Vuelta a Rosament

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Estaba preparada para escuchar murmullos, para preguntas incomodas sobre qué había sucedido, pero nada de eso resulto presente. Todo transcurre con normalidad, estar de nuevo aquí se siente como un hogar. He logrado salvarme del matrimonio de Alfred dando por sentado un falso compromiso con August, no resuelve mis problemas pero me da tiempo a buscar una manera de solucionarlo. Frente a mi apareció Evolet quien me dio un cálido abrazo y juntas avanzamos hacia nuestro cuarto, allí se encontraba Esther quien se adelantó para que todo esté listo cuando llegara.

– Al final estamos en un lugar libre de oyentes no deseados. – Exclama Evolet tras soltar un suspiro fingido, leer tantas historias dramáticas en las vacaciones le ha afectado, pero es tierno en ella. – ¿Qué tramas con August? Mi hermano me ha dicho que ambos se ausentaron toda la noche, de no ser que se trata de ustedes hubiera pensado mal.

– ¿Recuerdas mi compromiso con Alfred? –Interrogo, a lo que ella asiente bastante asqueada. – Por la abofeteada de Bell mi padre quería adelantar mi casamiento por lo que August y yo fingimos un matrimonio para evitar esto.

– Cada día Bell se gana más mi desprecio. – Suelta sin rodeos Evolet.

– Ni siquiera debería estar aquí, ella no tiene el porte de una princesa. La han dejado participar solo por su belleza, pero si la despojas de esta no hay nada bueno en ella. – Acota Esther tan indignada como la rubia.

– El lugar de Bell debería ser tuyo Esther, tu si tienes el porte de una princesa, la sangre y la belleza tanto interior como exteriormente. – Halago Evolet.

– No ganamos nada odiando a Bell, aunque sus acciones lo ameriten. – Respondí un tanto apenadas por la chica, antes odiaba a Audrey cuando no sabía ni la mitad de cosas que pasaban en su vida. Tal vez Bell también tiene razones para sus elecciones. – No sabemos por lo que está pasando, es tan solo una extraña a nosotras, juzgarla sin conocerla solo nos hará injustas.

Esas palabras me hubiera gustado escuchar tiempo atrás, de alguna manera era más un consejo para mí misma que para ellas.

– Tienes razón, pero no logro descifrar lo que pasa por su cabeza. – Prosigue Evolet, siendo un poco más comprensiva. – Volvamos a hablar de ti, respecto a tu compromiso, si alguien más pidiera tu mano, ¿podrías decir que sí?

– Si quisiera a esa persona sí, no planeo casarme solo para escapar de un compromiso. La propuesta de August es solo para ganar tiempo, por eso no lo hemos hecho de conocimiento público.

– Si lo hubieran anunciado nadie hablaría de otra cosa en semanas, esa clase de rumores son los más duraderos. – Informa la castaña mientras terminaba de acomodar su falda. – La otra clase de rumores que más duran son los escándalos y para tu fortuna no he escuchado ninguno de tu pelea con Bell.

– ¡Es verdad! – Responde con sorpresa la rubia. – Había venido preparada para defender tu nombre de quien fuera, pero no fue necesario.

– ¿Tendría que asustarme? – Pregunte, me resultaba bastante extraño que nadie haya comentado nada.

– No, solo tómalo como un golpe de suerte, ya era hora de que algo bueno te pasara. – Me tranquiliza mi doncella.

– Si me disculpan voy a ir a recibir a mi hermano, también quería saludar a Alek, hemos estado intercambiando cartas en el verano, es un buen amigo por lo que quería tener ese detalle. ¿Quieren venir o prefieren descansar? – Propone la princesa.

– Con todo lo que ha pasado prefiero quedarme en mi cuarto por hoy. – Confesé.

– Por mi parte quería terminar de acomodar los diversos tipos de té.

Dicho esto la chica se fue, tan solo me recosté en mi cama. Debería pensar en otra cosa, pero tan solo podía pensar en que lleva a Bell tratar de sabotearme, ¿recordara los malos tratos de Audrey? Ella no me ha conocido como lo hizo Esther. Este mundo al principio era mi escape de la realidad, pero actualmente sé que es donde más me he conocido. ¿Cómo es que una fantasía me ha dejado ver en lo más profundo de mi interior?

La voz de Esther capto mi atención y logró despojarme de mis pensamientos.

– Hay una carta para ti, no la he leído, viene del primer reino. – Comento Esther dejando la carta en el respaldo de mi cama. – Me iré a comprar algunos repuestos del té, he usado las reservas.

Dicho esto me dejo en la soledad de mi cuarto, me incorpore y abría el sobre, dispuesta a leerlo. 

¡No soy la Princesa Villana! [Finalizada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora