Fiesta de primavera

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Al estar cerca eventos importantes como la fiesta de primavera y los recitales las tareas y actividades escolares se reducían para poder ayudar a las chicas de último año con su fiesta. Aunque esto solo afectaba a las mujeres, no me sorprende, ya que la institución primeriza lo superficial si se trata de una dama. Junto con Evolet y Esther nos encargamos de ir a la ciudad, tengo malos recuerdos de esta, pero para mí fortuna hemos salido con algunos guardias de seguridad. Pese a esto me encargue de no perder de vista a mis amigas. Pronto nos encontramos una tienda que nos llamó la atención, es pequeña pero repleta de plantas.

– Mi madre nos recomendó este lugar, pero, ¿Crees que tenga buenos vestidos? – Interrogó la rubia.

– La reina tiene un muy buen gusto, nunca la he visto con algo inapropiado. – Interviene Esther sin tener muchas dudas si ingresar o no al local.

Sin mucho cuidado me aventure a ver de qué se trataba. Al ingresar note algunos maniquíes con piezas no confeccionadas, pero diseños hermosos. Encajes, bordados, tules y hermosas telas de seda vestían cuerpos inanimados, grandes cortinas rojas cubrían las paredes, pero detrás de algunas de estas se podían ver paredes blancas. Algunas macetas flotantes albergaban plantas colgantes y había libros esparcidos por todas partes. Todo parecía un caos, pero a su vez nunca vi algo tan ordenado. De unas largas escaleras en espiral bajo una señora, portaba un vestido negro y largo, sumado a que usaba un velo del mismo color. No lograba diferenciar su edad o facciones, pero una larga e imponente melena negra caía en ondas hacía un poco más de su abdomen, en ellas algunos mechones blancos se hacían presentes.

– Veo que me han llegado algunas visitas, es un gusto, Evolet, Esther y Audrey. – Su voz es un poco gruesa y firme, pero elegante.

– ¿Cómo es que sabe nuestros nombres? – Se apura a preguntar mi doncella.

Me percate de manera rápida que los guardias no habían entrado, esta es una tienda solo para mujeres y ellos no tenían permitido el acceso.

– La madre de la joven me ha hablado de ustedes. – Confiesa mirando a la princesa. – En el cuarto de arriba tengo sus vestidos listos, si es que gustan.

Sin dudar demasiado comencé a seguirla hasta la planta de arriba. Esta tenía un gran ventanal al final, más telas y recortes esparcidos por todas partes, agujas y máquinas de costura por distintas zonas del cuarto. Pero en el centro había tres maniquíes con sus respectivos vestidos. El de la derecha es uno color verde agua en un tono pálido, tiene un corsé y un escote de hombros descubiertos, de estos nacen porciones de tela que caen hacia la espalda del vestido, la falda es ancha y bien armada. El vestido de la izquierda es color rosa con unos pequeños dejos de un color lila, con un escote en forma de corazón y una falda acampanada. El vestido del centro es de un color violeta oscuro pero brilloso en la parte de arriba, tiene un escote en V que al finalizar en la espalda deja caer dos tiras de tela, la parte de la falda no es muy amplia pero si tiene una división con el cuerpo, es en el mismo color violeta pero más opaco.

– El vestido del centro es para Audrey, el rosado para Evolet y el verde para Esther.

– Pero no he encargado nada, además no podría pagarlo. – Se atajó mi doncella. – Ni siquiera soy una estudiante, no tendré permitido asistir al baile.

– ¿Quién ha hablado de dinero? – Continúa hablando la mujer. – Sobre el evento donde usaran los vestidos no es de mi incumbencia, el pago está cubierto y me han informado que hoy lo iban a retirar.

Las tres intercambiamos miradas. Dimos las gracias y tras despedirnos salimos del lugar. El resto del día lo dedicamos a buscar joyas. 

¡No soy la Princesa Villana! [Finalizada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora