Mi lugar seguro

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Toda la tranquilidad que sentí antes parecía acabarse, volver a estar en casa me hacía sentir incomoda, sobre todo por la fiesta en la que me encontraba. Esther está junto a otras doncellas encargándose de los platillos y mantener el salón en orden, mi hermano no me ha dirigido la palabra al igual que mi padre. Mi mayor consuelo es la inasistencia de Bell, quien ha enviado una carta informado que no asistiría por la vergüenza que le hice pasar la fiesta anterior. August y Merredit están conversando hace tiempo, no puedo hablarles individualmente en este evento o nuevos rumores pueden surgir, Evolet ha faltado por algunos compromisos a los que la han obligado a asistir. Mi padre no puede estar más molesto, por lo que me fui del salón para esconderme en una de las cocinas. Me senté sobre la mesada y comencé a jugar con mis pies, esperando ganar algo de tiempo. A los pocos minutos veo que la puerta se abre, allí entra Alfred, con su caminata encorvada y cejas despeinadas.

– Estaba esperando un momento para estar solos. – Hablo con la voz determinada, acercándose a donde estaba, no podía retroceder por la mesada, pero me moví ligeramente hacia el otro extremo. – Como vamos a casarnos, ¿Qué sentido tiene esperar?

Por unos momentos me quede sin voz, no era lo suficientemente inocente para no entender el doble sentido de sus palabras. – Por favor váyase. – Le pedí tratando se mantener la calma, pero él tan solo se acercaba más y más. - ¡Le dije que se aleje! – Grite con fuerzas mientras tome lo primero que tenía a mano para defenderme, lo cual es para mí fortuna un cuchillo, aunque luche conmigo misma para sostenerlo sin temblar.

Al lugar entra de manera brusca August, quien parecía bastante preocupado.

– Gracias al cielo que llegas, la muchacha sea vuelto loca y trató de atacarme. – Se victimiza el hombre, tratando de volcar a mi amigo de su lado.

No pude contener mi impotencia mucho más y las lágrimas comenzaron a caer. No era solamente por el miedo, sino también el enojo que me producía todo esto, sumado a que otra vez me iban a responsabilizar sin escuchar mi versión.

August tomo de la camisa al hombre sin tener nada de cuidado. – No me importa su posición, no vuelva a incomodar a mi prometida.

Tras decir esto retiro su chaqueta y la paso por mis hombros, me cubrió con sus brazos y al pasar hacia la salida de la cocina se interpuso entre Alfred y yo. No es la primera vez que me salva de una situación parecida, él en verdad se mantiene atento a cuidarme, no me importa si es por el aprecio a mi familia o hacia mí, pero estoy agradecida de poder estar con alguien con quien sentirme segura.

Tras esa situación no me di cuenta que nos encontrábamos en la sala de prácticas de defensa, de la cual los caballeros reales se apropian para sus entrenamientos.

– Estos días me he enterado de tu compromiso con Alfred, no te alarmes, no es de conocimiento público. Solo me he enterado por Arthur y le he pedido que no diga absolutamente nada. – Confiesa un tanto apenado. – Espero no te haya molestado la pequeña mentira, solo buscaba una excusa para que se aleje de ti.  

– Siempre terminas por salvarme. – hable en voz alta. – Lamento ello, pero gracias por hacerlo.

– Por eso estamos aquí, vas a aprender a defenderte. Quiero que puedas sentirte segura, hoy si no hubiera llegado me preocupa que dudes en usar el cuchillo o no, tus manos temblaban.

– ¿Me enseñaras a usar una espada? – Pregunte mirando los alrededores.

– No creo que sea algo cómodo para situaciones imprevistas como esta. – Explica mientras saca de su cinturón un estuche, al abrirlo vi que en esta se encontraba una daga con un diamante verde. – Te voy a regalar esta daga, pero primero practicaremos con maderas y objetos que no sean filosos, para que no te lastimes, también algo de combate a cuerpo. En un futuro si te interesa puedo enseñarte a usar espadas y arco y flecha.

No íbamos a practicar en ese momento debido a lo incomodo del vestido y que hay una fiesta a muy pocas habitaciones, por lo que ambos nos quedamos unos momentos a coordinar prácticas.

– Gracias por esto, ahora solo me queda ver como cancelo un matrimonio. – Trate de bromear para aliviar mi preocupación.

– Cásate conmigo. – Propone con gran seriedad, mirándome fijamente.

– August, no puedo encadenarte de esa manera, si conoces y te enamoras de alguien en un futuro tan solo seré una carga. – Intente explicarle.

Tenía la propuesta de Harvey hacía lo que él ha idealizado de mí, la idea de un matrimonio de alianzas con Merredit y ahora una propuesta de August para escaparme de mi compromiso arreglado de mi padre. No quiero la infelicidad de a quienes involucro, si Merredit ama a alguien más debe poder casarse con quien quiera, Harvey merece conocer a alguien que ame por quien es en verdad y August tiene que estar con alguien a quien ame, no a quien quiera salvar.

– Nunca vas a ser una carga, podemos hacer que funcione, confió en ti más que en ninguna otra chica, me demostraste más de una vez que no eres quien creí. – Habla en voz alta. – Tú eres mi lugar seguro, nunca estaría encadenado. Le he hecho creer a tu tío de este compromiso hace unos momentos y soy bien recibido en tu familia, además podemos decir que nos casaremos al acabar con Rosament, nos faltan tres años para esto, si te enamoras podemos anularlo.

– Prométeme que si te enamoras de otra chica no dudaras en romper este compromiso. – Hable en voz alta.

– Lo prometo, y no tenemos que hacerlo público, solo tu familia lo sabrá.

Luego de esto lo abrace, él también es mi lugar seguro. 

¡No soy la Princesa Villana! [Finalizada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora