Le contradije. – ¡Estoy cansada! ¡Nunca la hubiera golpeado de no ser porque menciono a mi madre! – Levante mi voz y las lágrimas me caían de la impotencia. – Solo soy una estudiante, todos parecen culparme de cosas que no hice y de pronto tengo que tratar de entender un mundo de etiquetas al que yo no encajo y no sé si pueda hacerlo. Agradezco sus sentimientos pero a la persona que se le ha declaro no soy yo, nunca trataría mal a alguien y no por eso soy falsa, es en lo único que no te equivocas, no me importa tu familia, ni tu riqueza, pero mi verdadero ser no es alguien tirano como sugieres. Le deseo suerte pero te puedo asegurar que jamás podre ser la dama que quieres.

Y tras decir esto me apure a volver al castillo, no pase por la zona del evento, pude escuchar música, lo que me indicaba que la fiesta seguiría, tan solo avance hasta mi cuarto, no me moleste en cambiarme o si quiera limpiarme, tan solo me tire en mi cama a llorar.

¿Bell sabe que soy la villana? ¿A caso es consciente de que esto es un juego? Cada vez estoy más convencida de que la verdadera Audrey está dentro de Bell, o tal vez, esa siempre fue la esencia de la protagonista que antes tanto admiraba.  

¡No soy la Princesa Villana! [Finalizada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora