Enamorado de un fantasma

1.1K 209 6
                                    

A diferencia de los demás bailes, este se realizó al aire libre, unos preciosos faroles se encargaban de alumbrar, pero también colgaron algunas lámparas que casi podían camuflarse con las estrellas. Las mesas y asientos se encuentran a un lado del caminó, con manteles blancos, nada muy llamativo. Lo que destaca son las faldas de las damas, de distintos colores, distintas telas, pero todas preciosas, que bailan al compás de una pieza de piano, recitada por Alek. Nunca imagine que asistiría a uno de estos bailes, y hoy puedo decir que no es el primero al que tengo la suerte de poder asistir. La reina de la primavera ha sido Bell, por mi parte ni siquiera he sido nominada, no es algo por lo que haya trabajado así que no me importa mucho. 

– ¿Estoy bien? ¿No se ha desacomodado mi peinado? – Interroga Esther, quien podría asegurar es la chica más linda de todo el lugar. Su pregunta no tenía sentido, su recogido atado con flores no se ha movido ni un centímetro desde que llegó.

– Estas perfecta. – Le respondí con la voz en alto, tratando de darle seguridad.

– Hace tanto tiempo que no he venido a un evento que estoy muy nerviosa. – Confiesa.

– Todo saldrá bien, vamos a bailar y divertirnos las tres. – La anima Evolet quien también, hoy su belleza se destacaba por mucho. Su cabello se encuentra suelto en la parte de atrás y con un semi-recogido arriba que acaba en un broche de flores rosa.

Continuamos platicando, hasta que alguien toca mi hombro, al voltearme me encontré con los ojos volcánicos de Harvey, quien portaba un traje rojo y negro. Hace tiempo no le veía, pero sus intenciones dan vueltas en mi cabeza una y otra vez, ¿quiere conocer a mi verdadero ser? Porque aun creo que solo me ve como el fantasma de quien fue Audrey.

– ¿Podríamos bailar? – Me ofrece su mano, con cierta duda la tome, tan solo es un baile.

– Hoy te ves especialmente bella. – Me halaga mientras comenzamos a avanzar hacia la pista.

– ¿Tus intenciones siguen siendo las mismas? – Interrogue en voz alta. Al llegar a la pista él tomó mi cintura y una de mis manos, dispuesto a ser quien me guié.

– Puedo tener mis defectos, pero estoy determinado a conocerte verdaderamente y comprobar si sus palabras son honestas.

– No soy uno de sus juegos, un pasatiempo o un entrenamiento. – Trate de marcar mi postura, sin medir mis palabras. – Si me ve tan solo como uno de sus pasatiempos le advierto que nunca logrará su cometido.

– Tienes una amplia imaginación, pero no jugaría con la dama con la que tengo intenciones de entablar una relación. – Declara al acercarse a mí, casi susurrándolo en mi oído.

Me dio una vuelta, por un momento mis piernas casi fallan al tenerlo cerca, pero he logrado no hacer el ridículo y recomponerme. Necesito encontrar las palabras exactas, me ha dicho porque quiere a Audrey, sin saber que una nueva persona es dueña de este cuerpo, él nunca lograría decirme que es lo que le gusta de mí, porque no me conoce.

– ¿Por qué le gusto? – interrogue mientras avanzábamos hacia delante. – Si tan determinado esta puede responder una pregunta tan simple.

¿Está bien hablar así con él? Pese a ser un matrimonio falso, estoy comprometida. Tal vez no será propio de mí hablar de esta forma con él.

– Porque eres determinada. – Me da una vuelta más y al girar quedamos frente a frente. – Porque cada vez que hablamos no puedo dejar de pensar en ti y en lo idiota que soy.

– ¿Por qué se considera un idiota? – Insistí en preguntar.

– Al escucharte me haces replantearme que es lo que quiero y cada vez tengo más dudas y solo ganó firmeza en que sé que sea cual sea mi destino me gustaría poder estar cerca de ti.

La música acabó, dejándome con un sabor amargo. Logro responder algo que le gusta de mi persona y no del fantasma de Audrey. ¿Mi teoría de sus afectos se ha equivocado?

– Esta vez me parece haber logrado cambiar el efecto y he podido, espero o eso pretendo, cambiar nuestros papeles. Preguntaste por mis intenciones, hoy deseo que aunque sea por unos momentos pueda pasar por tu cabeza. Le daré su espacio para pensar. – Decretó en voz alta.

A paso lento me aleje de la pista de baile, en definitiva ha logrado su cometido. 

¡No soy la Princesa Villana! [Finalizada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora