A destiempo (parte 5)

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Comencé a mirar una de mis manos, con mucho detenimiento y cuidado. ¿Estoy aquí realmente? Lo helado de la celda me hace sentir viva, la calidez de la manta me hace saber que Bell me ha visitado, hay poca luz pero puedo ver cada parte del lugar. En verdad siento que todo esto es real, no puede ser un sueño, no volveré a mi mundo como lo ha planteado Alek, no sé qué sucedió o como, pero ahora este es mi mundo. Pero, ¿Qué sucedería si volviera? Todos mis problemas de allí parecen tan pequeños, lo único que me partiría es que dejaría una parte de mi alma aquí. No he tenido malos padres, tenía una buena amiga y estaba enamorada de alguien con quien ni siquiera hablaba. Mi vida era común y corriente, sin castillos, príncipes, duques, condes y bailes que pueden acabar en desastres. Toda la emoción de esta nueva vida es lo que he estado buscando, es lo que he encontrado.

La puerta comienza a abrirse y algo en mí me da la esperanza de que podría ser mi hermano. Desconozco nuestra relación actual, quisiera creer que no ha venido porque no se lo permitieron, pero viendo las circunstancias me hace pensar que tiene otras razones.

Mi presentimiento resulto erróneo, delante de mí estaba la reina, con su cabello recogido y ropa en tonos fríos que me hacía sentir más intimidada de lo que ya estaba. Delante de mí no estaba la mujer amable que conocí, estaba la reina del juego original, quien es fría como el hielo y calculadora como una máquina, quien ha hecho tratos con Audrey.

– Me asegurare de castigar a quienes te han dejado aquí. – Esboza en voz alta.  –Estas ganando mala fama, buena o mala, mientras más tirana te hagas ver mejor. El miedo hace que dures más en el poder que el amor.

 –No es necesario castigar a nadie... – Trate de apaciguarle.

–Creí que estarías tan indignada como yo. – Comenta mirándome con cierto desprecio.

El encargado se aseguró de abrir la celda y con cuidado salí de allí. Doble la manta, dispuesta a llevármela, debía devolvérsela a Evolet. La reina me miro con extrañeza, pero se quitó su capa y la poso por mis hombros.

–Si vas a insistir en llevarte eso al menos escóndelo detrás de la capa. – Me pide ayudándome acomodarla. –Vas a salir con la cabeza en alto, que nadie te perciba débil, si lo hacen, perdiste.

Camine unos pasos detrás de ella, siguiendo sus instrucciones, más por el miedo que me producía que por cualquier otra razón. No tardamos mucho en salir de allí, la acompañe hasta la entrada de esta, donde antes de irse me volteo y dijo:

–Mi regalo ya está en tu habitación, junto a la invitación. No faltes, Audrey.

En la cama de mi cuarto se encuentra una caja blanca rodeada de encaje negro y bien cerrado con un listón del mismo color

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En la cama de mi cuarto se encuentra una caja blanca rodeada de encaje negro y bien cerrado con un listón del mismo color. Me acerque y quite el lazo, al hacer esto la caja se desarmo, dejando ver un vestido doblado y una nota junto a una invitación, sobre estos estaba un antifaz de encaje negro. Con cuidado lo tome en mis manos, luego procedí a ver la tarjeta, leer su nota, para luego ver el vestido. Este tiene un escote pronunciado en V que llega más o menos hacía mi cintura, este es unido por tul. La falda es larga y puedo deducir que tiene una pequeña cola larga y es visible un tajo en el lado derecho. Es totalmente sobrio en todo lo demás, manteniendo ese color negro intenso, sin ningún detalle.

"Querida Audrey:

La reunión es de suma importancia, todo lo que se diga o hable en esta debe mantenerse en eterno silencio ante ajenos a la causa."


A la habitación entró Esther, deje a un lado el vestido y fui a abrazarla, no ha pasado nada de tiempo desde que no nos vimos, pero ambas estábamos preocupadas por la otra

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A la habitación entró Esther, deje a un lado el vestido y fui a abrazarla, no ha pasado nada de tiempo desde que no nos vimos, pero ambas estábamos preocupadas por la otra.

–Me alegra tanto que estés aquí. – Expresa abrazándome un poco más fuerte.

Nos separamos y vio el regalo de la reina.

 –¿Qué es eso? – Interrogó.

–Un regalo de la primera reina. –Le explique.

 –¿Ella te recuerda? – Vuelve a preguntar con sus ojos abiertos.

–Recuerda a Audrey, la verdadera, no a mí.

Nos quedamos un rato discutiendo si debía ir o no, llegamos a la conclusión de que lo mejor sería asistir, es dentro de una semana, un día después del recital de Alek. No sabemos las intenciones de la reina, pero el faltar podría hacer que se enfade o algo peor. Preparamos el té, hizo una taza de más, recordé a Evolet. Necesito volver a ser su amiga, quisiera arreglar los problemas, que todo sea como antes. Y si quiero eso, debo buscar la manera de arreglar todo esto.

¡No soy la Princesa Villana! [Finalizada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora