Silencio en la Cena

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Poco a poco pude abrir mis ojos, mi cabeza y mi estómago me dolían y como pude me incorpore luego de un extraño sueño con avisos de Roses and Swords. Centrarme tanto en ese juego me está afectando, pero es que su trama es adictiva. Cuenta la historia de Bell, una simple plebeya que es invitada a asistir a Rosament donde conocerá a Merredit, August y Harvey mientras se enfrenta a Audrey quien es la responsable de sabotear los eventos que intentas hacer, maltratar a August por la descendencia de su familia, tratar de estar de manera desesperada con Merredit y romper el corazón de Harvey. No he llegado a hacer la ruta de su hermano Arthur, pero sé que también es muy cruel con él incluso cuando la trata con una ternura impresionante. Me levante de la cama y estire mis brazos, acostumbrándome poco a poco a la luz y en cuanto pude ver con claridad note que estaba en un cuarto que en definitiva no es el mío. Mire las camas con telas de seda, las paredes forradas con un tapiz floral en todos verdes y los antiguos muebles que decoraban la habitación. Todo se me hacía extrañamente familiar, como si hubiera vivido toda mi vida en esa habitación.

Intente calmarme y no pensar en locuras, camine hasta el tocador y me mire en un espejo. Esa chica no soy yo, toque mi rostro, pellizque mis brazos e incluso me tire un vaso de agua en la cabeza que se encontraba en la mesa de luz, pero nada parecía despertarme de lo que creo es un sueño.

No podía tener la imagen de Audrey, es algo completamente imposible, no puede estar pasando.

La puerta se abrió dejando ver a Esther, es una de las doncellas de la villana de la historia. Antes era una joven noble, pero su padre fue a la ruina por deudas y terminó junto a Audrey teniendo que soportar sus caprichos y malos tratos.

–Señorita, si ya se despertó tendría que haber avisado y no perder el tiempo. – Me reclama con una voz severa.

– Lo lamento. - Respondí mientras baje mi cabeza.

Nadie estaba en su cuarto esperando que mejore, se encuentra sola, nunca espere eso de Audrey, es extraño estar en su cuerpo. 

Esther se acercó a donde estaba y toco mí frente a la par de que tocaba la suya, su semblante detona confusión.

 –No tiene fiebre, ¿se encuentra bien? – Interrogó a lo que me limite a asentir. – ¿No vamos a discutir ni me vas a reclamar nada?  – Continúo interrogándome a lo cual le respondí negando con mi cabeza. 

Solté un pequeño suspiro, me apenaba Esther y todo lo que tuvo que pasar, en su lugar no podría tolerar ni un día.

– ¿Podría descansar o tengo que realizar alguna actividad? – Pregunte intentando buscar un momento a solas para organizar mis ideas.

–Su padre seguro quiere verla en la cena, pero dadas las circunstancias su inasistencia no será un problema. – Explica manteniendo la compostura pero su semblante ha cambiado a uno un poco más tenso. 

– Entonces es mejor que me prepare para cenar con él. – Acomode mi cabello hacía un lado. – ¿A qué se refiere con las circunstancias?

– Intentaron asesinarla, metieron veneno en su comida. – Me responde sin mirarme a los ojos. – Han despedido a todo el personal de cocina y contrataron a algunos plebeyos que probaran la comida antes de que llegue a ustedes.

Casi la asesinan y no hay nadie presente, sentí compasión por la villana, aunque su soledad ella misma se la había causado.

La doncella me miró por unos segundos. – Iré a decirle al chef que prepare un plato más y a su padre que ha despertado, luego vendré a ayudarla a vestirse.

En mi hogar nunca hay silencio en la mesa, alguno de mis padres sabe que decir o mi hermano menor cuenta alguna anécdota que nos enternece

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En mi hogar nunca hay silencio en la mesa, alguno de mis padres sabe que decir o mi hermano menor cuenta alguna anécdota que nos enternece. Pero aquí nadie habla, ambos comemos en silencio mientras mi doncella espera con paciencia que terminemos de cenar para acompañarme a mi cuarto y ayudarme a cambiarme.

–He estado pensando en que ya es momento de que te comprometas.– Rompe el silencio, por su voz áspera comienzo a considerar la falta de palabras como algo completamente cómodo.  – Mis intenciones eran casarte con mi hermano Alfred en cuanto termine el año, pero te ha llegado una invitación del colegio Rosament.

Alfred aparece en la historia y acosa a la protagonista en una oportunidad, es tan despreciable que ni con toda su fortuna alguien voltea a verlo. Han descrito su aliento similar al olor de las alcantarillas y su personalidad tirana y arrogante termina por hacer al personaje el segundo más desagradable de la historia. Por si alguien tiene dudas o quiere confirmar las sospechas, sí, el personaje más desagradable es al que estoy usando.

En este momento estoy en su cuerpo, lo que suceda con ella va a suceder conmigo por lo que no me puedo dar el lujo a solo esperar que las cosas pase. Trague saliva en seco y mire al hombre con mis ojos amenazando con llorar.

 –Si un hombre pide tu mano o está la sospecha de ello, no le diré nada a Alfred, pero debes comportarte. – Explica. – Tendrías que salir a comprar un vestido para la fiesta de bienvenida del colegio, pero en tu estado es mejor reposar, podría llamar a alguien para que te ofrezca vestidos aquí.

–Papá...– Llame su atención.  –Si a la Srta. Esther no le molesta, para mí sería un placer que ella se ocupara de elegir el vestido para la bienvenida.

Recuerdo que en el juego una vez Esther ayuda a la protagonista con un vestido para una fiesta de té y es tan apropiado y precioso que termina por llevarse toda la atención. La doncella es buena con las confecciones y el elegir ropa para eventos, pero Audrey nunca la deja elegir por ella.

–Para mí sería un placer, princesa. – Exclama la joven con un dejo de emoción.

Dicho esto se terminó de discutir el asunto del vestido y mi padre me entrego la carta del colegio.

No sé qué está sucediendo, pero en este momento soy Audrey y tengo dos grandes objetivos, evitar casarme con mi tío y evitar morir.



¡No soy la Princesa Villana! [Finalizada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora