Una visita desagradable

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Mi hermano y yo caminamos hacia la sala principal, allí estaría la chica de la que tanto me ha estado hablando, la idea es entrar todos juntos a la reunión, por mi parte lo haría junto a mi padre, luego mi hermano junto a su novia. A penas entramos pude diferir a mi padre quien estaba acomodando las mangas de su traje, su mirada estaba fija en mí, pareciera que quiere hablar conmigo. Las puertas de la entrada se abrieron, dejando ver a la chica en cuestión, mi rostro cambio por completo al ver de quien se trata, su vestido demasiado sencillo para el evento, su cabello blanco recogido con flores y esos profundos ojos azules, Bell poseía belleza exterior, pero luego de ser testigo de los tratos que me ha dado y sus sabotajes no puedo evitar detestarla. Pero al girar a ver a mi hermano quien la mira con ternura, me forcé a cambiar mi expresión a una más amable. A mi padre nunca le importo la posición social de una persona o los rumores que circulen alrededor de estas, pero en cuando a su familia es muy severo a la hora de mantener una imagen pública favorecida.

– Bell, es un gusto conocerla al fin, mi hijo me ha estado hablando mucho de usted. – Y tras decir esto mi padre se acercó a tomarla de la mano para ayudarla a bajar las escaleras. – Su cabello se encuentra precioso el día de hoy, tal vez mi hija pueda prestarle uno de sus vestidos. Audrey, ¿Por qué no la acompañas a elegir alguno?

Mantuve mi compostura. –Bell por favor acompáñame. – Le pedí de la mejor manera que pude.

La chica caminó hasta donde estaba, sin antes dedicarle una sonrisa coqueta a Arthur, quien parecía anonadado con la presencia de la chica. Juntas fuimos hasta mi habitación, de caminó Bell se quedó mirando todo el castillo.

– Wow, ¿tú has crecido aquí? – Pregunta y sin antes de que pueda responderle continuo hablando. – Espero que disfrutes tu estancia en este castillo, cuando me case con tu hermano será por completo mío y tu iras a vivir con el duque Alfred.

– ¿Cómo sabes los planes que tiene mi padre para casarme? – Le pregunte un tanto sacada de quicio.

– Tu hermano me los ha comentado. – Expresa con indiferencia. – No solo me ha dicho eso, vaya que eres despiadada Audrey.

No quise preguntarle por ello, mi hermano no hablaría mal de mí a mis espaldas y las palabras de una serpiente venenosa no harían que cambie de parecer. Al entrar a mi cuarto le indique donde está el ropero, no planeo caer ante sus provocaciones. Luego de mirar entre mis vestidos, terminó por elegir el único que tendría problema en prestarle, el vestido bordo con detalles blancos que me ha regalado Merredit por defender a su hermana.

– ¿A que no es un encanto? Este vestido tomare. – Comentó con una sonrisa burlona. – Merredit tiene un buen ojo, es un hecho.

¿Cómo sabe que ese regalo es de Merredit? Temo que mientras estaba muy sumergida en mis asuntos he despistado las intenciones de personas como ella.

– No creo que sea acorde al evento. – Trate de convencerla. – Los colores son muy oscuros para una fiesta de día, sumado a que las flores en tu cabello tienen colores muy primaverales.

– Tu padre me dijo que me prestes un vestido y yo decido que va a ser este, ayúdame a cambiarme.

Me acerque para cambiarla, no porque me naciera hacerlo, tome el papel de doncella para que Esther no tenga que tratar con Bell, quien sabe si tratará de ponerla en mi contra. Para mi sorpresa, la dama mencionada anteriormente entró al cuarto.

– Audrey, déjame encargarme. – Me pidió con una sonrisa, la cual se borró a la hora de dirigirse hacía Bell. – He escuchado la conversación, no trate a la dueña del palacio como su criada, es una falta de respeto ser tan descortés con quien le ha brindado alojamiento.

– Me disculpo, no quise expresarme de ese modo. – Se ataja con la voz quebrada, al borde de las lágrimas adoptando una postura totalmente distinta a la anterior que podría engañar a cualquiera. – Por favor princesa Audrey, acepte mis lamentos.

Vi el rostro de Esther, quien para mi suerte no pareció creer palabra alguna de la invitada. Se dispuso a vestirla, con cuidado de no dañar su peinado y seguido de esto juntas fuimos hacia donde estaban los demás, sin antes agradecerle a mi doncella.

Al momento de la entrada, mi padre sujeto mi brazo y caminamos hacia la entrada, dispuestos a realizar nuestra entrada.

– Debiste elegir un mejor vestido para Bell, no es nada acorde. – Me regaño. – Pensé que tu gusto había madurado, pero parece que es cosa de Esther.

– Lo lamento. – Respondí con la mirada en el suelo, no quería mirar a nadie.

– Levanta tu vista y no causes más problemas, tampoco te olvides de sonreír.

Levante mi vista, faltaba poco para llegar al patio y pasar por el pasillo donde todos los invitados nos verían. Mi atención se sumergió en la conversación de Bell y Arthur quienes estaban detrás de nosotros.

– Audrey fue tan amable, ella me ha recomendado llevar este vestido, ¿no se ve precioso? – Exclama en voz alta.

– Con cualquier prenda luces hermosa, Bell. – Suelta mi hermano con dulzura.

– Pero sobretodo con este, estoy agradecida de la recomendación de tu hermana, quisiera que me tratase como a una amiga. ¿Crees que si fuera la primera princesa lo haría?

Quería girarme y gritarle en este mismo instante, pero caer en sus provocaciones solo haría que mi imagen de mí se distorsione. Para mi fortuna al llegar al patio pude ver unas miradas amables por parte de August y Harvey, quienes han sido invitados a la fiesta. Tan solo me queda tratar de sobrevivir al resto de la reunión, mientras no haga escándalos y me mantenga alejada de Bell todo saldrá bien, no creo poder pasarlo con mis amigos, debido a que podrían surgir malos rumores si se me ve con dos hombres, pero si tratar de conocer a alguna invitada que sea agradable. 

¡No soy la Princesa Villana! [Finalizada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora