Mi lugar en el mapa

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El carruaje se mueve de manera lenta, demasiado, sobre todo cuando lo único que necesito es poder tener una reunión con Evolet y Esther para distenderme del mundo. Mi hermano no me ha dirigido la palabra desde mi problema con Bell y mi padre me ha dicho que solo me permite asistir debido a que ya confirme mi asistencia. Mi doncella sujeto mi mano a modo de consuelo, he tratado de disimularlo pero no puedo ocultar como me siento.

– Gracias, Esther. – Hable en voz baja.

Iba a responderme pero el carruaje se frenó y unos hombres tomaron mis cosas, dispuestos a llevarlos al cuarto preparado para mi doncella y para mí. El castillo simplemente es precioso, detrás de un gran muro blanco con puertas doradas se encuentra el palacio con los mismos colores, preciosas flores en la entrada y mosaicos en las ventanas con colores blancos, celestes y amarillos. Trate de poner mi mejor cara, para evitar preguntas que no quiero responder por parte de los reyes. Acomode mi vestido violeta, estoy segura que mi cabello sigue perfectamente recogido, siempre que lo acomoda Esther queda impecable durante mucho tiempo. El hombre nos guió hacía el salón principal, donde los reyes se encontraban en el trono, ambos de piel pálida. El rey posee un cabello color miel con ojos azules tan intensos como los de sus hijos, la madre posee el cabello rubio casi blanco al igual que Merredit con hermosos ojos verdes.

Me incline ante ellos. – Buenos días, mi nombre es Audrey, muchas gracias por invitarme.

La reina se acercó hacia a mí. – No puedo esperar para hablar contigo. – Responde con entusiasmo y caminó hacia donde estaba, el Rey por su parte se encontraba concentrado en sus actividades.

Junto a ella camine hacia fuera del salón principal, sin entender la razón de tanta informalidad.

– Cariño, escuche tanto de ti, pero tranquila no creo en los rumores. – Comenta con una amplia sonrisa mientras tocaba una de las puertas. – Todos aquí estamos felices de recibirte, luego me gustaría conversar en privado. ¿Puedo robarte unos momentos después de la cena?

– Por supuesto. – Respondí un tanto confusa.

En cuanto Evolet, abrió la puerta corrió a abrazarme y su madre se despidió de mi sin antes guiñar un ojo. Me aferre a responderle el abrazó a mi amiga, seguido de estos las dos entramos y nos sentamos en una mesa, en la cual se encontraba Esther preparando un poco de té.

– Esther me ha contado un poco de lo que sucedió en tu cuarto. – Me comenta la rubia. – Estoy totalmente decepcionada de Bell, pero los rumores se expanden rápido. Me llego una carta de las hermana Mylton contando lo que sucedió en la fiesta.

– Es una pena que no haya podido ir para defenderla. – Se queja Esther quien parecía incluso más indignada que yo.

– ¿Las hermanas Mylton? – Interrogue algo confundida.

– Las dos pelirrojas, tenía entendido que eran tus amigas, otra mentira más sumada a la lista. Les dije que no les creía y en caso de ser verdad que seguro había una explicación, les advertí que hablaría contigo y en caso de ser rumores las delataría por difamarte.

– Me temo que si he golpeado a Bell. – Confesé bastante apenada. – Me estuvo recordando cómo era en mi pasado, diciéndome que mi hermano no me quería y convenciéndome de que mis amistades no eran verdaderas. – Un leve suspiro se escapa de mis labios. – Pero lo que me hizo explotar fue que menciono a mi madre, ha dicho que abandono a mi familia por mi culpa.

– ¿Cómo es que sabe tantos detalles de usted? –Se queja Evolet. – No era miembro de la realeza para conocer los rumores, se ha estado informando, alguien le ha dicho algo.

Lo único bueno es que sé que las deducciones de mi amiga son equivocadas, puesto que Bell sabe cuál es mi papel en el juego por lo que es más complejo que un simple soplón.

¡No soy la Princesa Villana! [Finalizada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora