El castillo es completamente distinto al del primer príncipe, iniciando por el tamaño de este, siendo mucho más pequeño, pero no por esto tiene un aire acogedor, los colores fríos elegidos para su decoración y las grandes medidas de seguridad me hacen sentir un poco amenazada. Al girar al ver a mi doncella pude notar que se encontraba pensando exactamente lo mismo que yo, ¿Qué clase de persona será la condesa que nos espera detrás de las altas puertas? ¿Será tan fría como las paredes del castillo? ¿Con la piel pálida como las estatuas de ángeles del jardín? Y lo más importante, ¿Por qué me ha invitado? Ella tiene una gran posición, una familia de renombre y dueña de varios emprendimientos de la zona. Acomode mi vestido celeste, feliz por la elección que ha realizado mi doncella en cuanto a mi vestuario.
Al ingresar al castillo se nos informó que los dueños del hogar no se encontraban, solo sus hijos, entre ellos quien me invito. Distintas personas llevaron mis cosas al cuarto de invitados, el cual para mi pena está lejos del de Esther. Seguido de esto me preguntaron si deseaba descansar o presentarme ante la condesa, sin pensarlo dos veces elegí la segunda opción. El nombre Melody no se me hacía familiar entre las invitaciones a la reunión de damas, tampoco al de alguna compañera o persona con la que haya interactuado antes. En cuanto se abrieron las puertas delante de mi pude ver a su cabello blanco, ojos azules como una esmeralda, pero sin ninguna clase de brillo y un precioso vestido pálido, pero para mi total sorpresa la anfitriona no tenía mucho más de ocho años.
La pequeña se acercó a mí con un peluche de un oso polar, tan pálido como su piel. Parecía curiosa ante mi presencia, al estar frente a mí me hizo una pequeña reverencia.
– Gracias por aceptar venir. – Habla con una voz dulce, un poco apagada. – Hoy serás mi compañera de juegos.
Apoye mis manos en mis piernas, inclinándome un poco para quedar a su altura. Saber que se trata de una niña me da bastante tranquilidad, la presión que sentía antes se desvaneció.
– ¿Me podría unir? – Interroga una voz familiar, ante mis ojos pude ver al conde Alek.
– ¡No! – Interviene la pequeña. – ¿Cómo te llamas? – Se gira hacía mí.
– Audrey. – Respondí.
– Hoy Audrey va a jugar conmigo. – Afirma la niña para luego invitar a su hermano a retirarse.
Una pequeña mesa se encontró delante de mí. Debí haber notado el parecido de los hermanos, solo me sorprende la diferencia de edad entre ambos. He asistido a varías fiestas de té, pero ninguna tan encantadora como esta, con tés perfumados con flores, vajilla en tonos pastel con decorados de ositos y la compañía, ya que en la mesa de cuatro lugares dos estaban ocupados por un peluche de un gran oso y otro de un lindo conejo blanco.
– Mi hermano suele tomar el té conmigo, por eso no se ha querido ir antes, no es que le intereses o quiera verte. – Sujeta con bastante orgullo.
Me limite a sonreír, parece que Melody es un poco celosa respecto a su hermano mayor, pero más que molestarme me causa ternura.
– Es un alivio que se haya ido, así no nos molestara mientras tomamos el té, ¿Verdad Sr. Conejo? – Comente mirando al peluche.
La niña comenzó a reír. – La Sta. Lilly se puede ofender si la tratas como una persona mayor. – Me susurra tapando su boca del lado izquierdo en el que se encontraba el conejo, o mejor dicho, la Srta. Lilly.
– Casi olvido que es una reunión exclusiva de damas. – Hable en voz baja tratando de arreglar la situación con los inusuales invitados.
– Y el señorito Berny. – Me corrige mirando al oso de peluche.
– Y el señorito Berny. – Repetí levantando mi pequeña taza.
Pensé que al tratarse de una niña no podría equivocarme pero creo que nunca he arruinado tanto algo como ahora mismo. La niña siguió contándome de su día, algunas actividades relacionadas a la música y aventuras imaginarias que vivió junto a Lilly y Berny.
– Gracias por venir hoy, no tengo muchos amigos. – Se atrevió a decir Melody. – Casi siempre estoy ocupada ensayando piano, ¡Quiero ser como mi hermano! Así que no puedo invitar a muchas personas y de poder hacerlo, no sabría a quién.
– Siempre voy a estar encantada de ir a visitarte, pero sería bueno si haces más amigas de tu edad. – Le propuse con una sonrisa.
– No tengo amigas de mi edad, tú eres mi amiga. – Comento con una voz un poco melancólica. – Estoy feliz de que conozcas a Alek, me habló tan bien de ti que quería conocerte.
– Alek también es un gran amigo, al igual que tú. – Le respondí tranquilizándola.
Luego de eso ambos comenzamos a jugar con algunas muñecas, también la escuche tocar el piano, lo hace mucho talento pese a ser pequeña y parece disfrutarlo. Al final no me fue tan mal con la pequeña condesa.
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¡No soy la Princesa Villana! [Finalizada]
FantasyClover con tan solo dieciséis años cree que su vida está estancada, siempre se forzó a ser algo que no es y nunca podrá ser, una chica perfecta. Durante años construyo una máscara donde nunca decía que no, siempre sonreía y se mostraba dispuesta a a...