¡Nunca sigues mis diálogos!

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Con la mente aún un poco mareada me decidí a acercarme a hablar con Esther o con Evolet, necesitaba un punto de vista de todo lo que ha sucedido. Pero antes de poder hacer esto sentí que alguien sujeto mi mano, al voltearme vi que se trata de Merredit, quien portaba un traje blanco y celeste, podría decirse que es casi el mismo tono que el de sus ojos.

– ¿Quieres sentarte a descansar o me darías el privilegio de ser quien baile contigo este día? – Me pregunto con la voz calma. Tan solo pude sonreírle y aceptar su mano. Él es tan encantador como lo recuerdo, hace un año por nada del mundo creería que podría estar bailando con Merredit, pero hoy estamos aquí.

– Gracias por invitarme a bailar, el gusto es mío. – Respondí calma, el sujeto mis dos manos, para alejarse un poco seguido de volver a estar delante se mí, pero con una de sus manos en mi cintura y la otra en mi mano.

Comenzamos a bailar al ritmo de la cálida música, podía seguir sus pasos, sin cometer error alguno. Parecía un paseo por el jardín y el olor a las rosas inundaba mis sentidos.

– Es una noche hermosa. – Comenta con su vista clavada en mí.

Me desconcentre por un momento mirando sus ojos, son tal como los había imaginado cuando aún era una adolescente que jugaba un juego para huir de sus problemas, por accidente pise uno de sus pies.

– Lo lamento soy un desastre. – Trate de excusarme, al poco tiempo me reincorpore con su ayuda.

– Si, lo eres. – Responde de manera calma, pero de pronto su rostro se torna color rosa. – Digo, no lo eres, solo un poco, pero eso no es malo...

No pude evitar reírme, el príncipe perfecto no está delante de mí, solo es una persona común y bastante tímida. Pero me gusta mucho más esa versión. Continuamos bailando, no trate de sacar un tema de conversación, tan solo me asegure de no pisarlo. Agradecí el tiempo en silencio porque me ayudaba a poder despejar mi mente. Me concentre en escuchar la música, seguir el ritmo, disfrutar de las estrellas. Pero de pronto Merredit comenzó a hablar.

– Estoy consciente de que lo que diré no suena bien en voz alta, siendo honesto tampoco en mi cabeza pero tengo una queja.

– ¿Una queja? – Interrogue.

– ¡Nunca sigues mis diálogos! – Se quejó. – Siempre creo conversaciones hipotéticas. Tú no tenías que pisarme, tenías que ver la noche y decir que si es hermosa, entonces podría decir "Es aún más hermosa si está reflejada en tus ojos" y sé que es malditamente cursi, eso lo noto ahora que te estoy reclamando, pero a la vez amo que seas así.

No pude evitar soltar una risa. - ¿La próxima vez podrías darme un libreto? – Bromee.

– No, porque toda mi vida he seguido libretos, pero al hablar contigo te las ingenias para que no pueda seguirlos.

– No tienes que tener todo planeado antes de que conversar. – Le anime.

La música llegó a su final, pero él no se movió a un costado de la pista de baile.

– Hay una parte de mi libreto que si quiero seguir. – Ambos nos separamos, pero quedamos a una corta distancia, tomo mis manos y me miró a los ojos. – Porque me he decidido que apenas termine la última pieza musical, te vería, estaríamos así, como estamos ahora. Y delante de todos me arrodillaría y te diría...

Estaba por arrodillarse pero una tos falsa nos interrumpió, se trata de Alek quien viste de blanco y plateado.

– Lamento interrumpirlos, pero podrías hablar con Audrey toda la noche, pero ese no es mi caso, este es mi descanso y quisiera aprovecharlo para bailar con ella, si es que acepta.

– Audrey,  necesito hablar contigo, en otro momento será. – Responde el rubio y tras dedicarme una sonrisa se aleja de donde estoy. 

¡No soy la Princesa Villana! [Finalizada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora